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Boletín UNAM-DGCS-190
Ciudad Universitaria.
06:00 hs. 1 de abril de 2015


Marco Velazco Velázquez

     

ESTUDIAN EFECTO DEL FACTOR DE TRANSFERENCIA EN TUMORES CEREBRALES

• La población con mayor incidencia de casos de glioblastoma es la de los adultos de más de 50 años

Los gliomas son neoplasias (masas anormales de tejido) que se forman en el cerebro o la médula espinal a partir de células gliales o células troncales cancerosas. Se clasifican en ependimomas, astrocitomas y oligodendrogliomas.

Por lo que se refiere a los astrocitomas, hay de grado I, II, III y IV. Los de grado IV, también conocidos como glioblastomas, son los tumores del sistema nervioso central más comunes, así como los que menor sobrevida otorgan a quienes los padecen: menos de un año.

Generalmente, en México los pacientes llegan por primera vez a consulta con un astrocitoma grado III o IV, pues los síntomas neurológicos en los de menor malignidad (I y II) pasan inadvertidos hasta que comprometen el desempeño cotidiano del paciente.

A la fecha, los únicos tratamientos para combatir los astrocitomas son la resección quirúrgica parcial, la quimioterapia y la radioterapia: con ellos se diseca la parte del tumor que no invada la masa cerebral para posteriormente tratar de detener su crecimiento e infiltración. Después de eso, la sobrevida, en el caso de los astrocitomas grado III, es de tres a cuatro años.

Debido a los efectos secundarios ocasionados por la quimioterapia y la radioterapia, entre otras razones, Aliesha González Arenas, del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM, encabeza un proyecto que tiene como objetivo probar, en los glioblastomas, el llamado factor de transferencia.

Este último es un producto biológico obtenido a partir de células (leucocitos) de sangre humana. Por razones históricas, el nombre se sigue dando como referencia, pero en realidad ya no se utiliza en el ámbito científico.

“Cuando este extracto biológico se describió, a mediados del siglo pasado, se le llamó factor de transferencia porque se vio que era capaz de transferir inmunidad contra un agente patógeno, a partir de células de sangre de individuos que habían estado expuestos a él y que, por lo tanto, ya habían activado su sistema inmune”, explicó Marco Velasco Velázquez, de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, quien colabora con González Arenas en esta investigación.

Hoy, el nombre formal del producto es extracto dializable de leucocitos y se refiere a la fuente de la cual se obtiene y a la manera en que se consigue: rompiendo leucocitos y dializándolos.

“¿Por qué es importante hacer esta diferenciación de su nombre?, porque actualmente el factor de transferencia aparece en el mercado como un ‘medicamento milagro’. En nuestras investigaciones no utilizamos ese producto, sino uno farmacéutico producido con todos los controles de calidad necesarios y avalado por la autoridad sanitaria nacional para su aplicación en humanos”, indicó Velasco Velázquez.

El grupo que se encarga de la producción y comercialización de este producto biológico, cuyo nombre comercial es Transferón, es dirigido por Mayra Pérez Tapia, de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), con quien los universitarios colaboran en distintos aspectos.

La aplicación aprobada por la autoridad sanitaria nacional para el Transferón es contra enfermedades infecciosas virales, aunque se ha demostrado que también constituye una buena terapia adyuvante en enfermedades alérgicas y autoinmunes. De esto existe evidencia clínica porque ha estado formalmente en el mercado, con registro sanitario, desde mediados de la década de los 90 del siglo pasado. Antes ya se tenía experiencia con el compuesto en protocolos clínicos de investigación.

González Arenas y sus colaboradores trabajan en el laboratorio con un modelo animal (ratas), al cual se le trasplantan células derivadas de un glioblastoma humano para inducir el crecimiento de un tumor en el cerebro. Esperarán seis semanas y luego, durante tres más, tratarán el tumor con Transferón para observar qué sucede.

“En la actualidad, una de las áreas más estudiadas del crecimiento tumoral es la inmunidad. Para que un tumor se desarrolle necesita evadir diferentes puntos de control, uno de los cuales es el sistema inmune. Así pues, como el extracto dializable de leucocitos confiere un aumento en la respuesta inmune, lo que esperamos es que el crecimiento del tumor se detenga o, incluso, su tamaño se reduzca”, detalló la investigadora.

El objetivo del estudio es establecer el mecanismo por el que el Transferón podría tener un efecto benéfico en pacientes con tumores cerebrales.

“Hay tres posibilidades relacionadas con este proyecto. Una es que el producto tenga un efecto directo sobre las células tumorales y las elimine –como la quimioterapia–, pero nuestra experiencia previa nos dice que eso es poco probable; si bien es cierto que la literatura registra reportes en los que se afirma que otros productos similares sí inducen la muerte de células tumorales”.

“Otra es que active el sistema inmune y eso, a su vez, modifique el sitio donde las células tumorales viven, lo que podría detener el crecimiento del tumor o incluso reducirlo; ésta es, según nosotros, la hipótesis más viable. Y otra más es que disminuyan los efectos adversos de la quimioterapia y la radioterapia. De estas tres posibilidades estudiaremos las dos primeras”, indicó Velasco Velázquez.

Antes de ser trasplantadas al cerebro de las ratas de laboratorio, las células derivadas de un glioblastoma humano fueron modificadas genéticamente para que expresaran un transgen de luciferasa que emite luz. Así, mientras estas células se dividan, cada una de ellas tendrá ese transgen. Esto les permitirá a los investigadores seguir, mediante un detector de bioluminiscencia, el comportamiento del tumor después del tratamiento, pues a mayor cantidad de células que proliferan con el transgen, más luz, y viceversa.

“Al cabo de seis semanas del trasplante de células de glioblastoma humano en la corteza frontal del cerebro de las ratas –y con base en los protocolos para su uso en pacientes con otro tipo de patologías, establecidos en la ENCB del IPN–, las trataremos y veremos qué mejoría presentan”, añadió González Arenas.

Si los resultados apuntaran a que el producto es útil para tratar células de glioblastoma humanas implantadas en un modelo animal, los investigadores estarían en posición de proponer un protocolo clínico.

“A mediano plazo podríamos comprobar si lo que vemos en el laboratorio se reproduce en los pacientes, porque ya se conocen los esquemas de administración del producto en humanos que sufren otras patologías y se sabe que no causa efectos tóxicos”, finalizó Velasco Velázquez.

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Células en cultivo derivadas de astrocitoma humano III.

Marco Velasco Velázquez, de la Facultad de Medicina, y Aliesha González Arenas, del Instituto de Investigaciones Biomédicas.