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Boletín UNAM-DGCS-498
Ciudad Universitaria.
11:00 hs. 29 de agosto de 2015


José Antonio Vela


El mural de Juan O’Gorman se localiza en el frontispicio del Teatro Lila Cockrell.

La obra de O’Gorman fue una de las principales atracciones del HemisFair ’68 (imagen tomada del libro Old San Antonio, de 1968, que conmemoraba gráficamente los 250 años de la ciudad texana).

El muro vitral de Carlos Mérida se ubica dentro del Centro de Convenciones Henry B. González y mide poco más de tres pisos de altura.

LA UNAM, AL RESCATE DEL LEGADO DE O’GORMAN EN TEXAS

• Instalado en San Antonio en el marco de la HemisFair de 1968, con el tiempo muchos estadounidenses olvidaron la importancia del mural La confluencia de las civilizaciones en las Américas; la Universidad, a través de su campus en esa ciudad, editará un libro sobre esta obra
• La entidad también ha organizado ponencias, encuentros e incluso logró que las empresas dedicadas a ofrecer paseos turísticos incluyeran una explicación detallada sobre esta creación de uno de los artistas mexicanos de más renombre

En lo alto del Teatro Lila Cockrell, erigido en las márgenes del río que cruza San Antonio (SA), Texas, se aprecia una escena dibujada con miles de mosaicos en color que, de inmediato, recuerdan a la Biblioteca Central de CU. Se trata del mural La confluencia de las civilizaciones en las Américas, creado por Juan O’Gorman para la exposición HemisFair de 1968, con la que esa urbe conmemoraba 250 años de su fundación.

Celebrado en su momento por asistentes y organizadores del encuentro como “un punto focal y una antesala espectacular a la feria”, el tiempo y su paso provocaron que muchos estadounidenses olvidaran su importancia y comenzaran a verlo como un decorado más del afamado River Walk. Por esta razón la UNAM, a través de su campus texano, emprendió una serie de esfuerzos encaminados a un solo objetivo: rescatar y revalorar este legado artístico.

“El más importante es el libro que está por aparecer y para el cual logramos algo jamás hecho, descolgarnos varios metros sobre el suelo para fotografiar sus teselas a detalle. Ello requirió permisos, pero el resultado valdrá la pena; jamás esta pieza fue vista tan de cerca ni desde esta perspectiva”, señaló el director de la UNAM-SA, José Antonio Vela.

Las imágenes fueron captadas por la lente de un reconocido francés, mientras que el texto saldrá de la pluma de una autora local. Sobre el porqué de esta labor por parte de una institución reconocida por sus cursos de inglés y español, el académico subrayó que la labor de la UNAM en Estados Unidos también es la de preservar y difundir el legado de México más allá de las fronteras.

“Como universitario radicado lejos de casa me emociona tener una obra de O’Gorman aquí y, mejor aún, a sólo 100 metros de nuestras instalaciones. Cada vez que camino por el lugar no puedo evitar levantar la mirada y maravillarme; emprender un proyecto tan ambicioso como el de un libro se explica por la necesidad de compartir algo: deseo que al pasar por aquí cada vez más personas eleven sus ojos y, al hacerlo, experimenten lo mismo que yo”.

Un paseo por el río

Joshua nació en San Antonio por casualidad, pues sus padres se mudaron impulsivamente a Texas, decididos a poner distancia entre ellos y los crudos inviernos de Chicago. A sus 24 años, hoy el joven conduce una de las embarcaciones que recorren los canales de la ciudad y, por un boleto de ocho dólares con 25 centavos, da explicaciones a los turistas sobre los edificios a cada lado del afluente.

Del mural de O’Gorman asegura saber mucho, pero desde hace muy poco y sólo porque comenzó a trabajar para la Rio San Antonio Cruises. “Desde niño lo veía de camino al parque, mas nunca pregunté por él. Todo cambió hace poco, pues antes de ponerte al frente de una barcaza los dueños de la compañía te dan un guión a memorizar. Como debemos hacer un alto ante él y describirlo, me familiaricé con su historia”, explicó.

Durante décadas, los lancheros pasaban frente al Teatro Lila Cockrell (nombrado así en honor a la primera alcaldesa del sitio) sin hacer alusión a La confluencia de las civilizaciones en las Américas, hasta que la UNAM-SA detectó esta omisión e intervino.

“Por ser una institución con fuerte arraigo en la comunidad —tenemos más de siete décadas aquí— solemos dialogar con autoridades y representantes locales. Ello nos permitió conversar con las empresas encargadas de estos recorridos e invitar a sus guías a tomar clases en nuestras aulas, donde expertos del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) les hablaron de O’Gorman y su relevancia. Así, después de unas cuantas sesiones, salieron de nuestra escuela con una nueva visión de las cosas”, explicó el maestro Vela.

