Pese a que la formación se imparte en la Escuela
Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO) de la UNAM, en
México no hay los suficientes especialistas en medicina crítica,
es decir, profesionales dedicados a pacientes inestables, con necesidad
de monitoreo y tratamiento intensivo que no puede ser administrado
fuera de las unidades médicas.
Aunque se trata de un área demandada, expuso Stephanie
Carolina García Cid, egresada de la Facultad de Estudios
Superiores (FES) Iztacala, los hospitales del país no cuentan
con suficientes enfermeras preparadas para la atención de
adultos en esa condición. “Tan es así, que muchos
profesionales de la disciplina con otros grados trabajan en el área
referida, sin la especialidad”.
Un paciente crítico es alguien con un estado derivado
de enfermedades o complicaciones —como síndrome de
respuesta inflamatoria, sepsis, shock, traumatismos, cáncer,
insuficiencia renal o síndrome coronario agudo— que
afectan órganos y hacen que el sujeto necesite apoyo para
mantener funciones vitales, como los postoperados o individuos con
insuficiencia respiratoria que requieren soporte ventilatorio, en
shock, con inestabilidad circulatoria o que precisan monitoreo
invasivo o medicamentos vasoactivos, cuya terapia puede ser prolongada
indefinidamente.
Sin embargo, es posible poner límite a los esfuerzos
terapéuticos en quienes pueden recibir tratamiento intensivo
para aliviar su afección aguda, como no incubar o efectuar
reanimación cardiopulmonar si se requiere.
El cuidado referido necesita vigilancia continua por su
salud lábil, que puede cambiar de un momento a otro y requerirá
una intervención inmediata para solventar sus necesidades
vitales, expuso la pasante de la especialidad en Enfermería
en el Adulto en Estado Crítico.
Por dicha inestabilidad, quien se dedique a esta actividad
requiere conocimientos específicos para el cuidado de estas
personas y ser capaz de valorarlas desde que los recibe para identificar
cuáles serán sus intervenciones y mantener una vigilancia
de sus constantes vitales (cardíaco, ventilatorio y urinario).
También debe prevenir complicaciones en su recuperación,
infecciones y úlceras, mantener la vía aérea
permeable y brindar los cuidados específicos que el paciente
no podrá realizar por sí mismo mientras se encuentre
dependiente. Incluso, debe detectar cambios significativos para
informar al personal si es necesario modificar algo en el tratamiento.
Herramienta útil, pero poco aplicada
Como parte de su capacitación en la atención
del paciente en estado crítico con alteración en los
patrones de salud, García Cid expuso un caso registrado en
la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital General Dr. Manuel
Gea González: un paciente adulto, en etapa aguda de
padecimiento (politrauma por caída de cuatro metros de altura)
con alteraciones en patrones nutricional-metabólico, eliminación
y actividad-ejercicio, a quien se le aplicó un plan de atención
de enfermería por una semana.
Para ello, la universitaria utilizó un instrumento
creado en 1982 en Boston (Estados Unidos), por Marjory Gordon, para
establecer 11 patrones funcionales como propuesta de valoración.
Este modelo permite la identificación de los diagnósticos
enfermeros de forma directa y sirve de guía en la atención
de un paciente crítico, pues las decisiones deben ser inmediatas
y asertivas.
Permite valorar al sujeto en funciones básicas (como
prioridad) y, posteriormente, en lo espiritual-emocional. Así,
se evaluó al paciente en patrones como mantenimiento de la
salud, nutrición, eliminación, reposo y percepción.
Además, se realizaron diagnósticos (registro de laboratorio
y constantes vitales) que ayudaron a la planificación de
la atención por siete días.
Los resultados fueron favorables, pero “eso no es
lo importante, pues el sujeto puede mejorar o empeorar, sino que
con este modelo es posible crear un plan de atención, así
como estrategias específicas para cada paciente”.
Pese a que el modelo de enfermería de Virginia Henderson
es el más completo (se utiliza en comunidades y en pacientes
hospitalizados) y por esa razón se ha mantenido en la licenciatura
como el principal, los 11 patrones de Gordon son útiles en
el proceso de atención, refirió.
“Se pueden utilizar en comunidades y pacientes hospitalizados,
sin embargo, no tienen difusión y egresados de diferentes
instituciones los desconocen. Al parecer, en el país sólo
quienes estudiaron en la FES Iztacala lo han aplicado”.
Finalmente, García Cid propuso que tanto los estudiantes
del posgrado de Enfermería en el Adulto en Estado Crítico,
como los profesionales en el cuidado de la salud que laboran en
el área referida, utilicen el modelo de Marjory Gordon como
una opción para la valoración, pues éste es
aplicable por su practicidad y facilitará las acciones directas
realizadas con individuos en esta situación.
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