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Boletín UNAM-DGCS-114
Ciudad Universitaria.
11:45 hs. 25 de febrero de 2015

 

 

 

 

PARA COMBATIR EL BULLYING FUNCIONAN MEJOR MÉTODOS ALTERNATIVOS QUE CASTIGOS

• Alentar a los testigos de la agresión a defender a la víctima tiene un impacto más positivo que expulsar del colegio a los provocadores, señaló en la UNAM John Winslade, profesor de la Universidad Estatal de California San Bernardino

Una política escolar de castigo no disminuye el bullying, explicó John Winslade, profesor de la estadounidense Universidad Estatal de California, San Bernardino, en el Seminario Internacional: La Producción y Reproducción de la Violencia en las Escuelas, realizado en la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la UNAM.

Manejar una estrategia de cero tolerancia no ayuda. Por ejemplo, expulsar a un alumno sin cuestionar sus razones para lastimar a otro no tiene efectos secundarios positivos, pero sí afecta en el aprendizaje, además de que estas actitudes negativas terminan por reaparecer, planteó al impartir la conferencia Prevención y atención de violencia en escuelas. El enfoque de justicia restaurativa.

Las agresiones no siempre se infligen físicamente, pues existen otras formas como las amenazas verbales, tirar o romper objetos personales, patear una silla de ruedas u orinar en la mochila de los compañeros, añadió.

Mitos

Se suele considerar a las escuelas como un espacio dedicado al aprendizaje académico y se obvia su importante función de trabajo social. De ahí que el experto señalara como un mito la idea de que el bullying es necesario para fortalecer a los sujetos, ya que nadie merece experimentarlo, además de que la intimidación no es algo que caracterice al individuo (se calcula que sólo el tres por ciento del tiempo los pendencieros reportan un comportamiento negativo).

Para lograr escuelas sanas, es preciso poner en marcha actividades que eviten los castigos y tratar a los alumnos con respeto. “Ninguno es un monstruo, las personas son quienes etiquetan a los individuos”, enfatizó.

Al expulsar a un niño, éste suele ser visto como un elemento nocivo por la sociedad, es rechazado y con ello se agrava el problema. En este caso es mejor abordar el daño de las relaciones. Por ejemplo, buscar formas para hacer sentir bien a la víctima y no sólo castigar al responsable para satisfacer a las autoridades.

Una manera es invitar al ofensor a ponerse en lugar del agredido y lograr que ambos conversen. Además, padres y profesores deben contrarrestar la situación, incrementar el intercambio de opiniones y escuchar al provocador.

Otra es alentar a los espectadores a que digan la verdad, pues con frecuencia los infantes apoyan situaciones negativas y encubren por miedo. En estos casos, lo recomendable es reunir a quienes no participaron y explicarles que nadie será castigado.

Después es factible crear un equipo antibulliying oculto en el grupo para que, al darse un acto de estas características, entre en acción y apoye al ofendido, lo que se premiará con una medalla y algún vale.

Por último, se pregunta al agresor qué quiere en el futuro y se le explican los efectos de la violencia. “Siempre eligen el camino pacífico”, consideró Winslade.

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Es un mito la idea de que el bullying es necesario para fortalecer a los sujetos, pues nadie merece experimentarlo, señaló el académico estadounidense John Winslade.