En México tenemos que hacer lo que otras naciones:
convertir a la educación y la ciencia en los ejes sobre los
que giran los sistemas productivos, ajustar nuestro modelo de desarrollo,
mejorar sustancialmente las condiciones y niveles de empleo, combatir
el rezago secular existente y apoyar a quienes menos tienen, planteó
José Narro Robles, rector de la UNAM.
Al ofrecer la conferencia Educación, ciencia
y tecnología, señaló que es necesario
“reconocer que en materia de ciencia, desarrollo tecnológico
e innovación, el país no ha avanzado como debiera.
Nuestro nivel al respecto no corresponde al tamaño e importancia
de la economía y de la población y en especial a la
magnitud de las potencialidades de la sociedad mexicana”.
Entre los principales problemas que tenemos en estos campos
hay dos relativos a la formación de capital humano: la baja
graduación de doctores y el limitado número de investigadores,
reconoció en el Encuentro para ciencia y tecnología,
realizado en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
De igual forma, indicó, tenemos otros dos problemas
vinculados con el financiamiento: la escasa participación
del sector privado y el limitado presupuesto público destinado
a estas tareas.
Dichas deficiencias pueden resumirse en la carencia que
tenemos de una verdadera política en la materia, que vaya
más allá del ámbito gubernamental, que surja
del acuerdo entre todos los sectores interesados: las instituciones
de educación superior e investigación, las instancias
de gobierno y, por supuesto, las del sector privado, estableció.
Asimismo, consideró que el capital humano se forma
en los programas de posgrado y es mucho lo que al respecto tenemos
que hacer en México, porque el número de doctores
que graduamos aumentó de poco más de mil en el año
2000, a casi tres mil 700 en 2012, , refirió en el auditorio
Juan Rulfo.
Sin embargo, esta última cifra es todavía
modesta si se compara con las que se registran en otras latitudes.
En países como Brasil, España y Corea, por citar algunos,
se gradúan anualmente entre nueve y 13 mil doctores, es decir,
tres o cuatro veces más que en México, citó.
Ahora bien, abundó, si medimos la aplicación
o uso productivo del conocimiento a través de las patentes,
la situación de nuestro país en el ámbito mundial
no es mejor. “El número de las solicitadas en México
sólo aumentó 7.6 por ciento entre 2000 y 2011, al
pasar de 13 mil 61 a 14 mil 55. No obstante, del total de patentes
solicitadas en 2011, apenas mil 65 correspondieron a investigadores
mexicanos y sólo 245 les fueron concedidas, lo que corresponde
al 2.1 por ciento de las otorgadas”.
Nuestra nación requiere de ciencia y tecnología
propias. Depender de las que vienen del extranjero nos condenaría
a la mediocridad. No debemos aceptar pertenecer al grupo de países
medianos o atrasados. Nuestra historia e importancia económica
actual nos obligan a aspirar a mucho más. No es un asunto
de estatus porque se trata de las condiciones de vida de la población.
Estoy convencido, añadió, que la educación
superior, la investigación científica, el desarrollo
tecnológico y la innovación deben constituirse en
los ejes sobre los que se finquen nuevas estrategias para el desarrollo
de México.
En el inicio de la ponencia, Tonatiuh Bravo Padilla, rector
de la Universidad de Guadalajara, destacó que el tema del
foro es de especial relevancia porque la ciencia, la tecnología
y la innovación representan áreas de gran trascendencia
para el desarrollo económico de las naciones; en el caso
de Israel, invitado de honor, ha logrado posicionarse como el primer
lugar en el mundo en inversión en este rubro.
En la presentación de la conferencia, Rodica Radian-Gordon,
embajadora de Israel en México, aceptó que la educación
para la ciencia y la tecnología han sido factores decisivos
para que su país sea lo que es hoy.
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