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Boletín UNAM-DGCS-092
Ciudad Universitaria.
06:00 hs. 15 de febrero de 2014

 

   

 

TANIA GUTIÉRREZ, UNA CAZADORA DE ADN ANTIGUO

• La integrante del Posgrado en Ciencias Biológicas de la UNAM extrajo y amplificó el material genético de dos roedores de América Central a partir de muestras con más de seis mil años y halladas en zonas calurosas, condiciones climáticas que hasta hace poco imposibilitaban estas tareas

• Fue galardonada con el Premio Estatal a la Juventud de Jalisco por lo innovador de su producción académica y colaboración científica nacional e internacional

En el mundo, distintos grupos de investigación emplean recursos y laboratorios para estudiar especímenes extintos a partir de sus restos; estos trabajos brindarían respuestas sobre el origen e historia evolutiva de distintas especies, incluido la humana.

Estos “cazadores de  ácido desoxirribonucleico (ADN) antiguo” buscan material genético bien preservado. La mayoría  considera imposible obtener alguna “presa” en regiones con climas cálidos por las condiciones ambientales, pues dificultan la preservación.

Al realizar sus estudios de doctorado en el Instituto de Ecología (IE) de la UNAM, Tania Anaid Gutiérrez García exploró nuevas rutas para extraer y amplificar el material genético de dos especies de roedores de América Central, a partir de restos con más de seis mil años, localizados en la Península de Yucatán.

En sus trabajos recuperó información genética a partir de las muestras de mandíbulas fosilizadas encontradas en una región poco contemplada en la búsqueda de ADN antiguo.

Debido al éxito, ahora los científicos ven factible obtenerlo de vestigios localizados en sitios húmedos y calurosos, expuso la también autora de textos de divulgación científica como Cuando el pasado nos alcance: el mamut en el patio de atrás y Filogeografía, la historia de los linajes de genes a través del tiempo.

La bióloga se manifestó contra la idea de que sólo es posible recuperar material genético en zonas secas o frías. “Yo lo obtuve donde se supone no podría”, detalló. Por la originalidad de su trabajo fue aceptada en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) como miembro nivel I.

La finalidad de estas tareas —entre las que se cuentan la filogeografía comparada— es analizar la distribución geográfica de la variación genética a través del tiempo para reconstruir la historia evolutiva de estas especies. Los resultados de la indagación doctoral han sido publicados en revistas internacionales como Frontiers of Biogeography y Biological Journal of the Linnean Society.

En la investigación —realizada con tutoría de Ella Vázquez Domínguez, del Laboratorio de Genética y Evolución del IE—, Tania Gutiérrez colaboró con integrantes del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el Centro de ADN Antiguo McMaster, de Canadá.

Además, colabora en el diseño de modelos tridimensionales para preservar detalles de estas muestras, testimonio de la historia de la vida en la Tierra. La tecnología —aún en desarrollo— permitirá saber si existe ácido desoxirribonucleico en los restos, sin destruirlos.

Por la innovación de sus aportaciones y la colaboración con la comunidad científica nacional e internacional, recibió el Premio Estatal a la Juventud, que otorga Jalisco a individuos notables por sus contribuciones en distintos campos del conocimiento.

El que busca, encuentra

En diciembre pasado, la versión electrónica de Nature publicó un trabajo con ADN antiguo realizado por Matthias Meyer, sus colaboradores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania) y coautores de España y China.

En el artículo se describe el hallazgo de material genético humano con miles de años de antigüedad, obtenido a partir de un hueso localizado en una cueva al norte de España. El trabajo demuestra que es posible recuperar material antiguo de restos obtenidos en climas templados y no necesariamente congelados.

En una región con características tropicales, a 110 kilómetros al sur de Mérida, Yucatán, se encuentran las grutas de Loltún (‘flor de piedra’ en maya). A partir del análisis de materiales óseos avistados en el sitio se determinó que ahí existieron mastodontes, bisontes, camellos, lobos, caballos y gran variedad de mamíferos ya extintos.

Del lugar, el INAH resguardó muestras de las especies Oryzomys couesi (rata arrocera del pantano) y Ototylomys phyllotis (rata trepadora de orejas grandes), de estratos con más de seis mil años de antigüedad.

Al trabajar en su análisis y clasificación, Gutiérrez García consideró la posibilidad de recuperar material genético de los restos fosilizados. Con este fin, realizó dos estancias doctorales en el Centro McMaster, uno de los más importantes a nivel internacional.

“La probabilidad de obtener ADN a partir de mandíbulas fosilizadas de roedores de una región tropical era mínima. Tras modificar los protocolos de investigación para adecuarlos a las características de lo recolectado logré la extracción, amplificación y secuenciación de diferentes fragmentos del genoma”, detalló.

El estudio doctoral constituye el punto de partida  para conocer la estructuración genética de los roedores (que aún habitan en América Central) y determinar su lugar de origen y cómo fue su dispersión hasta tener su distribución actual, explicó.

“Conocer lo sucedido hace miles de años es relevante para comprender la situación actual de las especies que habitan el planeta, entre otras cosas, para entender los procesos evolutivos que llevaron a su permanencia o a su extinción”.

En la actualidad, Tania Gutiérrez busca consolidar un laboratorio de ADN antiguo para insertar a México en la generación de conocimiento sobre la historia evolutiva de todas las formas de vida sobre el planeta.

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