Aún en reposo, su voz luce pujante, incontenida,
con escrupulosa dicción y se cuela por el más diminuto
escondrijo. Charla y libera su risa, también de altos decibeles.
A la menor provocación entona a toda voz, se hace acompañar
de ese mundo en blanco y negro resonante que no mira, pero edifica
en cada tecla con el piano.
Alan Pingarrón aprobó su examen profesional
para obtener el título de licenciado en Canto, en la Escuela
Nacional de Música (ENM) de la UNAM. La evaluación
consistió en un trabajo escrito, la grabación de 16
temas de tres compositores mexicanos (Melesio Morales, Ricardo Castro
y Gustavo Campa), además de un recital público en
la Sala Xochipilli, con creaciones de Schumann, Mozart, Beethoven
y Liszt.
Así, tras escuchar el fallo del jurado, Alan rindió
protesta y se comprometió a honrar a la Universidad Nacional
y a engrandecer el arte musical patrio.
“Son como sentimientos encontrados, porque por un
lado extrañarás la escuela, pero por el otro tendrás
un título como licenciado que, hasta cierto punto, es socialmente
importante, pero en realidad lo que a mí me gustó
fue el recital, porque la adrenalina que sientes en un concierto
para titularte es diferente, es demostrar que realmente aplicas
los conocimientos que se te otorgaron en la escuela”, comentó.
El 26 de abril de 2003, a la edad de 15 años, realizó
su examen AMG (aptitudes musicales generales) de ingreso a la ENM
y el 28 de mayo del mismo año efectuó el correspondiente
al área de canto.
“La primera sensación al entrar fue de un
sueño logrado, porque desde los 12 años quería
estar en un lugar donde pudiera aprender piano y hacer música;
desde entonces tomé la decisión de estudiar y estar
dentro de esta disciplina”, recordó.
Luz vocal
Cada gesto y poro complementa su comunicación, subraya
con las manos, aplaude y se contonea como si llevara un compás
permanente. Alan es invidente de nacimiento y aborda flagrante el
tema.
“A fin de cuentas, la ceguera simplemente es la falta
de la vista, pero no una discapacidad ni una limitante; se debe
buscar un modo de trabajar que nos permita hacer las cosas con normalidad,
igual que los demás”, consideró.
Para él existe la remarcada sensibilidad con la
que escucha, no utiliza guía, ni lentes opacos e incluso
tiene algo que puntualizar sobre la partiturización de la
música.
“Es una perspectiva de parte de nosotros como ciegos,
si no tienes la vista no hay nada que te distraiga de escuchar;
incluso la partitura como medio es un distractor, porque no puedes
tener contacto real con lo sonoro pues la lees o la sigues constantemente.
Nuestro acercamiento con la música es diferente porque nos
concentramos por completo en lo auditivo”, añadió.
El tenor universitario explicó la forma de lectura
musical con la denominada musicografía braille.
“Tenemos letras del abecedario que parten de la D
hasta la J, que representan los siete sonidos, las siete notas musicales:
do, re, mi, fa, sol, la, si, que serían d, e, f, g, h, i,
j; es la forma en cómo aprendemos a identificar nuestras
notas, la diferente puntuación y cómo utilizamos ésta
para distinguir entre una negra, una blanca y una redonda”.
Sogno
Alan rememoró sus primeros acercamientos a la música,
gracias a la estimulación de su padre, en quien ha tenido
un guitarrista y cantante incondicional, admirador de José
José; aún pasa por su soliloquio la canción
favorita: “Mi niña, me ha enseñado cada
instante a encontrar tanta belleza, en un mundo que antes sólo
yo miraba a través de mi tristeza”.
Es escucha infaltable de Radio UNAM y no olvida mencionar
a sus maestros y mentores Leonardo Montera, Rufino Montero y Adriana
Sepúlveda, además de sus compañeros en la misma
condición, también alumnos de la ENM: Aldo, Óscar
y José Antonio.
Fue ganador del segundo lugar en el concurso Ópera
Prima y del Premio del Público en el reality transmitido
por Canal 22 en 2010. Para 2014 desea concretar uno de sus sueños
más perseguidos: ofrecer un concierto en Italia, idioma que
conoce, al igual que el alemán y el francés.
Asimismo, planea su regreso a la ENM para cursar la maestría
en Interpretación, pues no existe nada que se lo impida,
“ya lo mencionó el escritor José Saramago,
la voz son los ojos de quienes no ven”.
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