Gran parte de la actividad estelar del año se calcula con anticipación en el Anuario del Observatorio Astronómico Nacional, documento que adelanta, con precisión matemática, diversos eventos del cielo, como la lluvia de estrellas, los eclipses o las fases de la Luna. Ese tipo de cálculos permite saber, por ejemplo, que en 2015 ocurrirán cuatro eclipses.
Desde 1984, su elaboración está a cargo de J. Daniel Flores Gutiérrez, académico del Instituto de Astronomía (IA) de la UNAM y titular del Departamento de Efemérides en esa entidad académica. La medición detallada incluye todos los días del año y se realiza de acuerdo a los fundamentos recomendados por la Unión Astronómica Internacional (UAI).
Efemérides y posiciones en el año
Este libro contiene un conjunto de tablas de efemérides astronómicas que incluye coordenadas ecuatoriales de los planetas, el Sol, la Luna y las estrellas más brillantes, además de sucesos astronómicos relacionados con las configuraciones geométricas entre los planetas, nuestra estrella luminosa y nuestro satélite natural, conjunciones entre pares de planetas, oposiciones y elongaciones máximas, explicó Flores Gutiérrez.
Una de las razones de ser del Anuario es publicar las posiciones de los cuerpos celestes a lo largo del año, a fin de que geodestas y topógrafos tomen los datos del Sol para determinar la geografía de lugares, así como orientar líneas divisorias o ubicación de minas u otros objetos que les interesen, detalló.
El Anuario del Observatorio Astronómico Nacional (entidad a cargo del IA de esta casa de estudios) se publica desde 1881 con el objetivo de dar herramientas a los topógrafos y los geógrafos para que determinen posiciones en su área de conocimiento. Con el paso del tiempo se han ampliado los usuarios de este documento, entre ellos biólogos y, cada vez más, arqueólogos.
De arqueología y arqueoastronomía
En 1984, el universitario inició su labor en el Anuario con el cálculo de las posiciones geocéntricas y heliocéntricas de los planetas.
“Entonces comencé a interactuar con arqueólogos, quienes me pedían información sobre eclipses o fases de la Luna del pasado, así como las posiciones de Venus durante 50 o 100 años. Los calculaba y se los daba a algunos colegas del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA). Gradualmente conocí con detalle lo que hacían, me interesé en la astronomía de nuestros ancestros mesoamericanos y me di cuenta que al calcular eventos pasados podía hacer propuestas a ese campo de estudio desde el punto de vista de mi área”, recordó.
Entonces, tuvo experiencias como visitar Teotihuacan de noche para observar Venus; “escribí un primer trabajo sobre ese planeta y su relación con fechas antiguas”.
Así, se convirtió en un especialista en arqueoastronomía, que le apasiona y en la que ha profundizado. “Fue el Anuario el que indirectamente me llevó a estudiarla en Mesoamérica”, reflexionó.
Actualmente, se conserva la versión impresa y aumenta la presencia en línea. El tiraje de la primera ha disminuido, en 1984 se publicaban del orden de dos mil 500 ejemplares y hoy son 600, para especialistas que lo solicitan en ese formato. Desde hace cuatro años está en línea en PDF, que puede consultarse de manera gratuita en la dirección electrónica http://www.crya.unam.mx:8080/web/contenido/divulgacion/descargas/ANUARIO.pdf
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