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Boletín UNAM-DGCS-587
Ciudad Universitaria.
11:00 hs. 11 de octubre de 2015

 

   

REALIZA LA UNAM INVESTIGACIÓN SOBRE TROMBOSIS VENOSA EN VIAJEROS

• Es la primera que se lleva a cabo en un país en desarrollo
• Se trata de una complicación de salud que ocurre por la permanencia en un ambiente de cabina (dentro de un avión) por más de cuatro horas
• La mitad de los viajeros no sabe que existe; sólo nueve por ciento acudió al médico por motivo de su viaje y en su mayoría no recibió información al respecto, señaló Jorge Díaz, responsable de la Clínica del Viajero de la FM
• Este 13 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Trombosis

La Clínica del Viajero de la Facultad de Medicina (FM) de la Universidad Nacional, con sede en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), lleva a cabo la primera investigación en un país en vías de desarrollo, y una de las pocas a escala mundial, en torno a la trombosis venosa del viajero, una complicación de salud que se registra por la permanencia en un ambiente de cabina por más de cuatro horas.

El aire seco y frío de un avión, que deshidrata las mucosas respiratorias, y la posición de las piernas en un asiento de espacio limitado que impide la movilidad, propician que el retorno venoso, desde las piernas al corazón, se vea disminuido.

En personas con factores de riesgo adicionales, como enfermedades cardiovasculares, edad y cierta estatura, podría activarse la “cascada” de coagulación, es decir, la generación de coágulos que después se desprenden, generan émbolos que van por el sistema circulatorio y condicionan problemas de hinchazón de piernas y de trombosis venosa que pueden llevar, incluso, a una tromboembolia pulmonar fatal, explicó Jorge Baruch Díaz Ramírez, responsable de la Clínica.

En el marco del Día Mundial de la Trombosis, que se conmemora este 13 de octubre, el experto detalló que la deshidratación aumenta si la persona consume café o bebidas alcohólicas durante el viaje. Además, la misma posición de las piernas genera estasis venosa (circulación lenta) y la flexión de las rodillas impide un buen retorno de la sangre. Esto se agudiza en quienes miden más de 1.85 o menos de 1.65 metros, porque las primeras llevan las piernas excesivamente flexionadas y, las segundas, colgando.

A tales factores se suman la edad (a partir de 40 años y sobre todo mayores de 60), tabaquismo, hipertensión, diabetes, problemas con triglicéridos, embarazo y vuelos frecuentes; es decir, quienes visitan cuatro destinos en un solo viaje en menos de dos semanas. Todos ellos son factores de riesgo que predisponen a esta complicación.

El universitario explicó que es difícil dar seguimiento a la trombosis venosa porque no se presenta en el momento. “La mayor parte de los casos se registra de tres a cuatro semanas después de haber hecho el vuelo; además, la comunidad médica no está acostumbrada a incluir en las historias clínicas la pregunta de si hizo algún viaje reciente”.

El estudio comenzó luego de que las autoridades aeroportuarias lo autorizaran. La muestra para esta investigación fue de 600 personas, 70 por ciento (422) mexicanos y 57 por ciento mujeres, cuyos destinos eran Madrid (más de ocho horas de vuelo) y Lima (más de cinco).

La encuesta validada se aplicó en orden aleatorio y se invitó a participar a individuos de más de 40 años en la sala de última espera. Médicos y personal de enfermería debidamente identificados explicaron el propósito del estudio; asimismo, los viajeros firmaron su aviso de privacidad y con un folio pudieron consultar los avances de la investigación por Internet. De igual manera, recibieron un folleto con ejercicios o medidas para prevenir el riesgo respectivo.

Los resultados

La población de estudio se dividió entre mayores y menores de 60 años. Entre 15 y 30 por ciento de los viajeros tiene problemas de dislipidemias (concentraciones anormales de grasas en sangre); 19 por ciento padece tabaquismo; 30 por ciento varices en las piernas; dos por ciento cáncer; cinco por ciento tuvieron alguna cirugía en los últimos tres meses, y 20 por ciento es obeso.

Para el estudio, el propósito de viaje es importante porque la población que más se enferma es la que visita a familiares y amigos; en segundo lugar la que se moviliza por negocios, y hasta el último, la que lo hace por placer.

Dentro de la muestra, 14 por ciento visita a familiares y amigos; 12 se traslada por motivos de trabajo, y la mayoría, 67 por ciento, por placer. Es viajero frecuente el 17 por ciento. “Nos empezamos a dar idea de cuáles son las poblaciones vulnerables y en qué proporción están distribuidas en este aeropuerto”.

En cuanto a cómo perciben los viajeros a la trombosis, sólo nueve por ciento la considera de alto riesgo al viajar; 28 cree que es moderado y 60 por ciento piensa que es bajo.

Así se demuestra la falta de conocimiento del tema. Por ejemplo, la mitad de los viajeros no sabía que existe esta complicación durante el viaje y nunca había escuchado hablar de ella; sólo nueve por ciento acudió al médico por motivo de su traslado y de ese porcentaje, en 85 por ciento de los casos no obtuvieron información ni medidas preventivas por parte de sus médicos. Aún más: 60 por ciento desconoce los factores de riesgo.

La prevalencia de hipertensión y diabetes es menor o está más controlada en la población viajera que en la general, porque 78 por ciento tiene estudios de licenciatura y posgrado, lo que “podría asociarse con una mejor calidad de vida”.

Todos estos datos “nos dan una idea de cómo es el estado de salud de los viajeros, por lo menos de esos dos vuelos”. Este tipo de estudios permitirá hacer una valoración real del peligro y establecer una tasa de incidencia estimada de cuántos eventos de trombosis pueden estar asociados con un vuelo.

Una vez recabada la información y concluido el análisis de los datos, se planean alianzas con las aerolíneas, “que nunca se han hecho”, para instrumentar una campaña de prevención.

Mientras tanto, Díaz Ramírez recomendó evitar el consumo de alcohol y bebidas con cafeína durante el vuelo; movilizarse por lo menos una vez, ir al baño o caminar en el pasillo; hacer ejercicios de flexión de rodillas, talones y masaje en las pantorrillas en el asiento; y en caso de embarazo, acudir al médico para determinar si es necesario un anticoagulante antes de tomar el avión.

Asimismo, mantenerse hidratado con un vaso de 240 mililitros cada cuatro o seis horas y no dormir por periodo prolongados, por más de seis horas, porque de otra manera, con la inmovilidad disminuye la frecuencia respiratoria y la saturación de oxígeno y aumenta la probabilidad de formación de coágulos, concluyó.

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Jorge Baruch Díaz Ramírez, responsable de la Clínica del Viajero de la Facultad de Medicina.