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Boletín UNAM-DGCS-575
Ciudad Universitaria.
11:00 hs. 4 de octubre de 2014.


Xyoli Pérez

     

 

CIENCIA, CRUCIAL AL DISEÑAR ESTRATEGIAS PARA REDUCIR EL PELIGRO SÍSMICO EN MÉXICO

• Se requieren recursos para emprender investigaciones e instalar instrumentos con tecnología de punta, incluso en el mar, aseveró en la UNAM Xyoli Pérez Campos, jefa del SSN

Entre 1900 y 2010 se registraron en México 182 sismos superiores a los 6.5 grados en la escala de Richter. El más notable fue el terremoto del 19 de septiembre de 1985, que tuvo efectos catastróficos en el país y, especialmente, en la ciudad de México.

Para evaluar el peligro y diseñar las políticas públicas y estrategias para reducirlo y mitigarlo, el conocimiento científico es prioritario, coincidieron especialistas en la mesa redonda Los avances y retos del riesgo sísmico, realizada en el marco de la Semana Sísmica y de la Prevención, en Universum, Museo de las Ciencias de la UNAM.

Los expertos aludieron a la relevancia de conocer las fuentes potenciales de eventos futuros para plantear escenarios según la intensidad de las ondas y las características de las estructuras.

Xyoli Pérez Campos, jefa del Servicio Sismológico Nacional (SSN), explicó que México está ubicado en las placas tectónicas de Norteamérica, Rivera, Cocos, Caribe y Pacífico, que al desplazarse o interactuar entre sí provocan movimientos en el suelo.

La ciencia es crucial para evaluar el riesgo. A partir de mapas de intensidades es posible calcular los efectos de temblores futuros en un área determinada. Pueden elaborarse en base a los informes de daños disponibles, de la percepción de eventos ocurridos o con los datos recabados en los instrumentos colocados en el terreno, explicó.

Con el análisis de la información de los eventos de mayor magnitud de la última centuria, las regiones del Golfo de California y el Pacífico fueron identificadas como las de mayor ocurrencia, y las del norte, noreste y Península de Yucatán, las de menor incidencia.

Entre 2005 y 2014 se registraron 26 mil 152 en el país, con magnitudes desde los tres hasta los 7.4 grados en la escala de Richter, la mayor parte en los contactos entre las placas tectónicas. Chiapas y Guerrero son los estados con más actividad y, por ende, los de mayor peligro, detalló.

Es indispensable realizar evaluaciones en todo el territorio nacional. Con el trazo de las fuentes potenciales en una localidad o región y el conocimiento de los efectos locales en cada perímetro es posible construir escenarios hipotéticos para determinar las repercusiones de eventos de distintas magnitudes.

Además, se considera la vulnerabilidad de la zona con datos de infraestructura, condiciones sociales, económicas y políticas, entre otras, que afectan el resultado final de los fenómenos. Un temblor causará más daños en sitios con casas de adobe y tendrá repercusiones menores en las que cuentan con estructuras de acero y concreto reforzado, ejemplificó.

Son factores indispensables para evaluar el riesgo y plantear estrategias para reducirlo y mitigarlo, además de tomar medidas orientadas a evitar catástrofes como la de septiembre de 1985. Se requieren recursos para emprender investigaciones en el rubro y establecer la instrumentación necesaria con tecnología de punta, incluso, en el mar, aseveró.

En tanto, Jonatán Arreola, del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), enfatizó que es necesario crear, gestionar y promover políticas públicas para reducir catástrofes en territorio nacional.

Un sistema de alerta temprana completo y efectivo se compone del conocimiento de los eventos, generado a partir de los datos recabados en las redes de instrumentación y analizados por los científicos, con trabajos que aportan información útil en el diseño de distintos instrumentos como reglamentos de construcción, entre otros.

El Sistema de Alerta Sísmica Mexicano —a cargo del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (Cires)—, utiliza los datos de estaciones instaladas en las costas del Pacífico, a una distancia de entre 300 y 400 kilómetros de la ciudad de México. Al detectar la ocurrencia de ondas que pueden afectar a la urbe emite avisos preventivos o públicos, según la peligrosidad estimada.

Es una herramienta valiosa y las autoridades están obligadas a informar de su funcionamiento a la población. Las apps relacionadas no son una panacea o instrumento mágico y deben utilizarse con prudencia. Si los eventos no acontecen en el rango referido, los usuarios no reciben avisos en sus dispositivos móviles. “No es una falla, simplemente el fenómeno no cumple con las características para las que fue diseñado el sistema”, puntualizó.
En tanto, Javier Cruz, de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la UNAM, recalcó que el conocimiento científico es crucial en políticas públicas, leyes de largo aliento y toma de decisiones. “El trabajo de los expertos es necesario para diseñar reglamentos de construcción, regular la industria y edificar estructuras seguras. Los responsables de las acciones deben considerar estas aportaciones”, concluyó.

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Xyoli Pérez Campos, jefa del Servicio Sismológico Nacional.

Entre 2005 y 2014 se registraron 26 mil 152 temblores en el país, con magnitudes desde los tres hasta los 7.4 grados en la escala de Richter, la mayor parte en los contactos entre las placas tectónicas.