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Boletín UNAM-DGCS-387
Ciudad Universitaria.
11:00 hs. 5 de julio de 2014.


Benjamín Ruiz Loyola


En pantallas, juegos, incluso en tiras cómicas, los visitantes a la Sala de Química de Universum, se percatan de la cotidianidad de esa disciplina, presente en alimentos, ropa y utensilios.

ESTRENARÁ LA SALA DE QUÍMICA DE UNIVERSUM MODELO DE MOLÉCULA DE ADN

• El objetivo primordial del concepto museográfico de este espacio universitario es acercar esa disciplina a la gente

La Sala de Química de Universum, Museo de las Ciencias, está en constante movimiento: actualiza sus conceptos, modifica equipos, adquiere elementos y en breve estrenará un modelo tridimensional de la molécula de ADN, una presentación de dos metros.

El objetivo primordial de este concepto museográfico, único en el mundo, es acercar la química a la gente. En pantallas, juegos, incluso en tiras cómicas, los visitantes se percatan de la cotidianidad de esa disciplina, presente en alimentos, ropa y utensilios.

“La gente vive más y, en general, mejor gracias a ella”, señaló Benjamín Ruiz Loyola, de la Facultad de Química (FQ), durante un recorrido por las áreas, distribuidas en mil 300 metros cuadrados.

Al tiempo de mostrar actividades interactivas en máquinas, señaló la información que niños, jóvenes, profesores y visitantes en general pueden encontrar. Nuestro guía hizo hincapié en que se debe quitar la solemnidad que siempre acompaña a esta materia en los salones de clases.

Mientras grupos de estudiantes caminaban de un sitio a otro, el experimentado químico habló de las estaciones que conforman este espacio: “baño, sala, cocina, recámaras, las partes que integran una casa habitada por cualquiera de los visitantes”.

De lo general a lo particular, con explicaciones sencillas, los asistentes pasan por simulaciones de un jardín y de otras áreas de un domicilio para vincularlos con la química. En un excusado gigante aprenden cómo funciona el papel de baño; su composición permite arrojarlo directamente a la taza sin que haya complicaciones. No aplica lo mismo con otro tipo de papel, como el de cuadernos o libros.

Esta explicación que imita a la realidad se complementa y refuerza con la información escrita en paneles informativos colocados en las paredes. Además, los anfitriones, chicos que cumplen con el servicio social, recurren a videos, animaciones y juegos interactivos para ampliar las presentaciones.

Ruiz Loyola asesoró el contenido temático de este espacio, ha estado al pendiente de las modificaciones y ampliaciones desde hace seis años. Su colaboración es permanente, fungió como coordinador del equipo académico y enlace con la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) que, junto con la FQ, participan en la composición de esta sala.

Caducidad

Otro aspecto que se enseña a los visitantes en la Sala de Química, es leer las etiquetas de los medicamentos. Desde el punto de vista de esta disciplina, aprenden el contenido de los fármacos y para qué sirven.

El universitario lo explicó así: “No hay tanto problema con la fecha de caducidad, usualmente se calcula con un margen de entre cinco y 10 por ciento posterior a las indicadas; es decir, la mayoría de las medicinas puede consumirse un mes después, pasado ese lapso no es conveniente, por la descomposición. Donde hay que tener cuidado y ser estrictos es en el caso de los antibióticos”.

Los ingredientes de uno de los más comunes, la aspirina, poco a poco se deterioran y de ácido acetilsalicílico cambia a ácido salicílico y ácido acético, agresivo para el estómago. Funciona aún como analgésico, pero puede acelerar problemas de úlcera, alertó.

Lejos de parecer un curso escolar, la visita muestra cómo la química influye en nuestras vidas a fin de acercarla a la cotidianidad y así evitar ese temor, al que Ruiz Loyola llama quimifobia, originado por la obligación de memorizar más de 100 elementos y sus reacciones.

“En lugar de eso, se enteran que en la pasta de dientes hay aproximadamente 40 compuestos diferentes y cada uno sirve para una función distinta. Es una mejor forma de relacionar las cosas y así los niños son más receptivos a los elementos que encuentran en ese producto y en el enjuague bucal”, indicó.

En constante renovación

Ruiz Loyola se dijo orgulloso del concepto de la sala, pues algunas de sus áreas han sido solicitadas para ser reproducidas en otros lugares del país.

Todo cuanto hay aquí (excepto los aditamentos electrónicos) es de diseño nacional, como el piso móvil formado por placas cuadradas, debajo de las cuales corren líneas de datos, electricidad e información.

Este espacio, sostuvo, se enlaza con otras áreas similares de Universum –que funciona desde hace 15 años–, que son renovadas constantemente. Esa modernización cuesta mucho dinero y el museo se mantiene de los ingresos de los visitantes; hay colaboración de patrocinadores, pero se deben cuidar los montajes y darles mantenimiento, así como innovar en diseño de equipos y exhibiciones.

La primera versión de la Sala de Química, de 400 metros cuadrados, comenzaba de forma tradicional, es decir, con el átomo, pero en 2008, a raíz del interés de los visitantes, iniciaron los cambios y la DGDC optó por renovar todo el museo, recordó.

Los contenidos académicos estuvieron a cargo de personal de la FQ, así como el guión museográfico, las fichas de información y demás textos.

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Fotos

Benjamín Ruiz Loyola, de la Facultad de Química de la UNAM.