• En conferencia ofrecida en
la FI, José Hernández recomendó a los jóvenes
madurar la Agencia Espacial Mexicana para hacer trabajo aquí
y evitar la fuga de cerebros
Los estudiantes no deberían aspirar
a irse a la NASA para hacer una carrera científica en el área
espacial, sino “madurar la Agencia Espacial Mexicana para hacer
el trabajo aquí y evitar la fuga de cerebros”, dijo José
Hernández, astronauta mexicano, en visita a la Facultad de Ingeniería
(FI) de la UNAM.
Previo a su conferencia Alcanzando las estrellas. Compartiendo un
viaje espacial, organizada conjuntamente por la FI y la Secretaría
de Comunicaciones y Transportes (SCT), el especialista en ingeniería
eléctrica por la Universidad de California, en Santa Bárbara,
Estados Unidos, dijo que la creación de oportunidades en el país
permitirá el avance de México, y es precisamente la tecnología
la que le dará impulso.
En su exposición, en el auditorio Javier
Barros Sierra de la FI, el también asesor de la SCT en lanzamientos
de la nueva generación de satélites mexicanos y en la
obtención de nuevas y mejores posiciones orbitales para nuestro
país, expuso que al interactuar con estudiantes de esa facultad
quedó impresionado por la calidad de los proyectos satelitales
que desarrollan.
En una conferencia coloquial, como él mismo la calificó,
narró su experiencia de vida y la motivación que lo condujo
a su inclinación por ser astronauta.
La vida de José Hernández –el
más pequeño de una familia campesina humilde, originaria
de Ticuitaco, en La Piedad, Michoacán– fue difícil;
“nueve meses vivíamos en tres o cuatro diferentes localidades
de Estados Unidos y ahí nos inscribían en igual número
de escuelas. En noviembre, mi papá pedía que nos lleváramos
tres meses de tareas. Con la llegada de febrero todo empezaba de nuevo,
por este motivo fue que hasta los 12 años dominé el inglés”,
relató.
Para su padre, la escuela brindaba el privilegio de sobresalir. “Así
le hicimos y empezamos a destacar un poco. Muchos dicen: viniste de
padres mexicanos campesinos, pero cómo es que un campesino puede
aspirar a ser astronauta”.
Su deseo por esa profesión llegó a los 10 años
de edad, en la última misión del Apolo 17, en 1972. “Vi
por televisión que caminaban por la superficie de la Luna, qué
increíble, en ese momento supe que también quería
ir al espacio”, rememoró.
Nuevamente hizo referencia a las palabras de su padre, quien le indicó
que podía ser lo que quisiera, pero tenía que seguir los
ingredientes de una receta simple: “definir una meta y qué
tan lejos se está; trazar una ruta para lograrla; estudiar para
obtener la mejor educación y entregar más de lo que te
piden en los estudios; que ése sea tu método de trabajo.
Si mezclas todo, es el camino para triunfar y lograr tu sueño”.
La aplicó y funcionó, “lo único que agregaría
es la perseverancia, no darse por vencidos. La NASA me rechazó
11 veces, fue hasta el doceavo intento que me aceptó. No tengan
miedo de soñar en grande, siempre y cuando estén dispuestos
a dar su corazón y compromiso para alcanzar las metas”,
resaltó.
Al darle la bienvenida, el director de la FI, José Gonzalo Guerrero
Zepeda, externó que sería una plática motivacional
que “nos permitirá conocer mucho más de cerca a
un ser humano extraordinario, un hombre que no ha perdido su sencillez
y cariño por los estudiantes”.
A su vez, José Ignacio Peralta Sánchez,
subsecretario de Comunicaciones de la SCT, refirió que esa dependencia
federal donó a la FI las maquetas de dos satélites: Bicentenario,
enviado el 19 diciembre de 2012 desde la Guayana Francesa; y Centenario,
que junto con su gemelo, el Morelos III, serán lanzados en 2014.
El papel de las tecnologías de la información y la comunicación
es esencial, pues tienen impacto directo en la vida y en las relaciones
de gobierno con la sociedad y los servicios educativos, de salud, comercio,
bienes, servicios y productividad laboral, remarcó.
En el acto estuvieron, Francisco Javier Mendieta Jiménez, director
General de la Agencia Espacial Mexicana y Omar Charfen Tommasi, coordinador
de Organismos Descentralizados de la SCT.
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