• Con un método de multi-indicadores,
María Teresa Ramírez Herrera, del IGg de la UNAM, suma
a las evidencias geológicas documentos históricos y
testimonios orales de sobrevivientes
• Comprobó que el 28 de marzo de 1787 hubo un terremoto
de magnitud 8.6 con tsunami en las costas de Guerrero y Oaxaca, y
que al sismo de 1985 le siguieron dos maremotos que dañaron
Barra de Potosí, en el mismo estado
Reconstruir tsunamis del pasado que acompañaron
a diversos terremotos ocurridos hace varios siglos o algunas décadas,
es el objetivo académico de María Teresa Ramírez
Herrera, investigadora del Instituto de Geografía (IGg) de la
UNAM, quien ha desarrollado un método propio para adentrarse
en la paleosismología.
Entre sus resultados, ha comprobado que el
28 de marzo de 1787 hubo un terremoto de magnitud 8.6 con tsunami
en las costas de Guerrero y Oaxaca, que se adentró seis kilómetros
en el mar oaxaqueño, y que al sismo de septiembre de 1985 y una
de sus réplicas le siguieron dos maremotos, los días 19
y 22, que destruyeron Barra de Potosí, en Guerrero.
Ramírez Herrera explicó lo anterior
en la conferencia Desenterrando algunos terremotos y sus tsunamis. Un
estudio multiproxy: México, Chile y Japón, presentada
en el marco del Fórum del Instituto de Geografía 2013.
“Como científicos nos interesa
ver la huella del tsunami, medir las alturas de las olas y
su efecto en la costa, indagar los procesos de erosión y los
depósitos que dejó el evento”, dijo.
Respecto del sismo de 1787, registrado en documentos
históricos, detalló que también se preservan evidencias
en la geología y en los sedimentos.
Método de multi-indicadores
En el auditorio Francisco Díaz Covarrubias
del IGg, explicó que su método de multi-indicadores
o “multiproxy”, se constituye por herramientas que incluye
el estudio de documentos históricos, testimonios orales de los
sobrevivientes de algún movimiento telúrico y el análisis
de sedimentos desde diversas disciplinas como la geomorfología,
la estratigrafía, la geoquímica y la modelación
por computadora.
Con ello es posible conocer con precisión
el tamaño del grano de los sedimentos, el contenido de la materia
orgánica y la información contenida en microfósiles
de microscópicas algas diatomeas y de microorganismos unicelulares
llamados foraminíferas, para tener detalles del ambiente del
lugar.
“Se requiere de multidisciplina, de varias
técnicas e indicadores para detectar grandes eventos del pasado
al estudiar los sedimentos”, precisó.
Costa de Guerrero, brecha sísmica
Actualmente, Ramírez Herrera y sus colaboradores
investigan la llamada “brecha sísmica de Guerrero”.
El estudio se realiza en tres lagunas cercanas
a Acapulco: Coyuca, Tres Palos y Mitla. “No trabajamos en la bahía
porque está altamente transformada por la urbanización
y uno de los principios es no laborar en zonas alteradas, sino en sitios
prístinos”, acotó.
En diversos sitios de esa región encontraron
una capa de arena con características de un depósito de
tsunami, es decir, con clastos de arrastre que se forman si
el fenómeno entra del mar a la tierra y erosiona la superficie
varios metros.
“Este suelo fue arrastrado y se formaron
clastos, que después quedaron incorporados a la arena. Los encontramos
seis kilómetros adentro de la costa y los fechamientos con carbono
14 indican una edad de hace tres mil 400 años. Pienso que es
un depósito de tsunami”, detalló.
En su investigación, también
encontró un cambio en el nivel de la costa, que indica subsidencia,
es decir, que ésta bajó en el momento anterior al depósito
del fenómeno. “Se trata de una deformación co-sísmica,
provocada por el sismo”, afirmó.
Además, en los microfósiles se
identificó que el nivel de la costa se levantó lentamente
hasta recuperar el actual. “Con estos datos tenemos evidencia
de un evento muy grande ocurrido hace tres mil 400 años. Nos
falta extendernos más y ver si encontramos indicios en más
sitios para calcular la magnitud del sismo”, finalizó.
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