Símbolo de la tradición de Xochimilco, la
fiesta del Niñopan, el niño dios católico que
nació el 24 de diciembre, es un fenómeno cultural
que conjuga la tradición del cristianismo medieval y las
raíces mesoamericanas.
Celebrada el 2 de febrero, es un referente de los pueblos
originarios de la Ciudad de México: inicia el ciclo agrícola,
hay mayordomías –en Xochimilco son organizaciones dedicadas
al culto del niño dios y de La Candelaria– y es el
día en que la gente lleva a bendecir las imágenes
del niño dios, en canastas o en charolas con maíz
o frijol, pues también es la fiesta de la bendición
de las semillas.
La festividad era importante en el centro de México
porque marcaba el inicio del año mesoamericano, como señala
el mismo Bernardino de Sahagún, refirió Andrés
Medina Hernández, coordinador del proyecto Etnografía
de la cuenca de México, del Instituto de Investigaciones
Antropológicas (IIA) de la UNAM.
Algo interesante de esta tradición, agregó,
es que se advierte una fusión entre el culto al niño
dios y al maíz, de tal suerte que el primero simboliza a
la divinidad de ese cereal, que tenía un papel central en
la cosmovisión y mitología mesoamericana.
En esa fecha, como marca la tradición, se consume
atole y tamales, que deben ser proveídos por quienes encuentran
al “muñeco” (representación del niño
dios) en la rosca del 6 de enero, día de los Santos Reyes.
“En la ciudad, la razón por la que se lleva
a cabo esa práctica se ha perdido, sin embargo, en los pueblos
originarios al sur de la urbe se encuentra la lógica que
envuelve a la fiesta: el culto al maíz y al niño dios”,
abundó Medina Hernández.
Aún más, sintetiza un simbolismo vinculado
a la tradición mesoamericana, pues ambos tienen un periodo
en que se ocultan. El maíz –que se supone huérfano–
se entierra para que surja nueve meses después en forma de
mazorca. El niño, escondido en la rosca, aparecerá
el 2 de febrero, día de La Candelaria, cierre del lapso que
comienza el 12 de diciembre, festejo de la Virgen de Guadalupe.
De acuerdo con el investigador, el siguiente momento de
la fiesta del Niñopan es el comienzo de las posadas, anuncio
de su nacimiento (el maíz, en la tradición mesoamericana).
“En Xochimilco se hace otra celebración denominada
Los posaderos; aquí, nueve funcionarios nombrados por el
mayordomo se ocupan de una de las posadas, además de los
padrinos del niño y de los encargados de la adoración
del 6 de enero, también nombrados por el mayordomo”.
El 24 de diciembre es el nacimiento, se hace una gran celebración
que culmina el día de La Candelaria.
Según el estudioso, se debe considerar la esencia
de la festividad, “pues con frecuencia sólo se habla
de religión popular, pero eso no dice nada de su especificidad.
Si se quiere entrar a sus particularidades, hay que remitirse a
lo que Alfredo López Austin denomina la ‘tradición
religiosa mesoamericana’, en la que se conjuga la cosmovisión
mesoamericana con el cristianismo medieval que trajo el clero regular.
Esta conjunción genera una forma religiosa nueva que se mantiene
hasta la actualidad y que no coincide con la iglesia oficial”.
El culto
Respecto de la figura del Niñopan, el investigador
indicó que probablemente fue elaborada en el siglo XVI, época
en que se esculpían con pasta de caña de maíz.
No obstante, parece que ésta se elaboró con madera
de colorín.
“Pero lo más interesante es que en el intento
por determinar su origen, se motivó a que los mayordomos
llevaran la figura al INAH para remozarla. La devolvieron con la
recomendación de procurarle ciertos cuidados; desde entonces,
sale protegida por una gran sombrilla, acompañada de una
persona que porta un letrero que dice: no besar al niño,
no tomar fotos con flash”.
Asimismo, añadió Medina, las autoridades
de Gobernación advirtieron que el culto debe ser mantenido,
pues en el momento en que se suspenda pasará a ser propiedad
de la nación. “Eso motivó a que hubiera una
exaltación de la comunidad y una enorme cantidad de solicitudes
para rendir culto al Niñopan. Ahora, que quien quiera ser
mayordomo tiene que esperar 40 años para ocupar el cargo”.
Cabe resaltar, añadió el antropólogo,
que quien se compromete a la mayordomía no es propiamente
la persona, sino la familia. “Quizá los inscritos no
harán la fiesta, sino sus descendientes, pero comienzan a
reunir dinero, a crear la red de apoyo que permitirá hacer
una fiesta suntuosa, en la que el prestigio está de por medio”.
El mayordomo debe sufragar los gastos durante un año,
construir una capilla especial para el niño y un área
para guardar su ropa y regalos. Además, disponer de un lugar
donde la gente pueda visitarlo. Sin duda, es una de las fiestas
más costosas, porque es de una exuberancia extraordinaria.
“Al Niñopan lo tratan como a un ser vivo.
El mayordomo lo hospeda en su casa en una cuna especial y lo viste
con ropa adecuada, ligera en clima caluroso y abrigadora en frío.
También la gente le lleva obsequios los días de los
Santos Reyes y del Niño; en este último se hace una
kermés para los pequeños del pueblo y el Niñopan
es invitado.
Nunca debe dormir fuera de casa; sale temprano, participa
en actividades en diversos lugares y regresa. A las ocho de la noche
le dedican un rosario y se va a su habitación, concluyó.
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