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Boletín UNAM-DGCS-281
Ciudad Universitaria.
14:45 hs. 27 de abril de 2016


Leonardo Lomelí Vanegas

   

LA DESIGUALDAD, UN PROBLEMA IRRESUELTO EN MÉXICO: LEONARDO LOMELÍ

• El secretario general de la UNAM inauguró el seminario Lograr un Crecimiento Incluyente en México, del cual esta casa de estudios es coorganizadora y sede

La desigualdad es uno de los lastres del desarrollo de nuestra economía y, a nivel mundial, es un problema no resuelto a lo largo de la historia, afirmó Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de la UNAM.

Al inaugurar el seminario Lograr un Crecimiento Incluyente en México, coorganizado por esta casa de estudios; el Centro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en México para América Latina, y El Colegio de México, Lomelí destacó que ni siquiera en los años en que nuestro país creció a tasas altas en periodos prolongados se lograron avances significativos en la reducción de inequidades.

Globalmente, la concentración del ingreso refleja indicadores similares a los prevalentes antes del estallido de la Gran Depresión de los años 30 y eso debería ser una alerta de que el planeta no puede seguir así. “Se requiere un esfuerzo redistributivo significativo en el orbe a fin de reencontrar la senda de un desarrollo estable y sostenido”, señaló.

Ante este panorama, agregó, me parece acertado que el Centro de la OCDE en México realice un evento conmemorativo del 20 aniversario de su establecimiento, que la Universidad colabore en esta iniciativa y que se haga a partir de la reflexión sobre cuatro ejes temáticos vinculados con diferentes aspectos del crecimiento, como el incluyente, el innovador, el sostenible y el relacionado con la buena gobernanza y el Estado de derecho.

En su oportunidad, Gustavo Vega, secretario general de El Colegio de México, aseguró que la OCDE siempre ha buscado apoyar a los países miembros con la información y los estudios que producen.

Si bien el organismo reconoce algunos avances, también ha insistido en que hay pendientes: el más relevante, lograr un desarrollo económico incluyente en el país, situación ante la cual no se ha mantenido como observador, pues ha participado en la elaboración de alternativas favorecedoras de un crecimiento más igual.

Por su parte, Roberto Martínez Yllescas, director del Centro de la OCDE en México, informó que a lo largo de este año se realizarán seminarios sobre los ejes temáticos mencionados, a fin de generar un debate amplio en el país sobre la ruta acorde a los retos de este siglo.

Será un placer contar en estos eventos académicos con la participación de especialistas de México y el mundo para propiciar el debate y análisis de los temas propuestos, mencionó.

En el evento, Gabriela Ramos, directora del Gabinete del organismo internacional, resaltó que a últimas fechas, en los países de la OCDE —en los que tienen los niveles de bienestar más altos— se registró un crecimiento en la desigualdad del ingreso, lo cual afectó el tejido social y redujo la confianza en las instituciones.

Las grandes inequidades debilitan el desarrollo económico y la productividad al disuadir a los más pobres de invertir en educación y competencias, indicó.

Hace dos décadas, al considerar al 10 por ciento de la población con retribuciones económicas más altas y compararlo con el mismo porcentaje de personas, pero con las percepciones más bajas, la diferencia fue de siete veces, actualmente es de 10, pero en México este índice se eleva a 30.

El crecimiento, aún en los años de expansión económica global, no se ha distribuido de manera igualitaria, pues hay quienes han acaparado, de manera sustantiva, los beneficios, argumentó.

Por ello, el problema de la desigualdad debe considerarse multidimensional, pues quienes perciben ingresos bajos disponen de pocas oportunidades para mejorar sus perspectivas de vida, pues tienen menor acceso a educación y servicios de calidad.

En el informe Todos a bordo, la OCDE documenta esta situación y señala que los estudiantes pobres experimentan mayores dificultades para alcanzar a sus compañeros más favorecidos económicamente, lo que repercute en un nivel educativo inferior y trabajos peor remunerados, dijo.

En contraparte, las personas más ricas y con mejor formación disfrutan de un mejor estado de salud. “A los 30 años, la esperanza de vida de los individuos con educación superior es seis años mayor que el de los que tienen una preparación menor”, concluyó.

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