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Boletín UNAM-DGCS-214
Ciudad Universitaria.
06:00 hs. 12 de abril de 2014

 

   

 

ANALIZAN MIGRACIÓN Y EFECTOS DE REMESAS EN COMUNIDADES INDÍGENAS

  • Las primeras conclusiones revelan que ante el abandono de las áreas rurales, la población se ve obligada a dejar las labores agrícolas de autoconsumo y se incorpora al trabajo asalariado en distintos sectores

¿Qué tipo de fenómenos económicos, sociales y culturales se presentan en las comunidades indígenas si algunos de sus miembros emigran al extranjero en busca de empleo y oportunidades para mejorar sus niveles de vida?

Un grupo de especialistas del Programa Universitario México Nación Multicultural y del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM planteó ésta y otras preguntas en un estudio de largo aliento titulado Remesas, migración y desarrollo en las comunidades indígenas del México actual, 1980-2010.

Al presentar las primeras conclusiones de la investigación, en la que intervienen más de 30 analistas (coordinados por Genoveva Roldán), Carolina Sánchez y José Gasca señalaron que ante el abandono de las áreas rurales –acentuado en las zonas indígenas, donde se requiere inversión y apoyo a los pequeños productores– la población se ve obligada a dejar las labores agrícolas de autoconsumo y se incorpora al trabajo asalariado en distintos sectores.

Históricamente, los indígenas han sido participantes en el proceso de desarrollo, aunque bajo un esquema de explotación y despojo. Sin embargo, el esfuerzo de su labor, sus formas de producción, sus productos y el trabajo en la migración –convertido en remesas–, se insertan de diferentes formas al desarrollo del país.

“Hay diversos ejemplos de la riqueza que generan, no obstante, los salarios que reciben jornaleros o migrantes indígenas son más bajos que los de otros segmentos de la población. Ahí se advierte la exclusión, que es más elevada en comparación con otros grupos”, consideraron los académicos.

Ser indígena conlleva discriminación, que se acentúa en las zonas de migración y se agrava en las mujeres. Los riesgos y la vulnerabilidad son considerables en ellas, subrayaron Sánchez y Gasca.

Remesas, más altas que la venta de hidrocarburos

Al analizar las formas de ingreso de divisas, los estudiosos corroboraron que las remesas que envían a sus lugares de origen han ascendido en el patrón de ingresos. “Ocupan un lugar sólo por debajo de la venta de hidrocarburos. En ocasiones han superado al turismo y a la inversión extranjera directa, que han caído en los últimos años”.

En términos de valor, en 2006 –año considerado en este estudio como el momento de mayor auge– las remesas alcanzaron más de 25 mil millones de dólares y al cierre de 2013 descendieron a 22 mil millones.

Si se consideran de manera global (del total de la población migrante), el estudio encontró diferencias con los envíos monetarios de la población indígena. “Independientemente de la importancia que puedan tener en la modificación de la economía de las zonas indígenas, donde se observa claramente su impacto es en su papel de proporcionar alimento a las familias que se quedan.

“También, para cubrir necesidades de infraestructura en esas colectividades, organizadas en el marco de una estructura social comunitaria en donde la totalidad, incluso los miembros que están fuera de sus hogares, tienen la obligación de aportar en beneficio de todos. En suma, los recursos se utilizan para carreteras, mejora de vivienda, clínicas y para fiestas patronales”, detallaron los voceros del grupo.

Dinero indígena y economía nacional

México es un país de migrantes y la presencia de la población indígena en el envío de remesas es de 12 por ciento, aproximadamente. “Hace años, sólo algunos grupos migraban, ahora la mayoría de esos pueblos participan en este proceso. Sin embargo, aunque no modifiquen la situación económica de los lugares de origen, su aportación es relevante porque para muchos de ellos es una estrategia de sobrevivencia”, apuntaron.

En el caso de Oaxaca, donde una tercera parte de su población está catalogada como indígena, se encontraron datos que indican que el fenómeno migratorio y, por lo tanto, el de la recepción de remesas, es relevante.

En contraste, en otros estados considerados en el estudio por tener grupos originarios representativos en la migración internacional, como Michoacán, sus remesas no alcanzan montos significativos, por el hecho de que parte de su población no se cataloga en ese segmento. Ese estado reporta flujos de población migrante hacia Estados Unidos desde hace un siglo.

Por otra parte, el análisis ha determinado que los municipios indígenas de Chiapas y Veracruz crecieron en recepción de remesas entre 2000 y 2012, porque varios grupos de estas entidades recién experimentan flujo migratorio.

De dónde vienen y adónde van

De acuerdo con los analistas, los municipios con alta concentración de esos grupos que participan con frecuencia en el proceso, se ubican en el sureste y centro del país. Por ejemplo, Oaxaca ocupa un sitio destacado, al que le sigue Chiapas (aunque es relativamente reciente su presencia en la migración) y luego Guerrero.

No obstante, quienes ocupan los primeros lugares –medidos por el número de municipios que tienen hogares receptores de remesas– son los mayas, que se desplazan a San Francisco y los poblanos, a Nueva York, Chicago, Nueva Jersey y San Diego.
El estudio aborda las dos facetas de la migración: nacional e internacional. “La población indígena de Oaxaca reporta desplazamientos internos y al exterior. Incluso hay que diferenciar los grupos por entidad y diversidad.

Algunos de ellos tienen antigüedad en el proceso migratorio, como los mixtecos, que han desempeñado un papel singular en la población a la que organiza políticamente en Estados Unidos, si bien debe incluirse a los zapotecos y a los purépechas de Michoacán, menores en número.

Tradicionalmente, la mayor concentración ocurría en California, pero ahora se tiene mayor conocimiento de los mercados de trabajo, además, se han consolidado las redes de apoyo que les permite desplazarse en grupo a diferentes lugares de EU. En la actualidad no desempeñan sólo actividades agrícolas, se encuentran en zonas urbanas incorporados a diversas áreas, desde la industria de la construcción, hasta negocios propios en el sector de servicios y comercio.

Otro aspecto de las remesas que los investigadores consideran relevante son las estimaciones por hogar. “No sólo el valor en dólares, sino en cuanto al número de hogares indígenas que las captan. A Chiapas llega a poco más del 12 por ciento; al 11 por ciento de guerrerenses, mientras que a Hidalgo a una cuarta parte de los municipios indígenas. A Michoacán a sólo 3.4 por ciento, Puebla se sostiene en la cifra de 7.3, Veracruz 5.8, Oaxaca 35 por ciento y Yucatán, el caso más destacado, 52 por ciento.

Para concluir, indicaron que un aspecto relacionado es el desmantelamiento de los sistemas productivos indígenas locales. “En la medida en que emigra más población, se deja de producir, los mecanismos de seguridad alimentaria entran en un proceso de alta vulnerabilidad y se tienen que comprar los alimentos en otro tipo de mercados”.

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