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Boletín UNAM-DGCS-218
Ciudad Universitaria.
12:30 hs. 15 de abril de 2015


Patricia Vergara Aragón

       

EN MÉXICO ES ALTA LA INCIDENCIA DE MENORES DE 40 AÑOS AFECTADOS POR PARKINSON

• Patricia Vergara, investigadora de la FM de la UNAM, indicó que si bien la literatura señala que esa enfermedad es propia de personas mayores de 60 años, en el país es alto el número de casos en ese segmento
• Hace casi 200 años se describió este padecimiento y aún no existe un tratamiento específico ni se conocen todos los mecanismos que subyacen, señaló

En México no existen estadísticas en torno al número total de enfermos de Parkinson, la segunda condición neurodegenerativa más frecuente en el mundo, que afecta aproximadamente al tres por ciento de la población mayor de 65 años.

Este trastorno del movimiento se caracteriza por la pérdida de neuronas productoras de dopamina en áreas específicas del cerebro de forma crónica y progresiva. Cada día es más frecuente observar que se manifiesta en personas que oscilan entre los 40 y 65 años, aunque hay casos en los que se presenta en rangos de menor edad, lo que se conoce como Parkinson juvenil, indicó la investigadora de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, Patricia Vergara Aragón.

La especialista del Departamento de Fisiología de la entidad universitaria mencionó que si bien la literatura señala que se presenta, por lo común, en mayores de 60 años, en el país es alta la incidencia en menores de 40, que acuden a las asociaciones civiles en busca de ayuda. “Sin embargo, en México no existen estadísticas oficiales que describan el número de pacientes”.

Vergara Aragón apuntó que quizá la presencia de la enfermedad en etapas tempranas podría vincularse a factores ambientales como la exposición a plaguicidas, el consumo de drogas y algunas actividades de alto riesgo como el boxeo.

Se trata de una afección neurodegenerativa crónica, en la que hay una pérdida sustancial de neuronas dopaminérgicas a nivel de la sustancia nigra, que conduce a incapacidad progresiva y se expresa fundamentalmente con alteraciones de los movimientos finos y gruesos del individuo, de la expresión de las emociones, de la función autonómica y, en algunos casos, con deterioro cognitivo.

Inicia con síntomas difusos como la pérdida del olfato y temblor o rigidez unilateral que con el paso del tiempo avanza y se torna bilateral. Sin embargo, estos síntomas pueden pasar inadvertidos o se les resta importancia. Al morir el 80 por ciento de las neuronas dopaminérgicas las alteraciones son más evidentes y es cuando se acude al médico.

En ese proceso transcurren al menos cinco años, para entonces ya aparecen síntomas motores como lentitud, temblor, rigidez, inestabilidad postural, pérdida del equilibrio, dificultad para caminar, alteraciones en la expresión para comunicarse verbalmente, dificultades en la deglución, estreñimiento, depresión y trastornos del sueño.

Este padecimiento representa un reto para la ciencia, porque a dos siglos de que se describió, aún no existe un tratamiento específico que lo “cure” y tampoco se conocen todos los mecanismos que subyacen, remarcó.

Aunque evoluciona de manera lenta y progresiva, los afectados pierden independencia, pues necesitan de alguien que los cuide; además, los medicamentos son caros y cada día requieren de más terapias.

En ese contexto, refirió que el factor emocional tiene un papel fundamental en la disminución de los síntomas. Las muestras de afecto permiten a los enfermos liberar dopamina, neurotransmisor que participa en el control de movimientos, estado de ánimo, memoria y aprendizaje, lo que les brinda una mejoría en su salud.

Por otra parte, existen en el mundo expertos que trabajan en torno a esta problemática: algunos con células madre y otros con la aplicación de estimuladores cerebrales.

En la UNAM un grupo de investigadores, encabezados por la universitaria y Guadalupe Valverde Aguilar, del Centro de Investigación en Ciencia Aplicada y Tecnología Avanzada unidad Legaria, del Instituto Politécnico Nacional, se enfoca en el desarrollo de un microimplante innovador liberador de dopamina, el cual se produce a un bajo costo y está encaminado a mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Los estudios en su etapa básica han mostrado una mejoría del 70 por ciento y 80 por ciento en ratas con hemiparkinsonismo.

Por otra parte, como integrante de la Asociación Mexicana Grupo Xicoténcatl en Pro de la Salud del Parkinson AC, Patricia Vergara realiza acciones encaminadas a impulsar una iniciativa en el Senado de la República para que se reconozca como una discapacidad, además de establecer una fecha específica para que cada año se realicen actividades a fin de difundirla en el sector Salud. “Que los profesionales del área conozcan más de esta afección, que es más frecuente de lo esperado”, finalizó.

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La enfermedad de Parkinson se caracteriza por la pérdida de neuronas productoras de dopamina en áreas específicas del cerebro de forma crónica y progresiva.

Patricia Vergara Aragón, investigadora de la Facultad de Medicina de la UNAM.