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Boletín UNAM-DGCS-080
Ciudad Universitaria.
11:00 hs. 8 de febrero de 2015


Rosalba Alonso Rodríguez

   

 

ANALIZAN EN LA UNAM TOXINAS PARALIZANTES QUE AFECTAN AL SER HUMANO

• Son producidas por microalgas que se acumulan en moluscos bivalvos y provocan envenenamiento paralizante, amnésico y diarreico, informó Rosalba Alonso Rodríguez, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología unidad académica Mazatlán

Al estar frente al mar, un lago o un río y disfrutar del paisaje, pocas veces meditamos sobre los organismos que habitan esos entornos, mucho menos si son microscópicos y escapan a nuestra vista.

En una sola gota de agua es posible encontrar gran diversidad de especímenes, algunos de ellos producen biotoxinas que ejercen efectos adversos sobre otros organismos; en éstas se agrupan venenos cuyas consecuencias en el humano pueden llegar a provocar un paro cardiorrespiratorio e incluso la muerte, por el consumo de unos cuantos ejemplares de moluscos bivalvos contaminados.

Para enfrentar este problema de salud, el Laboratorio de Biotoxinas Marinas del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM, unidad académica Mazatlán, trabaja en coordinación con el Comité Estatal de Sanidad Acuícola y con los Servicios de Salud de Sinaloa, en el análisis de fitoplancton y toxinas, informó Rosalba Alonso Rodríguez, titular del laboratorio.

“Estas últimas son producidas por microalgas que se acumulan en moluscos bivalvos (mejillones, almejas y ostiones) y provocan diferentes efectos, principalmente envenenamiento paralizante, amnésico, diarreico, neurotóxico y ciguatera”.

En el Pacífico mexicano, de 1979 a 2011 se registraron 457 casos de intoxicación humana y 24 decesos por el consumo de mariscos contaminados por toxinas paralizantes; además, en los ecosistemas acuáticos esos venenos también pueden afectar a peces, aves y mamíferos marinos.

Algunos derivan en problemas gastrointestinales y neurológicos, incluso en la muerte, según la cantidad de molusco consumido, el tipo de toxina producida y la susceptibilidad del individuo (edad, condición de salud y peso), detalló la bióloga.

Los moluscos bivalvos filtran agua de mar para alimentarse de las partículas contenidas, pero si sobreviene un florecimiento algal ocasionado por microalgas tóxicas, las ingieren y por un tiempo almacenan el veneno en sus tejidos.

“Los florecimientos algales se presentan de forma natural, aunque se ha comprobado que algunas actividades humanas promueven su aparición, como el uso de fertilizantes en la agricultura y acuacultura, así como la descarga de aguas de desechos domésticos e industriales a los mantos acuíferos y a otros cuerpos de agua costeros; ello incrementa la cantidad de nutrientes que llega al mar y se convierten en alimento para las microalgas”, explicó la experta en recursos naturales.

Los estudios al respecto permiten prevenir problemas de salud humana por ingesta de moluscos contaminados, pues es factible saber cómo ingresan las toxinas a organismos como crustáceos, moluscos y peces, cómo los afecta y el tiempo que tardan en liberarlas.

En ocasiones se puede observar un cambio en la coloración del agua de mar debido a los pigmentos de una o varias especies de microalgas, que llegan a ser abundantes; estos eventos son conocidos como mareas rojas, aunque no en todos los casos el líquido se torna rojizo, pues la coloración dependerá de las que predominen, que pueden ser verdes, marrón, amarillo, azul o blanco lechoso.

“Por ello, para referirnos a la multiplicación explosiva y a la acumulación de una o más especies utilizamos el término florecimientos algales”, concluyó.

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El consumo de unos cuantos ejemplares de moluscos bivalvos contaminados pueden provocar un paro cardiorrespiratorio e incluso la muerte. En la imagen, Gymnodinium catenatum dinoflagelado productor de toxinas paralizantes.


Ostión cultivado en Sinaloa.