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Boletín UNAM-DGCS-255
Ciudad Universitaria.
06:00 hs. 2 de mayo de 2014.

 
       

POZO DE SAN LORENZO TEZONCO, OPORTUNIDAD PARA CONOCER EL SUBSUELO DE LA CIUDAD DE MÉXICO

 

El estudio del pozo de agua potable San Lorenzo Tezonco, en la delegación Iztapalapa, es una oportunidad para conocer el subsuelo de la Ciudad de México, planteó Eric Morales Casique del Instituto de Geología (IGL) de la UNAM.

Sin embargo, abundó, las formaciones encontradas –a profundidades entre mil y dos mil metros– no resolverán el problema de abasto del recurso, pues es un asunto cuya solución requiere una visión integral.

Ello lo señaló en la conferencia Investigaciones Hidrogeológicas en la Cuenca de México. ¿Qué aprendemos del pozo San Lorenzo Tezonco?, organizada por el Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico (CCADET).

En ella, el investigador presentó resultados de la estratigrafía (estudio de los estratos), del análisis del registro geofísico (que brindan la posibilidad de definir unidades hidrogeológicas), de pruebas hidráulicas y las características químicas e isotópicas que permiten estimar la edad del líquido extraído.

“El estudio permitió conocer características geológicas del subsuelo, encontramos una secuencia de materiales volcánicos que hablan de edades antiguas, de 20 millones de años, cuya datación se hizo con isótopos de 40Ar/39Ar”.

La datación por Carbono 14 del agua extraída del pozo permite estimar una edad o tiempo de residencia de poco más de 14 mil años, detalló el especialista en hidrología.

El pozo que fue perforado por el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX), alcanzó dos mil ocho metros de profundidad y proporcionó información nueva sobre el funcionamiento del sistema hidrogeológico de la Cuenca de México, comentó en un comunicado.

Morales Casique mencionó que, como en otras grandes urbes del mundo, la principal fuente de abasto de la zona metropolitana es subterránea (45 por ciento). Sin embargo, “importamos agua de la cuenca del Río Cutzamala (29 por ciento), del Río Lerma (13 por ciento) y el resto proviene de fuentes más pequeñas”.

Estas fuentes externas se han buscado debido a los problemas que representa la extracción excesiva dentro de la cuenca, un volumen superior a la cantidad de líquido que se renueva, indicó el universitario.

Probablemente, la tarifa que se paga por surtir de agua a los habitantes de la Ciudad de México no sólo debería incluir los gastos de extracción, conducción y mantenimiento de infraestructura, sino también los del tratamiento para regresarla al ecosistema.

Desde esa visión, el consumo de agua está subsidiado en buena proporción, dijo.

La extracción intensiva produce efectos como la eliminación del flujo base en ríos, agotamiento de manantiales, desaparición de humedales y, adicionalmente, de acuerdo con las características del subsuelo, puede presentarse subsidencia del terreno, uno de los problemas más fuertes de la metrópoli.

Y es que buena parte de ésta se encuentra sobre lo que fue un sistema lacustre con sedimentos arcillosos altamente compresibles.

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