Boletín UNAM-DGCS-757
Ciudad Universitaria
06:00 hs. 19 de diciembre de 2013.
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Leopoldo Galicia Sarmiento

MÉXICO PIERDE CADA AÑO 40 MIL HECTÁREAS DE BOSQUES TEMPLADOS

• Esos ecosistemas ocupan la mayor cobertura forestal del país, con 32 millones de hectáreas, además, tienen 46 especies de pinos y 161 de encinos, dijo Leopoldo Galicia Sarmiento, del IGg de la UNAM
• Para frenar su pérdida, el científico propone combinar la conservación de grandes áreas con la explotación intensiva de especies mixtas en zonas reducidas y controladas

Los bosques templados ocupan la mayor cobertura forestal de México, con alrededor de 32 millones de hectáreas, que equivalen a casi el 18 por ciento del territorio nacional, además, son ecosistemas muy diversos, con 46 especies de pinos y 161 de encinos.

Sin embargo, cada año el país pierde, en promedio, 40 mil hectáreas de ellos debido a la deforestación intensiva, al cambio del uso de suelo por ganadería y agricultura, así como por el manejo forestal no sustentable, afirmó Leopoldo Galicia Sarmiento, investigador del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM.

Variedad de especies

La superficie forestal de los bosques templados duplica lo que queda de los tropicales lluviosos y secos en nuestro territorio. Aunque es menos diverso que las selvas, es el centro de diversificación de los pinos y encinos.

“En el mundo hay 111 especies de pinos, de ellas, México tiene 46 (24 endémicas). En tanto, de las 450 especies de encinos que existen en el planeta, nuestra nación cuenta con 161 (109 endémicas)”, refirió el especialista del Departamento de Geografía Física del IGg.

Pese a lo importante de conservar esa riqueza, del 100 por ciento de la madera que se produce en el país, 90 por ciento proviene de estos ecosistemas (78 por ciento de pinos y 12 de encinos), mientras el resto se obtiene en bosques tropicales. “Muchas economías comunitarias dependen del manejo forestal, fuente de ingresos en varias zonas rurales”, destacó.

Galicia Sarmiento afirmó que mientras la mayoría de los estudios ecológicos se centran en selvas y desiertos, existe escasa investigación científica de los bosques templados y la generalidad está dominada por un enfoque forestal, en donde sólo importa el volumen de madera.

“Es poco esfuerzo por entender otros procesos ecológicos –como las redes tróficas, cómo se regula la fertilización del suelo o cuál es la captura de agua de estas áreas– y a otros grupos de organismos que ahí cohabitan”.

Causas de la deforestación

Para trazar una estrategia que detenga el deterioro de esos ecosistemas, primero se deben entender las causas de la deforestación, planteó Galicia Sarmiento.

Los inventarios realizados en México en 1990 y 2000 estimaron que hubo pérdidas de entre 36 mil y 45 mil hectáreas anuales, debido a la deforestación, con cifras variables según la zona del país.

“Las principales causas de esta pérdida es la tala ilegal, que provoca deforestación y degradación, pues se realiza sin estrategia de manejo”, subrayó.

También, por su transformación en zonas para agricultura, debido a que tienen un clima benigno y húmedo, que genera suelos de buena calidad. Más recientemente, añadió, se ha sumado también la introducción de la ganadería.

El avance de infraestructura para instalar torres de luz y carreteras; los incendios, algunos provocados y otros naturales, así como el desarrollo urbano inmobiliario, que aumenta de manera expansiva hacia zonas boscosas, representan otra fuente de merma.

El problema se acentúa porque las tasas de recuperación son reducidas y a largo plazo. “Deben pasar al menos 30 años para que tenga una cobertura arbórea incipiente, pero para restablecer sus funciones ecológicas y diversidad, con todos sus organismos, trascurre hasta una siglo”. La proporción entre lo que se pierde y lo que se regenera en los bosques templados es de 15 a uno, estimó el investigador.

Proteger y aprovechar otros recursos

Existen varias estrategias para detener la destrucción de los bosques, entre ellas, la creación de Áreas Nacionales Protegidas y Parques Nacionales, que resguardan apenas al uno por ciento de esos ecosistemas en el país. “Hay que ampliar la red de protección y hacerlo de manera más coordinada, con grandes corredores protegidos”, sugirió.

Galicia Sarmiento consideró inevitable que la gente viva en esos entornos y los transforme, como ocurre con el 80 por ciento de la cobertura forestal del país, que está bajo propiedad comunitaria, sin embargo, sólo el 12 por ciento implementa planes de manejo para conservarlos.

“Necesitamos mejores estrategias, una planificación uniforme del manejo forestal y una diversificación de los productos que se obtienen, pues hoy sólo se centran en cortar árboles para obtener madera”, apuntó.

Asimismo, recomendó crear viveros, hacer bancos de germoplasma y transformar la madera en bienes con valor agregado –papel, muebles u objetos de diseño— para generar más recursos económicos a quienes viven en esas áreas y que tengan la posibilidad de reinvertir en planes de preservación.

También, propuso impulsar la innovación tecnológica en el sector ecológico para producir bioenergía, capturar agua, obtener productos químicos naturales y explotar otros recursos no maderables, como hongos silvestres, a fin de darles valor agregado. “Con ello se puede cuidar el bosque y explotar sólo una parte”, reiteró.

Respecto a la explotación de madera, sugirió hacer plantaciones forestales mixtas con especies endémicas, en áreas pequeñas pero intensificadas con fertilización y cuidados, como si se tratara de un cultivo.

Algunos estudios muestran que esas plantaciones, con cuatro o cinco especies de pinos y encinos, son más productivas, ayudan a mantener el suelo en buenas condiciones y capturan más agua, concluyó.

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Fotos

Leopoldo Galicia Sarmiento, investigador del Instituto de Geografía de la UNAM.


Inventarios realizados en México en 1990 y 2000 estimaron que hubo pérdidas de entre 36 mil y 45 mil hectáreas anuales, debido a la deforestación.