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La superficie con vegetación no cumple con los estándares
internacionales que establecen nueve metros cuadrados por habitante,
señaló José Omar Moncada Maya, director del Instituto
de Geografía de la UNAM
En la Ciudad de México, las áreas
verdes están marginadas de los proyectos de desarrollo urbano
y sólo los espacios menos rentables son destinados a este fin.
Además, no siempre cuentan con árboles y vegetación
para el esparcimiento, la recreación y el disfrute del tiempo
libre, porque este objetivo está fuera o no constituye una prioridad
en tales esquemas, advirtió José Omar Moncada Maya, director
del Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM.
Esta superficie es mínima y no cumple
con los estándares internacionales, que recomiendan nueve metros
cuadrados por habitante. A las grandes constructoras no se les obliga
a integrarlas en sus planes, sostuvo.
No podemos limitarnos a pequeños manchones
de vegetación en la ciudad; se requieren estrategias para vincular
los parques y jardines del DF, manejarlos de manera integral, diseñarlos
para ocuparlos en toda su capacidad y seleccionar las especies vegetales
más adecuadas a las características de la urbe, estableció.
Rescate de espacios
Las áreas verdes citadinas están
definidas por la Ley Ambiental como toda superficie cubierta de vegetación,
natural o inducida, localizada en el Distrito Federal y delimitada por
los programas de desarrollo urbano-delegacionales.
Su extensión es cada vez más
reducida porque gran número de árboles han sido talados
y no restituidos, por la construcción de complejos habitacionales
y obras de infraestructura. Además, los existentes sufren daños
o son destruidos por podas inadecuadas, al estar cerca de cables de
suministro eléctrico y servicio telefónico.
El cableado debe ser subterráneo y las
especies sembradas tienen que elegirse de acuerdo a las características
de los sitios elegidos para evitar, a futuro, rupturas en banquetas
y tuberías.
Las decisiones al respecto son aisladas y no
se realizan estudios integrales de estos elementos. Las políticas
públicas deben considerar el manejo adecuado de la vegetación
y establecer lineamientos para la selección.
Además, en grandes extensiones arboladas
como las de los bosques de Chapultepec, Aragón y Tlalpan, o de
los parques de las colonias Roma y Condesa, es necesario delimitar áreas
para las mascotas y determinar espacios adecuados para la recreación
y esparcimiento, subrayó.
También se requieren juegos infantiles,
lugares de convivencia familiar para adolescentes, jóvenes, adultos
y personas de la tercera edad, equipamiento para la práctica
de ejercicio y andadores amplios.
Espacios recreativos
Moncada Maya recordó que en décadas
pasadas, los parques y jardines de la ciudad eran elegidos para recreación
y esparcimiento. En la mayoría de estos lugares el acceso está
limitado a los andadores, lo que impide la convivencia y no existe la
confianza de permitir que los menores acudan sin compañía
de un adulto.
Las áreas verdes corresponden al entorno
social que las rodea: zonas céntricas, complejos residenciales
de lujo, centros comerciales y grandes avenidas cuentan con vigilancia
y reciben los beneficios de planes para equiparlas y remozarlas; esto
contrasta con el abandono de las colonias de la periferia.
En estas zonas, los espacios verdes se convierten
en lugares para el consumo de drogas y refugio de delincuentes, lo que
aleja a otras personas, alertó.
Manejo integral
Estas zonas son fundamentales para el desarrollo
individual de los habitantes de la ciudad, que no tendrían que
estar obligados a desplazarse a la periferia para encontrarlas. Es indispensable
mantener, conservar y dar un manejo integral y adecuado a los grandes
parques, en su mayoría, sitios emblemáticos de la ciudad.
Estas demarcaciones deben constituir el espacio
vital de la urbe al producir oxígeno, infiltrar lluvia y ser
lugares de convivencia, esparcimiento y descanso. Hay que rescatar su
valor y no considerarlas zonas residuales, concluyó.
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