• Verónica Montes de Oca,
del Instituto de Investigaciones Sociales, señaló que
mujeres y hombres no decaen igual físicamente y que en estos
cambios influyen el tipo de trabajo, sitio donde se habita e incluso
las actividades que realizaron a lo largo de su vida
A través de la historia, el concepto
de vejez ha cambiado de una cultura a otra. En algunas, los ancianos
fueron considerados motivo de orgullo y depositarios del saber, en otras,
desechos sociales. Actualmente hay estigmas, temor de llegar a la tercera
edad y 22 sinónimos de la palabra viejo, la mayoría peyorativas.
Estos asuntos fueron abordados desde perspectivas
sociales, políticas y antropológicas por Verónica
Montes de Oca Zavala, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS),
en la conferencia El cuerpo envejecido: género y sociedad
en México, como parte del Seminario de Investigación
Avanzada: Estudios del Cuerpo (ESCUE), en el Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM.
La especialista, titular del Seminario Universitario
Interdisciplinario sobre Envejecimiento y Vejez (SUIEV) —en el
que participan médicos y biólogos—, hizo consideraciones
del decaimiento corporal y el trato que ha recibido en diferentes culturas,
tanto antiguas como de la actualidad.
Entre otras cosas, hizo una relación
del cuerpo sano, enfermo (en lo físico y mental), en deterioro
(frágil, discapacitado, fragmentado) y formas del aislado y el
estético, entre otros.
“En la actualidad, la noción de
anciano está estigmatizada. En la sociedad existe el temor de
llegar a esa edad, eso tiene que ver con los años que se tiene
porque en la cultura occidental se relaciona con la explosión
del cuerpo”, manifestó.
Asimismo, refirió que “la literatura
sobre envejecimiento y vejez tardó mucho tiempo en entender que
se trata de una construcción social y la discusión llevó
años. Hoy se mencionan distintas ancianidades, pero por años
se hablaba poco de un modelo de edad avanzada. Se trata de una construcción
social que ha cambiado en la historia de la humanidad, en nuestra propia
región, en donde hay imaginarios, representaciones y creencias
sobre quién declina físicamente y cómo lo hace”.
La interdisciplina, continuó, desempeña
un papel principal, pues desde la sociología toda construcción
social ha desarrollado una relación con antropólogos y
psicólogos, entre otros, para armar una composición interdisciplinaria
y cada una trata de entender cómo se dan las construcciones sociales
del cuerpo que envejece.
“En la literatura observamos que la edad
es un punto de quiebre y la etiqueta de viejo se ha institucionalizado.
En muchas culturas no sucedió así, incluso en algunas
zonas rurales e indígenas eso no cuenta, pero en las urbanas
y occidentalizadas, sí”, señaló la investigadora
del IIS.
Por otra parte, manifestó que mujeres
y hombres envejecen de forma diferente en sociedades patriarcales como
la nuestra; ellos aún envejecidos tienen más poder y el
papel de ellas es más corto en la sociedad para luego resurgir
en la vejez.
“El sector socioeconómico también
cuenta porque no es lo mismo envejecer en la UNAM que en el campo o
como un trabajador de la construcción. En la literatura más
reciente, el cuerpo usado en el mercado de trabajo, en distintos tipos
de actividades, obviamente genera distintos organismos avejentados y
enfermos”, refirió.
Actualmente, apuntó, hay 22 sinónimos
de viejo, la mayoría peyorativos. Se asocia al cuerpo menguante
con un problema social. Por fortuna, hoy esa etapa se visualiza diferente,
como el aumento de vida en el caso de las mujeres en Bolivia, donde
ha mejorado en los últimos años, o el trato dado a los
nonos en Argentina, por citar ejemplos.
En estos tiempos, los cuerpos viejos no son
pasivos, por el contario, están dinámicos en la sociedad,
como las Abuelas de Mayo, en Buenos Aires. En México, indicó,
se marcan diferencias entre los ancianos del norte y del sur en cuanto
a enfermedades, actividades y profesiones que desempeñaron. Para
el año 2050, la esperanza de vida en México apunta a los
81.9 años.
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