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Boletín UNAM-DGCS-053
Ciudad Universitaria.
06:00 hs. 27 de enero de 2015

 

   

 

MÁSCARA ORTOPÉDICA PARA CORREGIR MORDIDA CRUZADA

• En el posgrado de Odontología de la UNAM ya se trata con este dispositivo a quienes padecen esa maloclusión

A partir de un dispositivo similar inventado en la década de los años 60 por Hickham, de la Universidad de Baylor, en Waco, Texas, Estados Unidos, ortodoncistas de la Facultad de Odontología (FO) de la UNAM, encabezados por Roberto Ruiz Díaz, crearon una máscara facial reversa con la que se puede corregir la mordida invertida –o cruzada– anterior, también llamada maloclusión clase III, que padece entre cuatro y cinco por ciento de la población mundial y entre nueve y 11 por ciento de la mexicana.

Esta máscara ortopédica, con inventiva original, es producto de la investigación y desarrollo tecnológico de los universitarios en la clínica, donde observaron que las máscaras convencionales estaban contraindicadas en pacientes que crecen verticalmente (hiperdivergentes). Ruiz Díaz, coordinador de la especialidad en Ortodoncia de la FO, y sus colaboradores modificaron el prototipo propuesto por Hickham, con la intención de tratar a este tipo de pacientes.

La mayoría de estos dispositivos convencionales tienen un apoyo frontal y otro mentoniano sujetados por ligas o elásticos que van de la frente a la boca. Por la gravedad, estas máscaras tienden a desplazarse hacia abajo. Asimismo, por un principio de la física, al jalar el maxilar por el punto de aplicación de la fuerza, la parte anterior asciende y la posterior desciende; es decir, la mandíbula rota en sentido horario, lo que incrementa la mordida abierta.

“En cambio, como modificamos la dirección de tracción y el concepto de máscara para ajustarla más fácilmente a la cara del paciente, nuestra máscara facial reversa tiene un apoyo cráneo-mentoniano que evita que se abra o se incremente la mordida y ayuda a descruzarla. Todas las máscaras trabajan en sentido sagital, pero la nuestra controla mejor los efectos adversos que se presentan con las otras”, explicó el especialista.

Cambios favorables

Hoy en día, en el Departamento de Ortodoncia de la División de Estudios de Posgrado  de la FO se trata con la máscara facial reversa ortopédica a 80 por ciento de los pacientes que llegan con retrusión del maxilar superior, una variante de la maloclusión clase III.

“A quienes requieren tratamiento se les pone para hacer que el maxilar crezca o tenga un desplazamiento sagital hacia la parte anterior, y así corregir la mordida cruzada, es decir, descruzarla y evitar que se abra”.

En la mayoría de los casos, los pacientes presentan cambios favorables en los primeros cuatro meses: la mordida se descruza. La duración promedio del tratamiento, hasta que se suspende el uso de la máscara, es de entre nueve y 10 meses.

“¿Qué tan efectivo es? Si sólo hay retrusión del maxilar superior, el pronóstico es bueno; pero si hay aquélla con problema de mandíbula, en 20 o 30 por ciento de los casos existe la posibilidad de que ésta regrese a su posición original. A los pacientes con este problema se les debe hacer un seguimiento a largo plazo, con otros dispositivos, para controlar el crecimiento de la mandíbula”, apuntó Ruiz Díaz.

Dinámica

El especialista y sus colaboradores han realizado varios prototipos de la máscara facial reversa. Del cuarto prototipo ya se iniciaron los trámites de patente (cabe decir que una empresa está interesada en desarrollarla y comercializarla).

Es dinámica, pues permite abrir y cerrar la boca adecuadamente, así como dormir de lado, casi boca abajo. Además, como los niños sólo la utilizan cuando no van a la escuela y en horas de reposo, evita que éstos sean objeto de acoso escolar.

Por otro lado, es personalizada: se hace en el sillón dental y se toman en cuenta las características de cada paciente. Si se comercializa, será de tamaño estándar, con algunas variaciones para que pueda adaptarse a cada individuo.

Para tener más elementos probatorios de que es un dispositivo confiable capaz de corregir la maloclusión clase III, Ruiz Díaz y sus colaboradores llevarán a cabo un último estudio comparativo. “Nuestro objetivo será evaluar el control vertical que tiene, en comparación con el de las máscaras convencionales.”

¿Qué pasaba con quienes padecían maloclusiones cuando no había tratamiento? Así se quedaban o, al crecer, recibían un tratamiento combinado de ortodoncia y cirugía para corregir esas desarmonías o discrepancias esqueletales.

“La máscara facial reversa evita que un niño con maloclusión clase III llegue, en la edad adulta, al quirófano para ser corregido. Igualmente, en casos muy severos, puede ayudar a disminuir esta discrepancia esqueletal para que la cirugía sea menos invasiva”, apuntó.

Discrepancia entre maxilares

Las maloclusiones hacen referencia a cualquier grado de contacto irregular de los dientes del maxilar superior con los del maxilar inferior. Hay maloclusiones clase I, II y III (mordida invertida –o cruzada– anterior).

Las maloclusiones clase III tienen algunas de las siguientes características: el maxilar superior está retruido o metido; la mandíbula tiene un mayor crecimiento; hay una combinación de ambas: maxilar superior metido y mandíbula prominente; la mandíbula, que es un hueso móvil, se desplaza hacia adelante (pseudo maloclusión clase III). Por ello, todos los pacientes no pueden ser atendidos de la misma manera. Si el maxilar superior está metido, se trata ortopédicamente: no se mueven los dientes.

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En el Departamento de Ortodoncia de la División de Estudios de Posgrado de la FO se trata con la máscara facial reversa ortopédica a 80 por ciento de los pacientes que llegan con retrusión del maxilar superior.