De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición
2012, 2.8 por ciento de los menores de cinco años del país
presentan bajo peso, 13.6 muestran baja talla y 1.6 desnutrición
aguda.
Por otra parte, los niños en edad escolar (de cinco
a 11 años) de ambos sexos presentan una prevalencia nacional
combinada de sobrepeso y obesidad de 34.4 por ciento: 19.8 para
sobrepeso y 14.6 para obesidad. Asimismo, 35 por ciento de los adolescentes
de entre 12 y 19 años, así como 73 por ciento de mujeres
adultas y 69.4 de hombres adultos, tienen sobrepeso u obesidad.
En cuanto a la prevalencia de anemia, en los preescolares
(menos de cinco años) es de 23.3 por ciento y en los niños
de 12 a 23 meses de edad, de 38.
A partir de esta realidad, el Servicio Alemán de
Intercambio Académico (DAAD, por sus siglas en alemán)
y la UNAM, a través de la Facultad de Química (FQ)
y el Programa Universitario de Alimentos (PUAL), organizaron el
seminario multidisciplinario La mala nutrición en México.
Problemática y posibles soluciones.
El encuentro se llevó a cabo en el auditorio Alberto
Barajas Celis, de la Facultad de Ciencias, bajo la supervisión
académica de Amanda Gálvez Mariscal, profesora de
la FQ y coordinadora del PUAL, y Carolina Peña Montes, ex
alumna del DAAD, con la colaboración de Gabriela Salinas
y Rocío Fernández.
Cuatro ejes temáticos
Dividido en cuatro ejes temáticos (Nutrición,
Biodiversidad, Abasto de Alimentos y Seguridad Alimentaria, así
como Legislación y Política), contó con la
participación de diversos especialistas que aportaron sus
conocimientos e ideas.
Alrededor del tema de la nutrición hay una serie
de factores que lo vuelven complejo. No es fácil resolverlo
y, por lo tanto, la idea fue analizarlo de manera multidisciplinaria
para estar en condiciones de elaborar un paquete interdisciplinario
de propuestas.
En un extremo del problema de la mala nutrición
se encuentra la gente sumida en la pobreza extrema, a la que le
falta alimento y, en el otro, las personas obesas, que ingieren
más calorías de las que necesitan y requieren de una
educación alimentaria.
“Necesitábamos saber cuál es el estado
de la nutrición en el país, por eso asistió
Teresa Shamah Levy, coordinadora de la Encuesta Nacional de Salud
y Nutrición.
“Tuvimos también a Héctor Bourges Rodríguez,
una autoridad en cuestiones de nutrición del Instituto Nacional
de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán,
y a Luis Alberto Vargas Guadarrama, del Instituto de Investigaciones
Antropológicas, quien conoce bien cómo se comía
antes y cuáles son las plantas comestibles y alimentos que
poco a poco se han abandonado”, indicó Gálvez
Mariscal.
Las plantas de la milpa, como los quelites y los quintoniles,
son algunas de las que se consumen cada vez menos, junto con alimentos
ancestrales como el amaranto, un seudocereal con un buen valor nutrimental
en términos de la calidad de su proteína, que no ha
vuelto a cobrar la importancia que debería tener en la alimentación
de los mexicanos, destacó.
Las bondades del amaranto
Desde el punto de vista de la biodiversidad, no basta con
rescatar estos cultivos: la gente debe demandarlos y, al mismo tiempo,
el sistema de abasto de los mercados y los supermercados tiene que
acogerlos.
Por ello, se invitó también a Matthias Jäger,
de Bioversity International, un especialista en el rescate de la
quinua, otro seudocereal que se da en los países andinos
y que ha resultado un éxito en el mundo.
“Es un equivalente del amaranto de México,
pero este último posee incluso mejor valor nutrimental en
cuanto a los aminoácidos indispensables. Lo ideal, entonces,
sería que la gente tuviera acceso a más productos
con amaranto, pero antes tenemos que involucrarla en un sistema
de educación alimentaria que rescate la tradición
en un contexto moderno y para eso probablemente necesitaremos legislación
y política”, consideró.
De ahí que se haya invitado a investigadores que
trabajan con bancos de semillas, como Flavio Aragón Cuevas,
del Campo Experimental Valles Centrales de Oaxaca, del Instituto
Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias,
y Edelmira Linares Mazari, del Instituto de Biología, así
como a otros que estudian el tema del abasto de alimentos, como
Gerardo Torres Salcido, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias
en Ciencias y Humanidades.
Derecho a la alimentación
Rodrigo Gutiérrez Rivas, del Instituto de Investigaciones
Jurídicas, indicó que el derecho a la alimentación
ya es constitucional. Ahora, en opinión de Gálvez
Mariscal, se deben crear leyes y normativas que acojan el rescate
de la biodiversidad y de la tradición mexicana en términos
de educación, de recetas y de intervenciones sociales.
“Al mismo tiempo, hay que considerar la situación
nutricional de la población y sus posibles soluciones. Es
indispensable que los alimentos estén disponibles a unos
precios correctos, pero también que representen un buen negocio
para los agricultores que los producen”.
Al respecto, se contó con la presencia de Romel
Olivares, de la Universidad Autónoma Chapingo; Fernando de
la Torre, del Centro Nacional de Recursos Genéticos; Eduardo
Benítez Paulín, de la Organización de las Naciones
Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus
siglas en inglés) en México, y Martín Puchet,
de la Facultad de Economía de la UNAM.
Una vez que concluyó el seminario, las coordinadoras
académicas y los ponentes se reunieron en un taller cerrado
para ordenar ideas y promover los lineamientos o posibles acciones
interdisciplinarias que habrán de involucrar a la sociedad,
las ONG, los educadores, las universidades, los investigadores en
nutrición y en tecnologías de alimentos, los nutriólogos,
los juristas y los estudiosos de las ciencias sociales, entre otros.
Por su lado, Peña Montes comentó que otro
de los objetivos fue que la comunidad académica y estudiantil
tome conciencia del problema que implica la mala nutrición
en México y sopesen las consecuencias de no tener una buena
educación alimentaria.
“No debemos olvidar que, cada año, aproximadamente
ocho mil personas mueren en nuestro país debido a la desnutrición
y más de 80 mil lo hacen por complicaciones de la diabetes
mellitus tipo 2, enfermedad que se previene con una buena alimentación”.
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