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Boletín UNAM-DGCS-636
Ciudad Universitaria.
11:00 hs. 2 de noviembre de 2014


Rafael A. Barrio

       

LAS MENTIRAS “BLANCAS” O “PRO-SOCIALES” EQUILIBRAN LAS REDES SOCIALES Y UNEN A LA SOCIEDAD

• Rafael A. Barrio, del IF de la UNAM, coordinó un estudio internacional que aplicó un modelo de dinámica de opinión a ese fenómeno en una amplia red telefónica europea
• Encontró que las mentiras “pro-sociales” ofrecen diversidad de opiniones al colectivo virtual y que la gente miente para mantener relaciones sociales amplias

En las redes sociales y telefónicas, como en la vida diaria, las mentiras están presentes y forman parte de la comunicación cotidiana entre las personas, revela un estudio coordinado por Rafael A. Barrio, investigador del Instituto de Física (IF) de la UNAM.

El doctor en física encabezó una investigación internacional para analizar el papel de las mentiras en las redes sociales y encontró que algunas de ellas tienen una labor importante para mantener el tejido virtual de las relaciones humanas.

Con su alumno de doctorado en física, Gerardo Íñiguez, del IF; Kimmo Kaski, especialista en cómputo de la Aalto University School of Science de Finlandia; Robin Dunbar, antropólogo y psicólogo evolutivo de la británica Universidad de Oxford; y Tzipe Govezensky, experto en estadística del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de esta casa de estudios, Barrio modeló la dinámica de las interacciones por pares con el uso de la estructura de una red de llamadas en siete millones de teléfonos celulares, para cotejar los resultados del modelo matemático.

Los estudios, publicados en la revista Proceedings of the Royal Society B., los científicos encontraron que las mentiras “blancas” o “pro-sociales” —en las que el beneficio de faltar a la verdad es para el otro— equilibran las redes sociales, unen a la sociedad, ofrecen diversidad de opiniones al colectivo virtual y ayudan a mantener relaciones sociales amplias.

En contraste, las mentiras “negras” o “anti-sociales” —egoístas y útiles únicamente para el que miente— fracturan las relaciones, pues fomentan la desconfianza, señaló.

Las dañinas son estas últimas, toda vez que desbaratan la red porque las ligas se rompen al sentirse todos engañados. En tanto, las blancas son como una goma que impide la fractura y refuerzan los lazos, especialmente entre familias; éstas se reflejan en la estructura de la red social, explicó.

Más mentiras, más relaciones

“Aunque de niños se nos enseñe que faltar a la verdad es malo y se debe actuar con honestidad, desde pequeños aprendemos a mentir, a veces de formas sofisticadas, pero no dejamos de hacerlo en ningún tipo de sociedad humana y es algo que también hacen otros primates, como los chimpancés”, aseguró el físico.

Hace seis años, con su estudiante Íñiguez, Barrio desarrolló un modelo matemático de formación de opinión mientras estaba en la Universidad de Oxford.

Investigábamos cómo varían las opiniones. Las relaciones sociales son esenciales para eso, los individuos cambian de opinión por influencia de los otros. “Como la estructura de la red que obteníamos con el modelo no era muy parecida a la real, se me ocurrió incluir la posibilidad de que, al pedir una opinión, la mayoría de la gente no responde con la verdad”, relató.

El físico encontró que en la red la gente miente y retiene u omite datos, y eso en un flujo de información es fundamental. “Dentro de no decir totalmente lo que uno piensa está la mentira, quisimos valorar qué tan importante es en las redes sociales”, apuntó.

Barrio detalló que la gran invención de los primates es la sociabilidad y, junto con ella, el engaño. “Su cerebro puede manejar más relaciones entre sus pares con mentiras. Si uno fuera honesto todo el tiempo, sus vínculos serían menos. Es como una técnica que se usa para poder manejar más gente al mismo tiempo”, dijo.

Recordó que el primero en estudiar las mentiras en las relaciones uno a uno fue Charles Darwin, quien hizo un estudio con su hijo, a quien observó, le puso ciertos obstáculos para descubrir que mentía y escribió un libro que sirvió de base para la creación del polígrafo.

“Se dio cuenta que monos y humanos tenían las mismas reacciones inconscientes al mentir: sudaban, desviaban la vista, aceleraban su ritmo cardiaco. Todos esos signos los compartimos los primates, así que Darwin consideró a las mentiras algo biológico, lejos de nuestra educación”.

En su modelo, Rafael Barrio utilizó un parámetro para medir el castigo de la colectividad. Hicimos un cálculo de la sociedad con y sin castigo y encontramos que con castigo hay más mentiras, pues la gente aprende a mentir bien, pero no deja de hacerlo, mientras que en los entornos permisivos se miente menos, finalizó.

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Rafael A. Barrio, del IF de la UNAM.