Boletín UNAM-DGCS-753
Ciudad Universitaria
06:00 hs. 17 de diciembre de 2013.
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Andrés Medina Hernández

LA FIESTA DEL NIÑOPAN, TRADICIÓN DE XOCHIMILCO

  • Es un fenómeno cultural que conjuga la tradición del cristianismo medieval y las raíces mesoamericanas

Símbolo de la tradición de Xochimilco, la fiesta del Niñopan, el niño dios católico que nació el 24 de diciembre, es un fenómeno cultural que conjuga la tradición del cristianismo medieval y las raíces mesoamericanas.

Celebrada el 2 de febrero, es un referente de los pueblos originarios de la Ciudad de México: inicia el ciclo agrícola, hay mayordomías –en Xochimilco son organizaciones dedicadas al culto del niño dios y de La Candelaria– y es el día en que la gente lleva a bendecir las imágenes del niño dios, en canastas o en charolas con maíz o frijol, pues también es la fiesta de la bendición de las semillas.

La festividad era importante en el centro de México porque marcaba el inicio del año mesoamericano, como señala el mismo Bernardino de Sahagún, refirió Andrés Medina Hernández, coordinador del proyecto Etnografía de la cuenca de México, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.

Algo interesante de esta tradición, agregó, es que se advierte una fusión entre el culto al niño dios y al maíz, de tal suerte que el primero simboliza a la divinidad de ese cereal, que tenía un papel central en la cosmovisión y mitología mesoamericana.

En esa fecha, como marca la tradición, se consume atole y tamales, que deben ser proveídos por quienes encuentran al “muñeco” (representación del niño dios) en la rosca del 6 de enero, día de los Santos Reyes.

“En la ciudad, la razón por la que se lleva a cabo esa práctica se ha perdido, sin embargo, en los pueblos originarios al sur de la urbe se encuentra la lógica que envuelve a la fiesta: el culto al maíz y al niño dios”, abundó Medina Hernández.

Aún más, sintetiza un simbolismo vinculado a la tradición mesoamericana, pues ambos tienen un periodo en que se ocultan. El maíz –que se supone huérfano– se entierra para que surja nueve meses después en forma de mazorca. El niño, escondido en la rosca, aparecerá el 2 de febrero, día de La Candelaria, cierre del lapso que comienza el 12 de diciembre, festejo de la Virgen de Guadalupe.

De acuerdo con el investigador, el siguiente momento de la fiesta del Niñopan es el comienzo de las posadas, anuncio de su nacimiento (el maíz, en la tradición mesoamericana). “En Xochimilco se hace otra celebración denominada Los posaderos; aquí, nueve funcionarios nombrados por el mayordomo se ocupan de una de las posadas, además de los padrinos del niño y de los encargados de la adoración del 6 de enero, también nombrados por el mayordomo”.

El 24 de diciembre es el nacimiento, se hace una gran celebración que culmina el día de La Candelaria.

Según el estudioso, se debe considerar la esencia de la festividad, “pues con frecuencia sólo se habla de religión popular, pero eso no dice nada de su especificidad. Si se quiere entrar a sus particularidades, hay que remitirse a lo que Alfredo López Austin denomina la ‘tradición religiosa mesoamericana’, en la que se conjuga la cosmovisión mesoamericana con el cristianismo medieval que trajo el clero regular. Esta conjunción genera una forma religiosa nueva que se mantiene hasta la actualidad y que no coincide con la iglesia oficial”.

El culto

Respecto de la figura del Niñopan, el investigador indicó que probablemente fue elaborada en el siglo XVI, época en que se esculpían con pasta de caña de maíz. No obstante, parece que ésta se elaboró con madera de colorín.

“Pero lo más interesante es que en el intento por determinar su origen, se motivó a que los mayordomos llevaran la figura al INAH para remozarla. La devolvieron con la recomendación de procurarle ciertos cuidados; desde entonces, sale protegida por una gran sombrilla, acompañada de una persona que porta un letrero que dice: no besar al niño, no tomar fotos con flash”.

Asimismo, añadió Medina, las autoridades de Gobernación advirtieron que el culto debe ser mantenido, pues en el momento en que se suspenda pasará a ser propiedad de la nación. “Eso motivó a que hubiera una exaltación de la comunidad y una enorme cantidad de solicitudes para rendir culto al Niñopan. Ahora, que quien quiera ser mayordomo tiene que esperar 40 años para ocupar el cargo”.

Cabe resaltar, añadió el antropólogo, que quien se compromete a la mayordomía no es propiamente la persona, sino la familia. “Quizá los inscritos no harán la fiesta, sino sus descendientes, pero comienzan a reunir dinero, a crear la red de apoyo que permitirá hacer una fiesta suntuosa, en la que el prestigio está de por medio”.

El mayordomo debe sufragar los gastos durante un año, construir una capilla especial para el niño y un área para guardar su ropa y regalos. Además, disponer de un lugar donde la gente pueda visitarlo. Sin duda, es una de las fiestas más costosas, porque es de una exuberancia extraordinaria.

“Al Niñopan lo tratan como a un ser vivo. El mayordomo lo hospeda en su casa en una cuna especial y lo viste con ropa adecuada, ligera en clima caluroso y abrigadora en frío. También la gente le lleva obsequios los días de los Santos Reyes y del Niño; en este último se hace una kermés para los pequeños del pueblo y el Niñopan es invitado.

Nunca debe dormir fuera de casa; sale temprano, participa en actividades en diversos lugares y regresa. A las ocho de la noche le dedican un rosario y se va a su habitación, concluyó.

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Fotos

La fiesta del Niñopan, en Xochimilco, es un referente de los pueblos originarios de la Ciudad de México.