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Boletín UNAM-DGCS-298
Ciudad Universitaria.
11:00 hs. 24 de mayo de 2015


Patricia Escalante

Patricia Escalante Pliego, del Instituto de Biología de la UNAM.

Foto cortesía Juan Martínez

Foto cortesía Juan Martínez

RESUELVEN INVESTIGADORES EL DEBATE TAXONÓMICO EN TORNO A LA PARDELA DE REVILLAGIGEDO

• El hecho será relevante para la conservación del ave marina más rara y en mayor peligro de extinción de México y el continente americano
• Además, los integrantes de los institutos de Biología de la UNAM, y de Ecología, del Conacyt, confirmaron su presencia en el interior de Isla Clarión, en el archipiélago de Revillagigedo, donde no se le había reportado desde hace casi 30 años
• Esta investigación fue publicada en la Revista de Ornitología en Alemania

Un grupo científico de los institutos de Biología de la UNAM (IB) y de Ecología del Conacyt (Inecol), así como de la Universidad Estatal de San Francisco (SFSU), aportaron valiosa información genética al debate taxonómico en torno a la pardela de Revillagigedo (Puffinus auricularis auricularis), el ave marina más rara y en mayor peligro de extinción de México y el continente americano.

Por primera vez, el equipo analizó ADN de especímenes de la pardela de Revillagigedo de la Colección Nacional de Aves, que resguarda el IB, y de la colección de la Facultad de Ciencias, así como muestras actuales de la especie de Isla Socorro, y las compararon con la información genética de las pardelas de Newell (Puffinus auricularis newelli), que viven en Hawái.

A diferencia de la separación propuesta por algunos autores, que se basan en diferencias morfológicas sutiles y de temporada de anidación, los investigadores encontraron que entre ambas prácticamente no existe divergencia genética y que, por tanto, no hay justificación para considerarlas especies separadas.

Las divergencias en el plumaje se restringen a la coloración del cuello, que es blanca y negra en ambas, pero en la de Revillagigedo la división entre las dos tonalidades es más difusa; en cuanto a la fenología, las de Newell se reproducen en los meses del verano, mientras que las de Revillagigedo lo hacen en invierno debido a la presencia de huracanes. Los datos genéticos sugieren que ambas poblaciones están en procesos incipientes de diferenciación, pero no es suficiente para considerarlas diferentes.

Además, el equipo confirmó la presencia de las pardelas de Revillagigedo en el interior de Isla Clarión, que forma parte del archipiélago del mismo nombre, donde fue descubierta y en el que no se le veía desde hace casi 30 años. Esta investigación fue publicada recientemente en la Revista de Ornitología en Alemania.

La afinidad taxonómica mostrada por las pardelas debe dar lugar a estrategias de conservación coordinadas, debido a sus similitudes en varios aspectos clave de sus ciclos de vida. Sería benéfica la colaboración entre este equipo de investigadores y grupos similares en Hawái para desarrollar estrategias encaminadas a la preservación de esta especie en ambos archipiélagos.

El reto de la conservación

Patricia Escalante Pliego, del IB, señaló que las islas son laboratorios biológicos muy frágiles; son el hábitat de las pardelas, aves marinas grandes, con alrededor de 32 a 35 centímetros de pico a cola y con envergadura alar de 71 a 83 centímetros.

Sus crías tardan alrededor de tres meses en desarrollarse y dependen de la cantidad de alimento que consigan los progenitores. Lejos de depredadores, anidan en madrigueras que cavan en el suelo. Tal vez llegan a vivir 25 años o más.

No obstante, enfrentan problemas serios como las especies invasoras y la contaminación luminosa. En las islas Socorro y Clarión sufren los efectos de fauna exótica y cuando forrajean en el mar son susceptibles de quedar en las redes y palangres de los botes de pesca; además, son afectadas por la contaminación de plásticos, como otras aves marinas.

Los científicos utilizan métodos de radar. De ese modo calculan su número y determinan sus hábitos y horarios; también graban sus vocalizaciones, “pero con el mayor cuidado para evitar que los gatos encuentren los nidos”.

Para el estudio genético se emplearon muestras de ADN ancestral o antiguo, proveniente de fragmentos de hueso de dos ejemplares de la Colección Nacional de Aves del Instituto de Biología, datados en 1925, y un ejemplar de la Facultad de Ciencias más reciente, además de muestras nuevas de sangre y plumas, que permitieron valorar cuál es la situación de flujo génico.

Luego de comparar secuencias del gen mitocondrial citocromo b (cyt b) y el citocromo oxidasa I (COI) de pardelas de Revillagigedo y Newell, se llegó a la conclusión de que no existen diferencias genéticas significativas. “Era importante corroborar la situación de sus poblaciones, si se trataba de una subespecie y cuál es la prioridad de su conservación”.
Para ello, “buscamos marcadores a fin de responder preguntas sobre su población, historia, ‘demografía’ pasada y actual, y detectar si ha habido variabilidad genética o no y cuál es la conectividad entre ambas”.

El ADN mitocondrial es uno de los mejores indicadores para cuestiones poblacionales. “Dependiendo de la presencia de alelos en las poblaciones vemos presencia de mutaciones, un patrón de diferenciación entre unas y otras; en este caso, usamos los marcadores cyt b y COI, y en ambos se vio que no existe gran diferencia”.

Esa información resulta más neutral y permite establecer el tiempo de colonización de una población en un sitio, a diferencia de características como el plumaje, que puede cambiar rápido y que en ocasiones es simplemente una adaptación flexible, pero no determinante.

Revillagigedo, sostuvo Escalante Pliego, es una reserva de la biosfera. “Queremos que se tome en cuenta lo que encontramos para proteger no sólo la colonia que queda en Isla Socorro, sino a la de Isla Clarión, y que se resguarde de especies invasoras y de los impactos antropogénicos que pudieran afectar su demografía”.

Las acciones de conservación instrumentadas por este equipo científico, que en el Inecol encabeza Juan E. Martínez Gómez, incluyen la restauración de paisajes degradados a causa de jabalíes y ovejas, la protección de las zonas de anidación de perturbaciones antropogénicas excesivas y programas de mejora de anidación.

En Isla Socorro el equipo del Inecol y la Semar (Secretaría de Marina) cambiaron el tipo de luminarias para evitar la contaminación luminosa que las desconcierta por la noche. Estos esfuerzos serán fundamentales para garantizar su permanencia.

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La pardela de Revillagigedo es el ave marina más rara y en mayor peligro de extinción de México. Foto cortesía Juan Martínez