Así como en pleno siglo XIX había quienes
negaban que la Tierra era redonda (o elipsoidal), hoy algunas voces
refutan que los humanos actúen de manera definitiva en el
calentamiento global. Sin embargo, el Quinto Reporte de Evaluación
(AR-5) del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC,
por sus siglas en inglés) es rotundo al respecto. En él
se concluyó que 95 por ciento de este fenómeno es
inducido por el hombre.
“En el reporte, el forzamiento radiativo (que cuantifica
la modificación en la energía aportada al sistema
climático que repercute en un cambio debido a procesos o
sustancias antropogénicos o naturales) ligado a la actividad
humana es de 2.29 watts por metro cuadrado, es decir, 43 por ciento
más del que informó el Cuarto Reporte de Evaluación
del IPPC, publicado en 2007; esto demuestra que aumenta en forma
alarmante”, señaló Blanca Mendoza, del Instituto
de Geofísica de la UNAM.
La investigadora, que como integrante del Grupo de Trabajo
I participó en la elaboración del primer volumen del
AR-5 (cuyo resumen para tomadores de decisiones fue publicado recientemente),
añade que de esos 2.29 watts por metro cuadrado, 1.68 es
causado por el dióxido de carbono, lo que representa más
de la mitad del total del forzamiento radiativo antropogénico.
Tabla del primer volumen
En una de las tablas del primer volumen del AR-5 vienen,
además del dióxido de carbono, otros gases de efecto
invernadero bien mezclados: el metano, los halocarbonos y los compuestos
nitrogenados, cuyas contribuciones al forzamiento radiativo antropogénico
son de 0.97, 0.18 y 0.17 watts por metro cuadrado, respectivamente.
Luego aparecen algunos gases de larga vida: el monóxido
de carbono, los compuestos orgánicos volátiles distintos
del metano, los óxidos de nitrógeno, los aerosoles
y el carbono orgánico, cuyas contribuciones al forzamiento
radiativo antropogénico son de 0.23, 0.10, -0.15, -0.27 y
-0.55 watts por metro cuadrado, en ese orden.
“Al resultar positiva, la contribución a ese
forzamiento hace que aumente la temperatura y si es negativa, disminuye”.
La contribución del albedo (porcentaje de radiación
que cualquier superficie refleja respecto a la radiación
que incide sobre ella) debido al cambio de uso del suelo es de -0.15
watts por metro cuadrado.
“En cuanto a los aerosoles, aunque en promedio contribuyen
a bajar la temperatura, ocasionalmente pueden elevarla”, aclaró
Mendoza.
Forzadores naturales del clima
Como único contribuyente natural del forzamiento
del clima aparece la radiación solar, con 0.05 watts por
metro cuadrado.
“Hay otros dos tipos de forzadores naturales del
clima: erupciones volcánicas que alcanzan la estratosfera
e inyectan cantidades apreciables de azufre que dispersa la luz
solar y la variabilidad climática interna, representada por,
entre otros, el fenómeno conocido como El Niño”,
explicó la investigadora.
El efecto de estos fenómenos puede durar uno, dos
o incluso tres años, por lo que es posible que la temperatura
terrestre baje hasta 0.1 grados centígrados, pero como son
eventos episódicos, es difícil hacer un cálculo
de su contribución al forzamiento radiativo a largo plazo.
Por lo que se refiere a El Niño, contribuye a aumentar la
temperatura del sistema climático hasta 0.2 grados centígrados,
pero tampoco es sostenido ni constante (dura pocos años).
“Por su carácter episódico e inconstante,
estos dos forzadores naturales del clima no fueron incluidos en
la tabla del AR-5”, indicó.
Aumento de la temperatura
De 1750 (año que se considera inicio de la era industrial)
a la fecha, el aumento de la temperatura ha sido de 0.85 grados
centígrados en promedio. “En el mejor de los escenarios
que proyecta a futuro, el IPCC espera que a finales del siglo XXI
sea de entre 1.5 y 4.5 grados centígrados más. Según
otros modelos con valores extremos que el IPCC considera poco probables,
este incremento podría llegar a seis grados centígrados”,
apuntó.
Se ha visto que la actividad solar disminuye desde 1986.
Por eso, Mendoza y sus colaboradores proponen que el Sol va a entrar
en otra fase de mínimo de actividad, similar (aunque menos
severa) a la que hubo entre 1645 y 1715 (se le conoce como mínimo
de Maunder) y que hizo que la temperatura bajara un grado en la
Tierra.
Ella y sus colegas han trabajado con modelación
de clima y encontrado que esta disminución de la actividad
solar frenará un poco el calentamiento global, pero no lo
suficiente y mucho menos lo revertirá.
De este modo, incluso si los elementos naturales ayudan,
si hay erupciones volcánicas que contribuyan a disminuir
la temperatura y si el Sol entra en fase de depresión por
algunas décadas, continuará el calentamiento planetario
atribuido al dióxido de carbono.
“Una de las conclusiones del AR-5 es que este calentamiento
es irreversible y lo único a lo que se aspira es a limitarlo,
para ello se necesita contener la emisión de gases de efecto
invernadero y, específicamente, de dióxido de carbono”,
indicó.
Ante este panorama, Mendoza opina que debe recurrirse,
sin duda, a las energías renovables.
“Muchos países de Europa realizan estudios y grandes
desarrollos tecnológicos en el rubro. En nuestra nación
sería importante que los tomadores de decisiones empezaran
a promover su uso. Algunas entidades ya lo hacen, como la UNAM,
a través del Instituto de Energías Renovables”,
concluyó.
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