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Boletín UNAM-DGCS-194
Ciudad Universitaria.
11:00 hs. 3 de abril de 2015


Daniel Arceo Carranza

     

LOS PECES, INDICADORES DE RESTAURACIÓN ECOLÓGICA EN MANGLARES

• La diversidad de especies en una comunidad muestra la rehabilitación de su hábitat, revela una investigación realizada por universitarios en la laguna costera de la península de Yucatán
• El proyecto es encabezado por Daniel Arceo Carranza, académico de la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación, campus SISAL de la UNAM

La relación entre manglares y peces es tan precisa, que esos hábitats son considerados como ‘guarderías’, pues actúan como refugio y fuente de alimentación de especies marinas, además de zona de descanso para aves migratorias.

En consecuencia, la presencia de esta fauna resulta un laboratorio de monitoreo ideal sobre la rehabilitación de los manglares, consideró Daniel Arceo Carranza, académico de la Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación (UMDI), campus SISAL de la UNAM.

El investigador, junto a alumnos y pasantes, realiza trabajos de conservación en la zona costera de la península de Yucatán, una de las franjas más enriquecidas de manglares en territorio mexicano. Sin embargo, la mayoría de las labores de rescate se quedan sólo en la parte vegetal, por lo que es imperante integrar grupos de fauna como peces y, a la postre, otros de invertebrados como los cangrejos, pues son especímenes clave en el fortalecimiento del ecosistema.

¿Cómo se revela la reintegración de las funciones ecológicas del manglar con los peces? “La labor es observar la relación que existe entre la vegetación, el tiempo y las comunidades, cómo cambian y se diversifican; si sólo hallamos especies que sean características, es indicativo que no se ha restaurado por completo”.

Es decir, si encontramos las que son estrictamente del lugar, dos o tres que tengan una prevalencia mayor y que sean dominantes en un 90 o 95 por ciento, se requerirá más tiempo para la restauración, hasta que la dominancia disminuya y haya una comunidad más compleja y diversa, explicó Arceo Carranza.

La variedad depende del lugar. En Celestún, por ejemplo, los peces tienen contacto con la laguna y el mar, por lo que se pueden hallar desde mojarras, corvinas y roncos, hasta robalos y peces globo. “Generalmente ingresan a los manglares a crecer o alimentarse; si nosotros los localizamos podemos dar por hecho que las funciones ecológicas se estarían restaurando”, precisó.

Ictiólogo

En 2001, Daniel Arceo emprendió el éxodo de la delegación Azcapotzalco, de un entorno remarcadamente urbano, hasta la península del Mayab, en búsqueda de salinizar sus manos para formarse como ictiólogo, es decir, especialista en peces.

Biólogo egresado de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala de la UNAM, trabaja para combatir la pérdida y degradación de esos bosques pantanosos, mezclados con el agua dulce del río y la salada del mar.

“El líquido que entra a los manglares puede ser de laguna costera marina o dulce, y según las condiciones será el tipo de especímenes. Una comunidad estaría compuesta entonces por tres tipos de peces (dulceacuícolas, estuarinos o costeros y peces marinos), cuya presencia, además de aves migratorias como las  garzas, flamingos y pelícanos americanos, evidencia la salud del entorno”, concluyó.

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La relación entre manglares y peces es tan precisa, que esos hábitats son considerados como ‘guarderías’, pues actúan como refugio y fuente de alimentación de especies marinas, además de zona de descanso para aves migratorias.