Boletín UNAM-DGCS-767
Ciudad Universitaria
06:00 hs. 24 de diciembre de 2013.
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Sergio Miranda
Tacubaya camino real y Tacubaya edificio Ermita

TACUBAYA, DE SUBURBIO VERANIEGO A CIUDAD

• En su libro, Sergio Miranda, del IIH de la UNAM, no pretende hacer nostalgia del pasado, sino tener elementos para reconocernos, obtener una identidad y movernos a la acción, porque nuestra identidad está en perpetua transformación

Un viaje por Tacubaya puede empezar en la cima de Chapultepec, en el castillo, desde donde se domina la Ciudad de México por los cuatro puntos cardinales. Un mirador que, nutrido con el conocimiento histórico de la urbe, motiva a la ensoñación, misma que motivó a los antepasados (mexicas, españoles y mestizos) avecindados aquí.

De ello dan testimonio las crónicas de religiosos y seculares, litografías de época y, por supuesto, los paisajes de José María Velasco (1840-1912).

El viajero puede descender y perderse por las calles de la colonia Escandón, donde permanecen en pie casonas porfirianas y edificaciones art déco; detenerse en alguna de las cantinas del rumbo y seguir por la avenida Revolución hasta llegar a la Parroquia de La Candelaria, parada obligada para admirar los testimonios de cómo participaron los indígenas en su construcción.

Los lugares pueden disfrutarse si nos sumergimos en su historia, pero en una que no nos detenga en el pasado, sino que nos regrese al presente, porque desde ahí tendremos más cuestionamientos y respuestas, considera Sergio Miranda, del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UNAM, en su libro Tacubaya, de suburbio veraniego a ciudad.

El relato no pretende hacer nostalgia del pasado, sino tener elementos para reconocernos, obtener una identidad y movernos a la acción, porque nuestra identidad está en perpetua transformación, comentó el universitario.

“Quise mostrar que Tacubaya también tiene la dinámica de la ciudad, del país y del mundo, con la preocupación de que está inmersa en un proceso de cambio y que adquirir una explicación del pasado puede ayudar a dar rumbo a las acciones en el presente”, dijo.

Ante el riesgo que representan los intereses inmobiliarios ajenos a los habitantes de la zona, el historiador señaló que uno de los objetivos de su estudio es alentar a la comunidad tacubayense a no ser depredada por empresarios inconscientes de su valor histórico.

“En el libro muestro cómo las transformaciones urbanas representan la historia de las luchas sociales. La Tacubaya que guardamos en la memoria es la historia de esas comunidades, que lograron imponerse a otras y que tenían ideas distintas a las que desaparecieron.

“Las comunidades prehispánicas tenían un sistema de vida comunitaria que dio lugar a un conjunto de barrios y a determinados tipos de asentamientos con actividad agrícola. Al final, las aldeas y barrios fueron suplantados por colonias modernas, por casas de veraneo que, a su vez, fueron desplazadas por edificios de apartamentos, colonias clasemedieras o populares. Lo que se ve es la imposición de un modelo de crecimiento urbano vertical”, comentó el investigador.

Para un historiador de la ciudad resulta atractivo establecer puentes de comunicación con el pasado y traerlos al presente, porque acrecentar el orgullo de los habitantes por su pasado histórico puede ser de utilidad y dar densidad a su responsabilidad como sociedad.

En opinión de Miranda, “son señaladas las zonas donde los ciudadanos están organizados en defensa de su patrimonio, contra la depredación del suelo y la sociabilidad de la metrópoli. Lo deseable es tener la suficiente densidad social para poder decir no necesitamos una gasolinera o un restaurante, sino que cuiden nuestros parques y establezcan control sobre los autos”.

Al abundar acerca del perímetro tacubayense, aseguró que ese espacio resulta atractivo porque posee dimensiones prehispánicas y coloniales. Chapultepec formaba parte de la municipalidad de Tacubaya, muchos creerán que es la colonia que se ve afuera del Metro, pero quienes lean su historia entenderán que abarcaba Chapultepec, sitio emblemático en los anales de México.

“Pueden disfrutarse los lugares de una ciudad si se entra a su historia, pero en una que no nos detenga en el tiempo, sino que nos lleve a otro y al regresar al presente habrá más preguntas qué responder”, confió el universitario.

El conocimiento de la historia nos sitúa en las responsabilidades y posibilidades que tenemos como ciudadanos. “En este sentido es positivo que haya comunidades movilizadas en defensa de su patrimonio, de su vida local, con una apuesta por la vida social que contradice la que se monta sobre la ganancia y la plusvalía”, concluyó.

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Fotos

Tacubaya tiene la dinámica de la ciudad, del país y del mundo, con la preocupación de que está inmersa en un proceso de cambio y que adquirir una explicación del pasado puede ayudar a dar rumbo a las acciones en el presente. (Casa Barrón).