En México el modelo de turismo que se ha favorecido
es agresivo con el medio ambiente, es de “sol y playa”
y deteriora el agua, el suelo y la vegetación, como desde
antaño sucede en Acapulco y ahora en la costa de Quintana
Roo.
Si bien ese turismo de masas es el más exitoso porque
deja dinero pronto, también es el que depreda con mayor rapidez
el medio de acogida, advirtió Álvaro Sánchez
Crispín, investigador del Instituto de Geografía (IGg)
de la UNAM.
Una opción es el ecoturismo, que además puede
ser fuente de divisas. Éste “se orienta a la observación
de la naturaleza”, actividad que no lesiona el espacio geográfico
y suscita movimientos de personas con fines específicos.
En las pingüineras del sur de Argentina, los turistas pasean
por senderos y observan cómo viven los pingüinos, refirió.
En nuestro país no sólo hay playas, sino
también otros recursos naturales poco promovidos, como ríos,
selvas y desiertos. Ejemplo de ello, son las dunas de Bilbao, cercanas
a Torreón, que captan visitantes de Estados Unidos, Canadá
y Europa, que llegan a practicar sandboarding, indicó
el geógrafo.
Los volcanes también poseen gran potencial, sin
embargo, aunque nuestro territorio cuenta con un cinturón
volcánico transversal (desde Nayarit hasta Veracruz, también
en Baja California y Chiapas), poco se les considera para promover
el turismo. En cambio, en Costa Rica sí funcionan para ese
fin.
Ante ello, Sánchez Crispín y otros colegas
emprendieron el proyecto Volcanes y ecoturismo en México
y América Central, auspiciado por la Dirección General
de Asuntos del Personal Académico, a través de un
financiamiento PAPIIT. El objetivo fue conocer cómo se promueve
el turismo que tiene como elemento central a los colosos, en países
de la región como México, Guatemala, Nicaragua y Costa
Rica.
Un hallazgo fue que los ubicados en Centroamérica
tienen más interés turístico que los nevados
de México, aunque por su altitud el vapor de agua no alcanza
a convertirse en nieve en la cúspide. “Anualmente captan
millones de visitantes, sobre todo los de Costa Rica”, mencionó.
Japoneses, estadounidenses e italianos visitan los parques
nacionales de América Central. En Panamá (territorio
tropical, con 20 grados centígrados todo el año) van
a la playa y luego se quedan unas semanas a vivir a las faldas del
Barú, con clima templado.
Ahí la mayoría (algunos muertos, otros activos,
como el Irazú) están asociados con el turismo. Todo
está ordenado, planificado, promovido y proyectado para hacer
sostenible esta actividad, para que el visitante llegue, encuentre
un museo, un lugar explicativo, un baño, un restaurante o
una tiendita de recuerdos antes de subir, acotó.
En esa nación centroamericana el turismo es un importante
generador de divisas, “por eso promocionan los recursos naturales
con los que cuentan para intensificar esa actividad y la llevan
a cabo bajo los preceptos del turismo sostenible, que además
no lesiona el espacio de acogida y genera muy poca contaminación”.
En cuanto a Guatemala, indicó que además
de sus textiles indígenas promueve sus volcanes como el Pacaya,
el de Agua, el de Fuego. “Nicaragua ahí va”,
tiene algunos espectaculares como el Masaya, que no tiene edificio,
es un cráter bajo, pero la gente llega en auto, se aproxima
a la boca y alcanza a ver el conducto que comunica el interior de
la Tierra con la superficie”.
Al referir al caso de México, apuntó que desconocemos
los que existen en el territorio. “Quizá un niño
sepa del Popocatépetl o del Iztaccíhuatl; si vive
en el Distrito Federal, del Ajusco y Xitle, pero no del Tres Vírgenes,
al sur de Baja California, donde se practica un turismo cinegético
(cacería regulada). Los visitantes de California llegan al
Tres Vírgenes a cazar borrego cimarrón”. Esta
actividad –que no es del agrado de Sánchez Crispín-
deja a los ejidatarios recursos económicos.
Al volcán Tacaná, en Chiapas, llegan pocos
visitantes, aunque a sus faldas se ubican haciendas cafetaleras
que ofrecen hospedaje. Son propias para el turismo rural y el agroecoturismo.
“Llevan a los visitantes a las plantaciones, les enseñan
cómo se pizcan los frutos del cafeto, cómo se procesan,
tuestan y muelen”.
El investigador del IGg anotó que también
hay turismo científico asociado. Estudiantes de Estados Unidos
y Canadá, de carreras como Geología y Geografía,
van de práctica de campo al Paricutín, en México,
o al Poás, en Costa Rica.
A pesar de ello, en nuestra nación “ni siquiera
existen estadísticas de cuántas personas visitan los
volcanes. ¿Qué puede hacer el país con este
tipo de recursos con posibilidad de actividad turística?”.
En su investigación, que a fines de 2013 o principios de
2014 aparecerá publicada con el título Volcanes y
ecoturismo en México y América Central, “hay
sugerencias para casos concretos y una conclusión general
para el manejo adecuado y una propuesta de promoción”.
Además, contiene capítulos que examinan la
estructura territorial del turismo en el Paricutín, en México;
en el Pacaya, en Guatemala; el Mombacho, en Nicaragua y el Arenal,
Poás e Irazú en Costa Rica. Del Tacaná, Chiapas,
se hizo un estudio geomorfológico asociado con el turismo
científico. Hay también un apartado sobre geoturismo,
que no sólo se refiere a las formaciones del relieve, sino
a la totalidad de los elementos del paisaje de un lugar que se promueve
para una actividad turística.
El fin del proyecto, concluyó, fue elaborar un documento
donde se muestra que hay otras maneras y lugares (los volcanes,
el desierto o la bóveda celeste) para el turismo no masificado.
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