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Boletín UNAM-DGCS-262
Ciudad Universitaria.
06:00 hs. 7 de mayo de 2015


Elisa Fitz Díaz

       

LA SIERRA MADRE ORIENTAL SE FORMÓ EN AL MENOS TRES EPISODIOS MAYORES DE DEFORMACIÓN

• En ella ha habido tres episodios de mayor intensidad tectónica, el primero hace 86 u 80 millones de años, el segundo entre 75 y 65, y el más reciente entre 55 y 44
• Para Elisa Fitz, del Instituto de Geología, las rocas deformadas no son “sustancias” o “materiales”, sino fuentes valiosísimas de información

En la Sierra Madre Oriental se han registrado tres episodios de mayor intensidad tectónica. El primero ocurrió entre 86 y 80 millones de años (Ma); el segundo entre 75 y 65, y el más reciente dio lugar a la Saliente de Monterrey, entre 55 y 44 Ma, explicó Elisa Fitz Díaz, investigadora del Instituto de Geología y editora asociada de la revista Tectonics.

Inspirada a estudiar esta disciplina por su gusto en las montañas, la académica indica que para los geólogos las rocas deformadas no son “sustancias” o “materiales”, sino fuentes valiosísimas de información de la historia de formación, enterramiento y exhumación durante la formación de montañas. Para ello, cada pequeño rasgo estructural de éstas debe ser cuidadosamente observado, separado y analizado desde el punto de vista de su textura y mineralogía, pues cada uno de estos rasgos son testigos de importantes episodios tectónicos del pasado.

Desde su cubículo adornado en sus paredes por mapas, junto con piedras de diferentes tamaños y colores, la experta enfoca su análisis en la Sierra Madre Oriental, un tema que desde siempre la ha maravillado. “El buen entendimiento de los procesos que ocurren durante la formación de cadenas orogénicas, nos permitirá diseñar estrategias inteligentes para extraer los recursos que nos ofrecen con el menor impacto posible al medio ambiente; de ahí la importancia de la ciencia básica en México”, agregó.  

Choques de grandes repercusiones

Entre 120 y 100 millones de años, una enorme paleo-isla volcánica similar a Japón se aproximó a lo que hoy es el territorio mexicano. Remanentes de la isla están expuestos en la Sierra de  Guanajuato, en el occidente de Guerrero, en Michoacán, Zacatecas, Nayarit, Sinaloa, Baja California y Colima.

El islote, conocido como Terreno Guerrero en la jerga geológica, es rico en yacimientos de plata y oro, y se montó y empujó al antiguo bloque continental mexicano hacia el oriente, produciendo el levantamiento de las rocas submarinas que dominan la Sierra Madre Oriental. Esta es la razón por la que podemos encontrarnos conchas marinas en rocas a más de 3000 metros sobre el nivel del mar en México, detalló.

Estos fenómenos de colisión modifican el arreglo de las capas rocosas, afectan sus propiedades de porosidad y permeabilidad y su historia de enterramiento y exhumación. Por lo tanto, determinan su capacidad de almacenar agua y promueven procesos de interacción de agua y roca, y de maduración de materia orgánica en las sedimentarias. El estudio de estos aspectos en la Sierra Madre Oriental nos permite comprender mejor por qué los yacimientos de petróleo y gas natural se ubican hacia el oriente y los yacimientos minerales metálicos dominan hacia el poniente de nuestro país.

Las montañas juegan un papel importante en la vida cotidiana. Por ejemplo, afectan la circulación de los vientos y con ello la distribución de la humedad que llega con las nubes, las cuales descargan el agua en el barlovento (frente montañoso hacia el océano), dejando zonas más secas hacia el sotavento (parte trasera de la montaña). En el caso de México, la Sierra Madre Oriental del lado del Golfo de México (barlovento) llegan humedades descargados en el frente de la sierra, en esta parte la zona es un bosque, pero en el sotavento, el Bajío y Altiplano Central son semidesérticos. Así, los montes separan zonas muy secas de las húmedas.

Al respecto, relató que el monitoreo sistemático de lluvias y sismos de las últimas décadas, han mostrado que hay una relación retroalimentada entre la ocurrencia de los monzones, derrumbes y eventos sísmicos en los Montes Himalaya. Las fallas son conductos de fluidos (agua de lluvia, por ejemplo), los cuales pueden facilitar desplazamientos a lo largo de ellas y producir sismicidad. Por lo que levantamientos orogénicos, erosión de las rocas, cambios climáticos regionales y periodos de actividad sísmica aparentemente son fenómenos naturales interconectados en nuestro planeta.

Una profesión sin género

Al comenzar sus estudios hace 20 años, Elisa Fitz se preguntaba si sería capaz de entender cosas complejas de las rocas y realizar trabajos físicos fuertes (como cargar una mochila pesada para explorar lo inexplorado), pero a través del tiempo y con la influencia de su primera asesora, la profesora María Fernanda Campa disipó sus dudas.

“Después de dos décadas que inicié mi carrera, hoy como profesora, veo que mis estudiantes tienen dudas similares a las mías. Creo que existen barreras sociales y mentales para las mujeres; he visto que, aunque en las aulas hay una proporción similar entre hombres y mujeres, al momento de hacer la tesis hay mayor deserción de chicas que de chicos, por lo que menos mujeres se titulan en esta carrera y muy pocas siguen la larga carrera de investigación”.

La investigadora considera que “esta profesión no tiene género, y por lo que he visto en mis colegas, incluida mi jefa, puedo afirmar sin duda alguna que ser mujer no representa ningún impedimento físico o mental para disfrutar de esta profesión y descifrar los misterios de las rocas”, finalizó.

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El estudio de diversos aspectos en la Sierra Madre Oriental permite comprender mejor por qué los yacimientos de petróleo y gas natural se ubican hacia el oriente y los de minerales metálicos dominan hacia el poniente del país.

Elisa Fitz Díaz, investigadora del Instituto de Geología y editora asociada de la revista Tectonics.