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Boletín UNAM-DGCS-491
Ciudad Universitaria.
14:00 hs. 26 de agosto de 2015


César Flores Coto

   

SUPERAR LA ETAPA DEL ZOOPLANCTON, PRUEBA DE SUPERVIVENCIA MARINA

• En sus primeras fases de vida, muchas especies de peces forman parte del ictioplancton, con el que se alimentan otras más grandes, afirmó César Flores Coto, del ICMyL de la UNAM
• En el Laboratorio de Zooplancton se estudian muestras de larvas y huevecillos para conocer la distribución de especies, incluidas las de interés comercial

Para los peces y otros seres marinos sus primeras fases de vida, cuando son huevecillos y larvas, son definitivas, pues su capacidad de supervivencia define si mueren como alimento de animales más grandes o viven para desarrollarse hasta la etapa adulta.

“Huevecillos y larvas de peces y otras especies marinas son parte del zooplancton, y avanzar de ese estadio significa pasar una prueba de supervivencia, pues en el océano el asunto es sencillo: comer o ser comido”, resumió César Flores Coto, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM.

Desde hace más de 40 años el especialista trabaja en el Laboratorio de Zooplancton de esa entidad académica, que ofrece un abordaje para analizar las estrategias de supervivencia marina y la evolución de las especies, así como la distribución de las mismas (tanto las de interés comercial como el resto).

“Algunas tienen la estrategia de producir hasta 12 millones de huevos, pues su mortalidad es muy alta, mientras otras que viven en los arrecifes tienen pocos huevos, pero muy protegidos”, señaló.

En el mar es muy clara la cadena trófica, un proceso de transferencia de energía presente en toda comunidad biológica. En ésta, un eslabón se alimenta del que lo precede, pero luego es comido por el siguiente.

En este universo el zooplancton, un grupo de pequeñísimos organismos (la mayoría microscópicos) que flotan en la columna de agua, tiene un papel fundamental, pues transfiere la energía captada por las algas a niveles tróficos superiores.

Laboratorio de Zooplancton

Desde el origen del ICMyL, recordó, un grupo de investigadores se dedicaron a trabajar con el plancton: unos en fitoplancton (que agrupa a organismos como algas y bacterias con capacidad fotosintética) y otros en zooplancton (que reúne desde los organismos más primitivos, hasta etapas larvarias de vertebrados).

“Se refiere a animalitos que viven en el agua, son muy pequeños e incapaces de ir en contra de las corrientes marinas, así que su distribución tiene que ver con éstas. Mientras un tiburón o un atún va a donde quiere, los organismos del plancton se mueven con la masa de agua”, expuso.

Del zooplancton existen dos grupos: el holoplancton, que incluye a organismos que siempre son parte del plancton, y el meroplancton, donde los individuos son plancton sólo en una etapa de su vida.

“El meroplancton incluye a toda la escala zoológica marina en su primera etapa de vida y el principal interés del laboratorio es el ictioplancton, donde están las larvas y huevecillos de peces, que nos dan información útil para conocer más acerca de los recursos pesqueros del país”, explicó.

En general las especies que siempre son plancton (menos evolucionadas que los vertebrados) han sido, sin embargo, capaces de sobrevivir con sus estrategias de vida, pues aunque sean comidos por otros desarrollan grandes poblaciones.

“Al analizar una muestra encontramos, por ejemplo, 50 individuos de una especie, 20 de otra, dos y uno de otras más, pero todas sobreviven porque sostienen una estrategia de miles de millones de años”, abundó.

Muestreo horizontal

Existe una distribución vertical ontogénica en la que, en sus varias etapas, las especies viven en diferentes niveles. “A veces las larvitas están un poco más profundas debido a su alimentación de pequeñas plantas y flagelados, pero al profundizar más y alejarse de la luz, su posibilidad de pasar desaparecidas es mayor, lo que garantiza su supervivencia”.

Flores Coto recordó las 40 campañas oceanográficas en las que ha participado y en las que, durante años, utilizaron redes Bongo y, más recientemente, redes cierre, que les permiten muestrear estratos. A veces necesitamos escalas muy finas. Por ejemplo, en una columna de unos 20 metros, con tres estratos podemos precisar la profundidad que ocupan las larvas.

El muestreo es horizontal, se barre de manera simultánea. Tras sacar los ejemplares de la red se guardan en frasquitos con formol y ya en el laboratorio se separan las larvas y se identifican una por una. “Esta labor se logra casi siempre en los primeros 200 metros, aunque hicimos algunas campañas para muestrear hasta mil metros”, precisó.

En las que van de cero a mil metros, en capas de 200 metros, se distingue la distribución de especies en vertical, y si hay diferencias en términos de los tamaños de las larvas y los peces en cada franja.

“Hemos trabajado sobre todo el sur del Golfo de México (desde el norte hasta Yucatán) y actualmente estamos involucrados con un proyecto grande de la Secretaría de Energía”, finalizó.

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El plancton está formado de animalitos que viven en el agua, son muy pequeños e incapaces de ir en contra de las corrientes marinas. Mientras un tiburón o un atún va a donde quiere, los organismos del plancton se mueven con la masa de agua.
César Flores Coto, investigador del ICMyL de la UNAM.