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Boletín UNAM-DGCS-399
Ciudad Universitaria.
06:00 hs. 10 de julio de 2015


Max Schmulson

   

ANALIZAN FACTORES PSICOLÓGICOS QUE INFLUYEN EN EL SÍNDROME DE INTESTINO IRRITABLE

• Es el trastorno funcional digestivo más frecuente; se calcula que, según el estudio que se cite, entre cuatro y 20 por ciento de la población mundial lo padece, así como 16 por ciento de los mexicanos

En el orbe, el Síndrome de Intestino Irritable (SII) es la primera causa de consulta al gastroenterólogo y está entre los 10 primeros motivos de visita al médico general. Además, es el trastorno funcional digestivo más frecuente; se calcula que, según el estudio que se cite, entre cuatro y 20 por ciento de la población mundial lo padece, así como 16 de cada 100 mexicanos.

Se le clasifica entre los trastornos funcionales digestivos porque no tiene una base estructural u orgánica (por lo menos no se ha descubierto ninguna con los métodos diagnósticos disponibles en la actualidad). Se manifiesta por la presencia de dolor o malestar en el vientre, cuya sensación más reconocida es la distensión del abdomen asociada a cambios en el hábito intestinal como estreñimiento, diarrea o una combinación de ambos.

En un principio se pensó que era un padecimiento psicosomático y que su aparición respondía a alteraciones psicológicas como la ansiedad, la depresión y el estrés; después, a dificultades de la motilidad intestinal (movimientos del intestino).

También, a problemas de la sensibilidad visceral (modo en que se transmite o percibe el dolor en el intestino) y, más tarde, a una alteración de la comunicación entre el cerebro y el intestino que también modificaría la motilidad intestinal y la sensibilidad visceral (estos órganos están comunicados de manera bidireccional, es decir, el cerebro recibe información del intestino y responde, pero también envía información original a éste).

Posteriormente, se planteó que su origen tenía que ver con un proceso inflamatorio que no ha podido ser diagnosticado con las técnicas de histología puestas en práctica durante las biopsias de rutina. Igualmente, se ha afirmado que es consecuencia de condiciones inadecuadas de la microbiota (conjunto de microorganismos) del tracto intestinal. Sin embargo, lo más seguro es que se trate de un padecimiento multifactorial (todos y cada uno de los elementos referidos intervienen).

Esta característica dificulta el tratamiento de la afección. Como cada paciente presenta un factor predominante, el procedimiento es individualizado: se prescribe de acuerdo con el síntoma que predomina en cada uno.

Estudio transcultural

Con el fin de determinar la relación que puede existir entre el estilo de apego en las relaciones personales, el catastrofismo y los pensamientos negativos sobre el dolor en los pacientes, se llevó a cabo un estudio transcultural coordinado por Charles y Mary-Joan Gerson, de la División de Gastroenterología del Mount Sinai School of Medicine, en Nueva York, Estados Unidos.

Uno de los especialistas que colaboraron con ellos fue Max Schmulson, profesor titular del Laboratorio de Hígado, Páncreas y Motilidad (HIPAM) de la Unidad de Investigación en Medicina Experimental de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM en el Hospital General de México “Doctor Eduardo Liceaga”.

Es el tercer estudio transcultural sobre esa afección. Los otros dos también fueron coordinados por los doctores Gerson (él es gastroenterólogo y ella psicóloga). Este tipo de investigaciones es muy importante hoy en día porque hay factores culturales y étnicos que pueden repercutir en la manera en que se manifiesta el padecimiento en diversas partes del mundo, dijo Schmulson.

En él participaron hombres y mujeres de México (DF), Estados Unidos (Nueva York y Los Ángeles), Italia (Roma y Bari), Rumania, China, Irán e India, con síndrome de moderado a grave, edad promedio de 39 años y alto nivel socioeconómico y educativo.

“De cada lugar se incluyeron 50 pacientes y 20 personas que no sufrían este trastorno funcional digestivo (sujetos-control). Todos los pacientes requieren atención médica porque su afección impacta significativamente en su calidad de vida y actividades diarias”.

El estilo de apego, vinculado al SII

El estilo de apego tiene sus orígenes en la infancia, cuando el recién nacido aprende a relacionarse con su cuidador principal y, por lo tanto, a desarrollarse social y emocionalmente. Básicamente hay cuatro: seguro, ansioso, de evitación y una combinación de estos dos últimos: temeroso-de evitación.

Un individuo con apego seguro es capaz de identificar a una figura que puede ayudarlo si lo necesita; uno con estilo ansioso busca la proximidad de la figura primaria y, al mismo tiempo, se resiste a ser tranquilizado por ella o se muestra agresivo; con el de evitación tiende a mantener cierta distancia emocional de personas y objetos supuestamente amenazantes; y con el temeroso-de evitación quiere la cercanía de alguien, pero ésta se ve comprometida por su temor.

“Ahora sabemos que un apego ansioso o de evitación puede estar asociado a enfermedades que pueden impactar, de manera más significativa, la calidad de vida; afectar la forma en que éstas se afrontan en la edad adulta y propiciar malos resultados durante esos estados patológicos. El estilo de apego nunca antes había sido estudiado en relación con el SII”, indicó el universitario.

Por otro lado, el catastrofismo alude a la actitud de quien siente que nunca podrá adaptarse a un problema de salud (en este caso, dicho síndrome) o que es imposible que mejore. Y, finalmente, los pensamientos negativos sobre el dolor son aquéllos que experimenta con frecuencia un paciente que cree que nunca va a poder controlarlo o que él mismo hace algo que se lo produce.

Al analizar el papel que juegan estos tres factores, los expertos llegaron a la conclusión de que los estilos de apego ansioso y de evitación tienen una influencia negativa indirecta en la gravedad de ese padecimiento.

“En cuanto al catastrofismo y los pensamientos negativos sobre el dolor, se hizo un análisis a partir del cual vimos que son mediadores entre los apegos ansioso y de evitación, y la gravedad del síndrome.

“Asimismo, descubrimos que tanto el apego como el catastrofismo y los pensamientos negativos sobre el dolor varían de una región geográfica a otra, lo que significa que hay factores culturales o de la vida de cada lugar que pueden hacer que una persona tenga un determinado estilo y que, además, esto influya de una manera diferente en la forma en que manifiesta su SII”.

En comparación con los pacientes de otros países, los mexicanos presentaron niveles intermedios en la calificación de los apegos ansioso y de evitación, así como niveles bajos en catastrofismo y pensamientos negativos sobre el dolor.

“Estas calificaciones son favorables, pues indican que los pacientes mexicanos tienen una mejor respuesta al tratamiento. Ahora bien, no podemos generalizar. Debemos recordar que los que participaron en este estudio poseen un alto nivel socioeconómico y educativo, habría que ver si con uno menor obtendrían calificaciones iguales”, finalizó Schmulson.

El artículo donde aparecen los resultados del estudio fue publicado recientemente en la revista Neurogastroenterology & Motility, con el título “A cross-cultural investigation of attachment style, catastrophizing, negative pain beliefs, and symptom severity in irritable bowel syndrome”.

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Max Schmulson, profesor titular del Laboratorio de Hígado, Páncreas y Motilidad de la Unidad de Investigación en Medicina Experimental de la FM de la UNAM en el Hospital General de México.