Con un fenómeno cuántico abordado experimentalmente por Louis-Victor de Broglie, físico francés de principios del siglo XX, que busca ahondar en el comportamiento de partículas muy pequeñas, como los electrones, Rosalío Alejandro Reyes Reyes constituyó el tema para su trabajo recepcional, con el cual no sólo obtuvo su título de físico, sino que configuró su primera investigación formal como científico indígena.
El alumno de la Facultad de Ciencias (FC) e integrante del Sistema de Becas para Estudiantes Indígenas (SBEI) del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC) de la UNAM, estableció que su tesis busca aportar una mejor comprensión en la difracción de electrones.
“Hay un concepto en la mecánica cuántica que es la onda de De Broglie, que no se entiende; si le preguntas a cualquier físico, dirá no sé qué es, ‘es una relación matemática, pero físicamente no sé qué es, ni siquiera sé si esa onda existe’. Y el tema de mi tesis es precisamente eso, demostrar que es real y de carácter electromagnético”, dijo.
El universitario abundó que su labor es, coloquialmente, descifrar el comportamiento de partículas tan pequeñas como los electrones. “Explicarlo no sólo matemáticamente, sino física e intuitivamente; la intuición en la física se había perdido en la mecánica cuántica y la finalidad de mi trabajo también era restaurar esa característica”.
Buena onda
Rosalío evocó su marcha hacia la Preparatoria Tapachula número 1, donde cursó el bachillerato, en el núcleo del Soconusco. “Soy de una comunidad mam, que se llama Huehuetán, que significa Pueblo de viejos; es la segunda más antigua de Chiapas”.
A propósito de su vocación dijo: “soy muy aburrido”, y con la sonrisa electromagnética acotó: “pero me encanta caminar y es justo en ese momento que me planteo algún problema científico y las soluciones. Siempre me interesó la física, es decir, todo el tiempo me gustó saber por qué sucedían ciertas cosas, por qué veía un arcoíris, por ejemplo”.
Ahora, ese interés dio frutos, y en la sala Sotero Prieto del edificio Amoxcalli de la FC, entre ecuaciones, fotones y difracciones, expuso y resolvió el laberíntico camino hacia su formalización como físico, graduado con honores y con un promedio de 9.45.
Concentrado, argumentativo, impasible como electrón, guardaba sus manos en los bolsillos y desistía a veces del contacto visual con el jurado, integrado por los académicos Vicenta Sánchez, Jaime Avendaño López y Ana María Cetto Kramis, investigadora emérita del Instituto de Física (IF) de la UNAM, quien también fungió como su directora de tesis.
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