Un viaje por Tacubaya puede empezar en la cima de Chapultepec,
en el castillo, desde donde se domina la Ciudad de México
por los cuatro puntos cardinales. Un mirador que, nutrido con el
conocimiento histórico de la urbe, motiva a la ensoñación,
misma que motivó a los antepasados (mexicas, españoles
y mestizos) avecindados aquí.
De ello dan testimonio las crónicas de religiosos
y seculares, litografías de época y, por supuesto,
los paisajes de José María Velasco (1840-1912).
El viajero puede descender y perderse por las calles de
la colonia Escandón, donde permanecen en pie casonas porfirianas
y edificaciones art déco; detenerse en alguna de
las cantinas del rumbo y seguir por la avenida Revolución
hasta llegar a la Parroquia de La Candelaria, parada obligada para
admirar los testimonios de cómo participaron los indígenas
en su construcción.
Los lugares pueden disfrutarse si nos sumergimos en su historia,
pero en una que no nos detenga en el pasado, sino que nos regrese
al presente, porque desde ahí tendremos más cuestionamientos
y respuestas, considera Sergio Miranda, del Instituto de Investigaciones
Históricas (IIH) de la UNAM, en su libro Tacubaya, de
suburbio veraniego a ciudad.
El relato no pretende hacer nostalgia del pasado, sino
tener elementos para reconocernos, obtener una identidad y movernos
a la acción, porque nuestra identidad está en perpetua
transformación, comentó el universitario.
“Quise mostrar que Tacubaya también tiene
la dinámica de la ciudad, del país y del mundo, con
la preocupación de que está inmersa en un proceso
de cambio y que adquirir una explicación del pasado puede
ayudar a dar rumbo a las acciones en el presente”, dijo.
Ante el riesgo que representan los intereses inmobiliarios
ajenos a los habitantes de la zona, el historiador señaló
que uno de los objetivos de su estudio es alentar a la comunidad
tacubayense a no ser depredada por empresarios inconscientes de
su valor histórico.
“En el libro muestro cómo las transformaciones
urbanas representan la historia de las luchas sociales. La Tacubaya
que guardamos en la memoria es la historia de esas comunidades,
que lograron imponerse a otras y que tenían ideas distintas
a las que desaparecieron.
“Las comunidades prehispánicas tenían
un sistema de vida comunitaria que dio lugar a un conjunto de barrios
y a determinados tipos de asentamientos con actividad agrícola.
Al final, las aldeas y barrios fueron suplantados por colonias modernas,
por casas de veraneo que, a su vez, fueron desplazadas por edificios
de apartamentos, colonias clasemedieras o populares. Lo que se ve
es la imposición de un modelo de crecimiento urbano vertical”,
comentó el investigador.
Para un historiador de la ciudad resulta atractivo establecer
puentes de comunicación con el pasado y traerlos al presente,
porque acrecentar el orgullo de los habitantes por su pasado histórico
puede ser de utilidad y dar densidad a su responsabilidad como sociedad.
En opinión de Miranda, “son señaladas
las zonas donde los ciudadanos están organizados en defensa
de su patrimonio, contra la depredación del suelo y la sociabilidad
de la metrópoli. Lo deseable es tener la suficiente densidad
social para poder decir no necesitamos una gasolinera o un restaurante,
sino que cuiden nuestros parques y establezcan control sobre los
autos”.
Al abundar acerca del perímetro tacubayense, aseguró
que ese espacio resulta atractivo porque posee dimensiones prehispánicas
y coloniales. Chapultepec formaba parte de la municipalidad de Tacubaya,
muchos creerán que es la colonia que se ve afuera del Metro,
pero quienes lean su historia entenderán que abarcaba Chapultepec,
sitio emblemático en los anales de México.
“Pueden disfrutarse los lugares de una ciudad si
se entra a su historia, pero en una que no nos detenga en el tiempo,
sino que nos lleve a otro y al regresar al presente habrá
más preguntas qué responder”, confió
el universitario.
El conocimiento de la historia nos sitúa en las
responsabilidades y posibilidades que tenemos como ciudadanos. “En
este sentido es positivo que haya comunidades movilizadas en defensa
de su patrimonio, de su vida local, con una apuesta por la vida
social que contradice la que se monta sobre la ganancia y la plusvalía”,
concluyó.
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