Antes de atracar en el embarcadero, estas pequeñas naves dan vuelta donde está la obra, lo que hace que la explicación impartida sea doblemente extensa, pues los timoneles deben recitar datos, fechas y referencias mientras pisan freno y ejecutan esta maniobra.

“No obstante, antes de este curso había barqueros que, al ser cuestionados sobre la autoría de esta pieza pictórica respondían: ‘Es de Lila Cockrell’ y, sin más, se alejaban. El que hoy se ofrezca información correcta se debe, en gran parte, a las acciones emprendidas por la UNAM”, aseveró.

Joshua se puso detrás de un timón hace pocos meses, cuando su esposa le anunció que tendrían una hija. Como las conferencias universitarias se impartieron tiempo atrás, cuando él ni siquiera pensaba en surcar las aguas de SA como forma de vida, no pudo asistir a las lecciones, aunque le hubiera gustado.

¿Dices que están por sacar un libro?, pregunta el joven. “Como sanantoniano puedo decir que el mural de O’Gorman es un ícono de mi ciudad, uno del que no sabemos tanto, pero todos en algún momento lo hemos visto. Si consigo un ejemplar le leeré algunos fragmentos a mi pequeña para que, una vez que crezca, sienta orgullo por éste y, si alguien le pregunta, sepa argumentar por qué”.

Historia de un mural

Los indígenas papayos que vivían en la hoy capital del condado de Bexar llamaban Yanaguana al río que corría por sus tierras, hasta que los primeros exploradores españoles lo rebautizaron como San Antonio, tras arribar al enclave en el día consagrado a este patrono.

Este episodio ejemplifica un fenómeno repetido en todo el continente: el de dos cosmovisiones que, al enfrentarse, dan pie a realidades distintas, algo que Juan O’Gorman reproduciría gráficamente 250 años después en La confluencia de las civilizaciones en las Américas y que, con deliberación y tino, colocó sobre las aguas del Yanaguana.

Invitado a colaborar con la HemisFair ‘68 por el presidente de este encuentro, Marshall Steves, así como por Ike Kapmann y su esposa Flora (quienes lo patrocinaron mediante su fundación filantrópica), el artista de ascendencia irlandesa bosquejó una escena cuyo tema, como escribiría él mismo, “es la influencia europea y autóctona en la formación de la cultura”.

Para el maestro Vela, esta creación es un fragmento de México —y de la UNAM misma— enraizado en el corazón de la segunda ciudad más grande de Texas. O’Gorman también reparó en este detalle, al grado que en sus memorias explicaría: “La fabricación del mosaico se hizo en el pueblo de Coapa, al igual que el de la Biblioteca Central de CU, con la única diferencia de que los recolados eran más pequeños”.

A punto de cumplirse medio siglo de la gestación del mural —“el trabajo previo a su instalación requirió de agosto hasta el fin de 1966”—, la UNAM San Antonio se prepara para conmemorar el aniversario con un libro y diversas actividades, en las que podría unir fuerzas con el IIE.

El objetivo, añadió, es devolver a la obra de O’Gorman el prestigio que alguna vez tuvo. Sobre las razones de por qué se diluyó su relevancia en el imaginario texano, los especialistas no dan razones concretas, pero conjeturan que detrás de esto están los muchos años transcurridos; los lugareños también tienen una fórmula para expresar el olvido derivado del tiempo, sólo que ellos dicen, llanamente, “es que ha corrido mucha agua debajo del puente”.

El secreto mejor guardado de San Antonio

A escasos 30 metros de la creación de O’Gorman —casi enfrente, pero al otro lado del afluente— hay otra igual de importante que, pese a medir más de tres pisos de altura, es poco conocida. Se trata de un muro vitral en el que, mediante figuras geométricas de inspiración precolombina, Carlos Mérida recreó su particular visión del encuentro de dos mundos.

“Hacer visible la propuesta de este artista mexicano-guatemalteco es otra de las tareas que nos hemos encomendado”, refirió el director del campus texano. No obstante, en este caso la tarea se complica porque, pese a sus dimensiones, por estar dentro del Centro de Convenciones Henry B. González no es muy visitado.

“Lo paradójico es que en pocos lugares del orbe hay dos obras monumentales —y de autores tan importantes— así de encontradas; casi están una frente a otra”, dijo el maestro Vela, quien agregó que, al igual que con O’Gorman, la UNAM San Antonio tiene planeadas diversas actividades para revalorar la presencia de este pintor en esa urbe.

“Aquí, muchas manifestaciones artísticas parecen sobrevivir rodeadas de silencio; parte de nuestro trabajo es romperlo y generar un ambiente propicio para que la gente empiece a hablar de ellas. Con todo lo que haremos en el renglón, estoy seguro de que también, en breve, comenzarán a hablar de nosotros”.

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Los guías que recorren el río San Antonio hacen alto frente al mural de O’Gorman y dan explicaciones sobre su importancia.