En los matrimonios, mientras se da más reciprocidad
e igualdad, hay mayor satisfacción con la pareja, lo que
a su vez produce una mejor comunicación y sensación
de bienestar, afirmó Raúl Ávila Santibáñez,
profesor de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.
Lo anterior deriva de investigaciones hechas por el académico
mediante la ‘psicofísica social’ y su método
de estimación de las magnitudes, que se extendió del
área de la percepción a los fenómenos sociales.
En conducta social, ese método consiste en juzgar la importancia
o valor relativo que para las personas tienen ciertas actividades,
como las de tipo marital, agrupadas en pares, como caminar con la
pareja o ver televisión.
En este caso, señaló, lo ocupamos para conocer
aspectos en la interacción en el matrimonio. Aplicamos un
cuestionario a bloques de personas de cinco a 30 años de
casados y encontramos, por ejemplo, que los hombres empiezan felices,
pero después de un lustro su satisfacción baja considerablemente,
hasta llegar a los 25 ó 30 años de unión, fase
en que ya no les importa la relación.
En las mujeres, apuntó, hay felicidad los primeros
años, después el bienestar decrece, pero tras dos
décadas empiezan a sentirse nuevamente satisfechas con el
matrimonio.
También, en términos de reciprocidad, en
los primeros años de unión se presenta una sensación
de que lo mismo que hace uno por la pareja lo hace el otro, sin
embargo, tras una década esta percepción cambia, porque
los individuos dejan de coincidir en las actividades que consideraban
gratificantes, indicó.
Esto significa que al paso de los años ambos dejan
de sentir que la relación es recíproca y renuncian
a hacer por su compañero lo que creen que éste ya
no hace por ellos, precisó.
Otro aspecto que se consideró fue el grado de satisfacción.
“Medimos qué tanto hace uno por el otro. Con base en
un cuestionario, les pedimos que de una lista de actividades, como
cuidar a los hijos, ir al supermercado, disposición a tener
relaciones íntimas, lavar los trastes o promover el desarrollo
del otro, seleccionaran las que hacían por su pareja. Después,
les solicitamos elegir las que creían que su cónyuge
hacía por ellos y al final se les preguntaba qué tan
satisfechos estaban con su matrimonio”.
Los resultados revelaron que entre más actividades
hacían por su pareja, y viceversa, más satisfechos
estaban con la relación, subrayó. Asimismo, que el
principal conflicto surge por dinero, la crianza de los hijos y
la promoción del desarrollo personal del otro.
Entonces, si la pareja no te deja prosperar, uno de los
dos aporta más dinero a casa o sólo uno es responsable
del cuidado de los niños, es probable que la separación
ocurra, alertó.
Además, en la actualidad las relaciones íntimas
o tener marido e hijos ya no tienen la misma importancia que antes,
porque tanto en hombres como en mujeres hay otros intereses relacionados
con la superación personal y profesional, que se han vuelto
determinantes para la estabilidad o inestabilidad del matrimonio.
Otro aspecto que encontramos es que el varón no
acepta demoras y las mujeres están más dispuestas
a esperar. Por ejemplo, al preguntarles si preferían caminar
con la pareja, comer juntos, tener una relación íntima
en ese momento o hacerlo en mejores condiciones más tarde,
ellos siempre prefirieron lo inmediato, explicó.
Los resultados obtenidos se dieron por igual en todas las
parejas, independientemente de variables sociodemográficas
como la edad, los ingresos y la escolaridad.
La siguiente etapa de esta investigación, informó
Ávila Santibáñez, consistirá en determinar
si estas variables que indican la satisfacción se relacionan
con la tasa actual de infidelidad.
“Para ello partiré de la premisa de que conforme
disminuye la satisfacción y se rompe la igualdad, aumenta
la infidelidad y, eventualmente, surge el divorcio”, concluyó.
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