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Boletín UNAM-DGCS-002
Ciudad Universitaria.
11:00 hs. 1 de enero de 2016


Adriana Martínez Pérez

     

CON LAS NUEVAS MODALIDADES DE EMPLEO HA CAMBIADO LA CONCEPCIÓN DEL TRABAJO EN EQUIPO

• Antes de ponerlo en práctica es necesario evaluar el potencial de la persona, sus debilidades y fortalezas
• También, si el tipo de proyecto requiere de esta forma de laborar y si a través de ésta se alcanzarán los objetivos planteados, dijo Adriana Martínez, de la FP de la UNAM

Por muchos años se ha pensado que el trabajo en equipo es lo mejor y lo más conveniente para las organizaciones; sin embargo, con las nuevas modalidades de empleo y el uso de las tecnologías puede que no sea tan benéfico, planteó Adriana Martínez Pérez, profesora de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

Además, para las nuevas generaciones el concepto de trabajo ha cambiado y a través del emprendimiento o el autoempleo han buscado canales de desarrollo que les permitan tener más tiempo para otras actividades y, por lo general, lo hacen de manera individual, apuntó.

Un trabajo adecuado en equipo impacta, en primera instancia, en los indicadores de productividad, pero también en la motivación que genera saber que se reconoce la tarea del personal, lo que origina un mayor compromiso del empleado hacia la organización.

Sin embargo, resaltó, “no creo que sea bueno para todo ni para todos; por ello, antes de ponerlo en práctica es necesario evaluar el potencial de la persona, sus debilidades y fortalezas, también si el tipo de proyecto a desarrollar requiere de esta forma de laborar y si a través de ésta se alcanzarán los objetivos planteados”.

Si no se consideran estos aspectos, se utilizarán inútilmente recursos humanos y materiales; además, los resultados no servirán y se irán a la basura, advirtió la universitaria.

A grandes rasgos, esa actividad se entiende como la colaboración que existe entre un grupo de personas. En ciertas organizaciones hay algunos grupos establecidos de manera formal, que se dan por la propia composición de la empresa, pero también hay otros que se desarrollan por las características de los empleados.

No obstante, aclaró, no es lo mismo el trabajo en equipo que de grupo, porque mientras en el primer caso se reúnen para lograr objetivos específicos, en el segundo la distribución se hace de acuerdo a las capacidades de cada quien.

En las empresas podría darse por hecho que se labora para alcanzar metas comunes y para ese fin se comprometen, porque además comparten valores y les gusta lo que hacen; sin embargo, no siempre es así y la gente trabaja más en grupo que en equipo, sostuvo.

No es conveniente aplicar esta modalidad si hay conflictos por la diversidad de personalidades, por el poder o si los objetivos son a corto plazo; incluso, si se lleva a cabo un proyecto y no se tiene el avance planeado, es mejor dejar la responsabilidad de determinadas tareas a un solo individuo.

En cuanto a sus ventajas, la universitaria destacó que se pueden tener diversas opiniones desde perspectivas variadas, lo que enriquece el enfoque que se tiene y, en consecuencia, se obtienen mejores resultados, precisamente por la riqueza de pensamiento.

Uno de los temas relacionados con esta forma de trabajar es el del liderazgo, tanto formal como informal; se debe considerar porque hay casos en los que es determinante la guía de un líder, que haga un seguimiento y permita el aporte de ideas. Además, son las personas que dan la cara por el equipo quienes tienen que valorar los avances del proyecto e identificar el talento y lo que puede aportar cada integrante.

Resulta favorable en pequeñas y medianas empresas porque no están tan delimitadas las funciones, lo que hace factible ser más flexibles al realizar proyectos; así, los empleados serán capaces de llevar a cabo sus funciones y las de sus compañeros, si es preciso, señaló.

Otro impacto, muchas veces negativo, es el bienestar, pues esa modalidad genera niveles altos de estrés por los conflictos que pueden originarse del trato con los compañeros.

Finalmente, la especialista en recursos humanos consideró que ser colaborativo debe representar un valor que las personas desarrollen en los ambientes laborales y no sólo lo hagan si la organización se los pide con el propósito de alcanzar ciertos objetivos.

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El trabajo en equipo no es favorable para todo ni para todos; antes de ponerlo en práctica es necesario evaluar el potencial de la persona, sus debilidades y fortalezas, también si el tipo de proyecto a desarrollar requiere de esta forma de laborar.
Adriana Martínez, de la FP de la UNAM.