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Boletín UNAM-DGCS-263
Ciudad Universitaria.
14:00 hs. 7 de mayo de 2015


Eliaz

Felipe Amezcua Linares, responsable del Laboratorio de Ictiología y Ecología Estuarina del ICMyL de la UNAM.

Fotos cortesía Felipe Amezcua

LABORATORIO DE ICTIOLOGÍA Y ECOLOGÍA ESTUARINA, DEDICADO A LA RIQUEZA MARINA DE MÉXICO

• En aguas marinas del país se han contabilizado dos mil 100 especies de peces en ambos litorales y alrededor de 500 en agua dulce o continental
• Debido a la riqueza biológica, en la Colección Ictiológica se trabaja sólo con especies mexicanas, señaló Felipe Amezcua Linares, responsable de este espacio perteneciente al ICMyL de la UNAM
• El Laboratorio participa no sólo en el descubrimiento y descripción de nuevas especies o distribuciones, sino también en la ecología y biología de las mismas

En el grupo de los peces, que habitan desde los 11 mil metros de profundidad en los océanos, hasta por arriba de los cinco mil metros en las montañas, se vive una radiación adaptativa, es decir, un periodo de diversificación de especies.

Existen tres categorías de peces óseos, con espinas (actinopterigios): los condrósteos, los holósteos y los teleósteos, clasificados así de acuerdo con el grado de osificación de su esqueleto, que va desde una mayoría de cartílago en el primer caso, a totalmente osificado, en el último.

Entre ellos se ha dado un “estallido” de especies en “poco” tiempo, unos cuantos miles de años. El boom de los teleósteos, sobre todo del orden de los perciformes (con forma de perca, a diferencia de las anguilas, bagres o lenguados, por ejemplo), se “ha irradiado y se ha convertido en el grupo más diverso de vertebrados y el que domina los mares y aguas dulces”.

La radiación adaptativa se refiere a que los peces predominan no sólo en aguas marinas costeras –donde existe la mayor diversidad– sino también en las oceánicas y de grandes profundidades, así como en continentales, como lagos, lagunas y ríos, y en alturas considerables como en el lago Titicaca y las aguas de deshielo.

Es por ello que surgen para la ciencia no sólo nuevas especies, sino géneros y familias, explicó el responsable del Laboratorio de Ictiología y Ecología Estuarina del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM, Felipe Amezcua Linares.

A escala mundial se han contabilizado más de 26 mil especies de peces. Se trata, reiteró el experto, del grupo de vertebrados más amplio, diverso y mejor distribuido en la biosfera. En aguas marinas de México se han contabilizado dos mil 100 en ambos litorales y alrededor de 500 en agua dulce o continental.

La biogeografía marina marca diferentes zonas en los mares nacionales, entre ellas el Golfo de California, que registra el mayor número de endemismos, y la provincia mexicana, que comprende desde el sur de Guaymas hasta el Golfo de Tehuantepec.

Debido a la riqueza biológica de las aguas nacionales, en la Colección Ictiológica, a cargo del responsable del Laboratorio, se trabaja sólo con especies mexicanas. “Tenemos donaciones de algunos ejemplares de España, Estados Unidos y Centroamérica, pero no se consideran dentro de la colección, que está dedicada por completo a las que habitan en nuestro país”.

Muchas son migratorias; algunas viajan desde Alaska a Perú, como atunes y algunos tiburones pelágicos; otras son circuntropicales, presentes en la franja tropical del planeta, y otras más son transpanámicas, es decir, habitan en ambos lados del continente.

En este espacio de investigación se analiza la sistemática y la taxonomía, es decir, la ciencia básica del estudio de los peces o ictiología. El acervo científico está representado por una serie de ejemplares de toda la República, con alrededor de mil especies y 19 mil ejemplares. Los más antiguos, algunos en taxidermia, datan de la década de 1930.

En la colección se guardan datos como de dónde y cuándo fue capturado cada ejemplar, a qué profundidades y en qué medioambiente –salinidad, temperatura y oxigeno–; es decir, el entorno ecológico de las especies. “Sabemos del pez, pero también de su biología y ambiente”.

Ese aspecto ambiental incluye las interacciones alimenticias, pues los peces consumen crustáceos, moluscos, anélidos y otros peces, y con todo eso en conjunto se construyen tramas tróficas.

También se analiza la cuestión biológica: crecimiento, reproducción, alimentación, migraciones y costumbres, sobre todo de especies del litoral y de mar adentro.

Así, el Laboratorio participa no sólo en el descubrimiento y descripción de nuevas especies o distribuciones, sino también en la ecología y biología de las mismas. De igual manera, tiene un papel destacado en la difusión y docencia. “Viene mucha gente, estudiantes de nivel básico, medio y profesionales, así como otro tipo de público. El propósito de esta Colección es que además sirva para la enseñanza y la divulgación”.

En cuanto a los estuarios, Amezcua Linares expuso que son muy sensibles a los procesos climáticos, ambientales y de contaminación, porque son sistemas casi cerrados, donde cualquier factor puede afectar ampliamente, sobre todo porque son áreas de crianza y alimentación de las principales especies costeras.

Los animales que nacen ahí crecen y se alimentan porque son zonas protegidas, donde hay menos depredación de las grandes especies. Lo mismo ocurre con las áreas de manglar, destruidas en pos del turismo y donde el sistema costero marino se desequilibra por completo.

Adicionalmente, el Laboratorio de Ictiología y Ecología Estuarina trabaja de cerca con las autoridades competentes para coadyuvar a un mejor aprovechamiento pesquero, a través de la participación en la formulación de normas y vedas de pesca, finalizó Felipe Amezcua.

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A escala mundial se han contabilizado más de 26 mil especies de peces; se trata del grupo de vertebrados más amplio, diverso y mejor distribuido en la biosfera. Fotos cortesía Felipe Amezcua