Boletín UNAM-DGCS-625
Ciudad Universitaria
11:45 hrs. 18 de octubre de 2013.


Samuel Enrique Gómez


ÚNICA EN EL PAÍS, “COLECCIÓN DE REFERENCIA DE COPÉPODOS BENTÓNICOS” DE LA UNAM

• Esos crustáceos microscópicos habitan en todos los ecosistemas acuáticos, desde zonas costeras hasta altitudes superiores a tres mil metros sobre el nivel del mar
• En la Unidad Académica Mazatlán del ICMyL, la colección suma seis mil 836 organismos distribuidos en cuatro órdenes, 24 familias, 41 géneros y 78 especies
• De ellos, Samuel Enrique Gómez Noguera, investigador y responsable de la colección, ha descrito y registrado dos géneros y 52 especies nuevas en revistas internacionales

Casi desconocidos por sus características particulares, su variedad e importancia en la biodiversidad, los copépodos son un amplio grupo de crustáceos microscópicos de vida libre que habitan en todos los ecosistemas acuáticos.

Algunos son bénticos, es decir, viven en el fondo del mar entre el sedimento y el lodo; otros habitan en la columna de agua y algunos más son parásitos de una gran variedad de invertebrados, peces, reptiles y mamíferos.

También los hay de agua dulce, que habitan en cavernas, ríos subterráneos, lagunas y esteros, otros tantos viven en el mar profundo y el resto habita en zonas terrestres como bosques, selvas y montañas, a más de tres mil metros sobre el nivel del mar.

Resistentes y adaptables a diversos ambientes, los copépodos bentónicos son alimento de muchos peces, de esponjas y de una gran variedad de invertebrados, algunos de importancia comercial, como camarones y langostas.

Para conocer de manera específica la taxonomía y características de sus variadas especies, Samuel Enrique Gómez Noguera, investigador de la Unidad Académica Mazatlán del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM, se ha dedicado desde noviembre de 1998 a formar la Colección de Referencia de Copépodos Bentónicos, única en su tipo en el país y considerada por el doctor en Biología Animal como un primer paso para adentrarse en la diversidad de estos crustáceos.

Hace falta una descripción detallada para explicar su taxonomía. Son animales muy pequeños, la mayoría miden en promedio 400 micras y algunos grandes alcanzan las 500 micras, explicó Gómez Noguera.

Para describir a cada especie se requiere hacer disecciones de todos los apéndices (como patas y partes bucales), que a veces miden 50 micras; montarlos con agujas en preparaciones; dibujar a cada individuo de manera precisa y publicar la descripción de la especie o género que se encuentre de acuerdo con normas taxonómicas internacionales, relató.

Colección creciente

Actualmente, la Colección cuenta con mil 234 lotes y un total de seis mil 836 organismos, distribuidos en cuatro órdenes, 24 familias, 41 géneros y 78 especies.

“De los 41 géneros, describí dos; también soy responsable de la descripción de 52 especies nuevas de las 78 que tenemos. Es fantástico hacerlo y tener la oportunidad de nombrarlos”, apuntó.

El registro de cada individuo requiere contar con el espécimen, así como crear dibujos y precisiones de sus características morfológicas. “Es como un herbario, pero estos crustáceos se guardan “disectados” en laminitas o completos en frascos con alcohol, lo cual requiere menos mantenimiento”, detalló.
Además de especies inéditas de México, la colección cuenta con algunas de Brasil, Argentina, India y Vietnam, entre otras partes del mundo.

Cada una está conservada y descrita en un artículo científico internacional donde se incluye la descripción y los dibujos hechos por el mismo investigador.

“En México hay gente que trabaja con copépodos, pero no llegan al nivel de identificación fino. En general, existe mayor interés por estudiar el aspecto asociado a pesquerías, más que su taxonomía”, reveló.

Indicadores de contaminación y biodiversidad

Además de servir de alimento para crustáceos y peces de importancia comercial, los copépodos bentónicos son importantes indicadores de contaminación antropogénica, por ejemplo, de hidrocarburos o de aguas residuales.

Para hacer un estudio ecológico en donde se puedan englobar estudios de impacto ambiental, se debe conocer primero la taxonomía, saber qué se tiene para saber cómo trabajar con ello, aclaró.

“El problema que tenemos en México es que no conocemos su diversidad y por ello no podemos hacer análisis finos en cuanto a su uso como indicadores de contaminación. Si supiéramos detalladamente qué y cuántas especies tenemos, podríamos asociar una eventual disminución de la diversidad con algún cambio originado por actividades antropogénicas, por ejemplo, una fuerte descarga de aguas residuales o un derrame de petróleo en las costas mexicanas”, señaló.

Por ello, el objetivo del investigador es estar al tanto de esa diversidad y así para poder utilizarlos de variadas formas, especialmente como indicadores de contaminación para dar seguimiento a problemas de impacto ambiental y cambio climático.


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Fotos

Los copépodos son un amplio grupo de crustáceos microscópicos de vida libre que habitan en todos los ecosistemas acuáticos.