• Alejandro Alagón Cano, investigador del IBt, fue galardonado
en la categoría Científico y Tecnológico al Sentido
Humano
En reconocimiento al trabajo de investigación
en beneficio de la humanidad, Alejandro Alagón Cano, especialista
en el desarrollo de nuevos antivenenos del Instituto de Biotecnología
(IBt) de la UNAM, fue galardonado con el Premio Luis Elizondo
2013, que otorga el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores
de Monterrey (ITESM), en la categoría Científico y Tecnológico
al Sentido Humano.
“Soy médico cirujano, nunca me
dediqué a la práctica médica, mi interés
fue siempre la investigación biomédica y el hecho de que
mi trabajo tenga impacto en pacientes, a pesar de no dedicarme a atenderlos
directamente, es un orgullo. Sé que mi labor ayuda a muchos de
ellos”, comentó.
Una de las aportaciones científicas
de Alagón Cano es el desarrollo del principio activo de un agente
trombolítico para el tratamiento de accidentes cerebrales trombóticos,
a partir de una molécula del vampiro Desmodus rotundus,
cuya innovación le permitió obtener una de las ocho patentes
que ha recibido a lo largo de su carrera. Los resultados se encuentran
en estudio.
Los accidentes cerebro vasculares pueden tener
dos causas principales. Una de ellas, es que llegue a reventarse un
vaso sanguíneo en ese órgano, que se le conoce como accidente
cerebro vascular hemorrágico. La otra es la formación
de un trombo o coágulo en las arterias, que genera lo que comúnmente
se conoce como infarto al corazón. Es en este último donde
el trombolítico podría ayudar.
El universitario, junto con el grupo de investigación
que encabeza, también creó un antiveneno contra mordedura
de la araña violinista, que produce lesiones severas en la piel
e incluso la muerte.
Es el primero en cuya elaboración se
emplean venenos sintéticos, es decir, inmunógenos recombinantes.
En la producción de aquéllos se utilizan las sustancias
que generan las arañas de manera natural, posteriormente, se
inoculan en caballos y éstos producen los anticuerpos, base para
los antídotos, explicó.
En el caso del desarrollo de Alagón
Cano no se empleó la toxina natural, sino una elaborada mediante
ingeniería genética. “Ya no necesitamos colectar
a las arañas y ‘ordeñarlas’, pues estas proteínas
se fabrican en laboratorio”.
Se trata de moléculas sintéticas
idénticas a las que se encuentran en el veneno, pero hechas por
técnicas de ingeniería genética de ADN recombinante.
“Producimos estas moléculas para contrarrestar los efectos
por picadura en Estados Unidos, México y Sudamérica. Entonces
el antiveneno –que se encuentra en fase de comercialización–
sirve para pacientes del continente americano”.
El científico también desarrolló
un antiveneno para mordedura de serpientes que se usa en varios países
de África, así como otro contra picadura de alacrán
del norte de África y el Medio Oriente.
“A lo largo de mi carrera he tenido la
oportunidad de trabajar en algunas áreas biomédicas, donde
he logrado hacer cosas que no sólo generan conocimiento, también
sirven a la sociedad”, indicó.
“Lo más importante que he hecho
en mi trayectoria es el desarrollo y mejoramiento de nuevos antivenenos.
En este sentido, existe un listado que es utilizado tanto en nuestro
país como en el extranjero y otros que están en fase de
certificación y aprobación por parte de diferentes naciones”,
concluyó.
—oOo—