La inmediatez con que se difunde la información mediante las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), así como su alcance, ha hecho que el ciberbullying sea una vejación fácilmente realizable y cada vez más atemorizante, advirtió Milagros Figueroa Campos, de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
El escenario descrito suele agravarse porque esos medios permiten que cualquiera adopte más de una identidad, lo que dificulta señalar a los responsables. Se trata de un tipo de violencia y acoso psicológico común entre los 12 y 17 años, aunque puede sobrepasar este rango de edad, precisó.
El maltrato referido se presenta de forma encubierta porque las víctimas son atacadas a través de redes sociales o de las TIC sin otro objetivo que infligir maltratos y denigraciones. Para ello, los perpetradores echan mano de rumores falsos y fotografías alteradas o tomadas sin permiso.
La conducta se ampara en el anonimato, lo que deriva en violencia ocultada o indirecta, en particular porque en estos medios hay muchas maneras de suplantar o adoptar identidades.
Se denomina ciberbullying a la agresión sistemática y repetida desde correos electrónicos, mensajes de texto, fotografías y redes sociales. Además, los agraviados están expuestos a ataques y hostigamiento en todo momento, pues incluso si no encienden el celular o entran a su email o Facebook, son blanco de provocaciones, alertó.
Se trata de un fenómeno que genera ansiedad, inseguridad y desconfianza en quienes lo padecen, en especial porque las víctimas desconocen quién está detrás de las ofensivas, pese a que casi siempre se trata de alguien cercano. Por ello, deben recibir apoyo psicológico para manejar sus emociones, enfrentar sus miedos y lidiar con su coraje, así como trabajar en la recuperación de la confianza hacia los otros y en el restablecimiento de la estima propia.
Por su parte, padres y profesores deben estar atentos a los cambios en los menores porque a veces ellos ocultan sus problemas, aunque estos repercutan en su vida cotidiana, relaciones sociales y ciclos de sueño.
“Debemos instruir e informar a niños y jóvenes en el uso responsable y seguro de estos medios y, al mismo tiempo, alertarlos de los riesgos que implican si son empleados de manera incorrecta”, concluyó.
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