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Boletín UNAM-DGCS-407
Ciudad Universitaria.
06:00 hs. 14 de julio de 2015


Virginia Reyes Audiffred

   

PRIORITARIO QUE LOS CUIDADORES FAMILIARES DE ADULTOS MAYORES DEPENDIENTES RECIBAN APOYO

• Dedican, en promedio, 12 horas del día a esa atención y hasta 17 en los casos de dependencia grave; en consecuencia, descuidan otras esferas de la vida, detalló Virginia Reyes Audiffred, de la ENEO

Para el cuidador familiar, aquella persona que satisface las necesidades y toma decisiones para la atención del adulto mayor con dependencia –generalmente mujeres: esposa, hijas o hermanas– y que no recibe remuneración, sería prioritario recibir apoyo psicológico y económico, “porque aunque llevan a cabo esa actividad con la mejor intención, muchas veces resultan afectados en su salud”, detalló Virginia Reyes Audiffred.

La académica de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO) de la UNAM añadió que las mujeres cuidadoras no sólo consumen sus ingresos en esa tarea, sino que no tienen tiempo para atender su propia salud y acudir al médico.

En promedio dedican 12 horas (de día y de noche) y viven una situación difícil porque descuidan otras actividades como la atención de su propia familia, si son casados, o laboral, hasta el grado de tener que renunciar a su trabajo. En el caso de alguna dependencia grave, se destinan hasta 17 horas diarias.

Muchos padecen el llamado síndrome de sobrecarga al cuidador, que consiste precisamente en un exceso biológico, psicológico y emocional. No sólo carecen de tiempo para ir a revisiones médicas, sino que se alimentan cuando pueden. Con un promedio de edad de 50 años, padecen enfermedades crónicas degenerativas, como diabetes mellitus o hipertensión arterial.

En el aspecto psicológico, se trata de individuos que se aíslan porque todo el tiempo están dentro de su domicilio y pueden presentar depresión. Así ocurrió en uno de los casos analizados en la investigación doctoral de Reyes Audiffred, donde una cuidadora presentó tristeza profunda acentuada con un descontrol de la hipertensión, lo que le provocó un infarto al miocardio y hospitalización. “Incluso ahí pensaba en su mamá, que requería asistencia”.

Además, en lo emocional también se registran conflictos o problemas con los hijos o esposo, que ya casi no ven o que quedan desplazados, incluso, dentro de los espacios habitacionales: antes dormía con el cónyuge y ahora debe hacerlo con el familiar dependiente. Todo eso afecta y ocasiona crisis graves que no se pueden resarcir porque el adulto mayor puede vivir en ese estado mucho tiempo.

Para ellas, esa actividad es una retribución o la oportunidad de hacer algo por quien en algún momento las cuidó. Pero también tiene significados negativos y la califican como una “carga”, “cruz” o “castigo”.

Virginia Reyes explicó que 88 por ciento de la atención que requieren los adultos mayores lo brinda la familia; el resto corre a cargo de las instituciones de salud. “Seguramente la cifra va en aumento porque ese sector de la población, que hoy es de 9.1 por ciento del total, también se incrementa, lo mismo que la esperanza de vida que es, en promedio, de 75 años para los mexicanos”.

Conforme avanza la edad, la gente se hace dependiente (en niveles que van de ligero y moderado, a grave), ya sea por la presencia de afecciones crónico-degenerativas o por el mismo proceso de envejecimiento. Así, requieren de apoyo para realizar actividades básicas de la vida diaria, como ir al baño, el aseo y la movilidad.

“En mi tesis doctoral tomé en consideración personas con dependencia grave, por presentar secuelas de accidente vascular cerebral –es la obstrucción del riego sanguíneo en el cerebro–, como parálisis de la mitad del cuerpo”.

En esos y otros casos, los cuidadores requieren capacitación, porque si su paciente egresa del hospital no saben realizar actividades, incluso básicas, como moverlo sin ayuda o tender la cama para alguien que permanecerá acostado las 24 horas del día.

También desconocen cómo darles de comer o bañarlos, lo que implica riesgos, como caídas. De ese modo, sólo se recibe una orientación breve e insuficiente en los hospitales y la asistencia que se brinda es por ensayo y error.

Ante esa situación, la universitaria recomendó que los servicios de atención médica a domicilio que brindan algunos hospitales incluya, con auxilio de las enfermeras, capacitación.

Para su situación psicológica se requieren grupos de apoyo donde convivan con personas que enfrentan la misma situación y compartan vivencias. También, que se involucren los demás integrantes de la familia, hombres o mujeres, en el cuidado del adulto mayor, y que no prevalezca un sesgo de género.

Las mujeres deben asumir que no pueden tomar la responsabilidad al 100 por ciento, porque quien lo hace deja de brindar un cuidado de calidad, pues se vuelven personas cansadas, deprimidas y aisladas.

De igual manera, aceptar que todos, incluidos los hombres, tenemos la capacidad de asistir a un enfermo. Cuando eso suceda se dará un cambio importante; la responsabilidad es de todos, finalizó Virginia Reyes Audiffred.

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Para las cuidadoras esa actividad es una retribución o la oportunidad de hacer algo por quien en algún momento las asistió. Foto cortesía Virginia Reyes
Virginia Reyes Audiffred, académica de la ENEO.