Boletín UNAM-DGCS-566
Ciudad Universitaria
11:00 hrs. 21 de septiembre de 2013.


Guerda Massillon

           


AVANCES EN EL TRATAMIENTO DE ENFERMEDADES CORONARIAS

• Un detector de radiación ionizante elaborado con un gel y aplicado a semillas radiactivas, permite evaluar qué tanta energía se deposita dentro y fuera de arterias obstruidas por placas de colesterol o trombos

Desde hace décadas no cesan los intentos de mejorar las técnicas de tratamiento de las enfermedades coronarias, primera causa de muerte en el mundo.

Según datos publicados este año por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2008 fallecieron 17.3 millones de personas por padecimientos cardiovasculares, lo que representa 30 por ciento de los decesos a nivel global.

Se estima que de estas muertes, 7.3 millones ocurrieron como consecuencia de enfermedades coronarias y que en 2030, el número de decesos por éstas, y por derrames cerebrales, ascienda a 23.3 millones. Así, las arterias coronarias obstruidas por placas de colesterol o trombos (coágulos sanguíneos) se han convertido en una preocupación central de médicos, cirujanos y, en los últimos años, de físicos.

Por lo que se refiere a México, la mortalidad causada por afecciones del corazón ascendió a 22 por ciento, según datos de 2009 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Actualmente, para prevenirlas o tratarlas se aplica la angioplastia, técnica consistente en insertar un globo en las arterias para restablecer el flujo sanguíneo, aunque se sabe que hay una recurrencia de estenosis, es decir, que las arterias se vuelven a cerrar.

“También se ha empezado a poner en práctica, con relativo éxito, una técnica conocida como braquiterapia intravascular (BTIV), que consiste en introducir en las arterias fuentes radiactivas para eliminar adherencias. Sin embargo, el uso de la radiación siempre tiene su beneficio y su contraparte”, advirtió Guerda Massillon, investigadora del Departamento de Física Experimental del Instituto de Física (IF) de la UNAM.

Semillas radiactivas

De acuerdo con Massillon, para aplicar semillas radiactivas en el tratamiento o la prevención de enfermedades coronarias se requiere conocer la dosis exacta (energía depositada por unidad de masa: Joule/kilogramo).

“Pero esto es difícil debido a que las semillas tienen dimensiones pequeñas, del orden de 0.6 y 0.8 milímetros de diámetro y de entre 2.5 y 3 milímetros de largo”.

Deben introducirse en las arterias del corazón, que miden entre dos y cinco milímetros de diámetro. De modo que se requiere un dosímetro (detector de radiación ionizante) de alta resolución espacial y equivalente al tejido humano (principalmente al agua, pues el cuerpo humano está compuesto por más de 70 por ciento de ésta), que permita medir la distribución espacial de la dosis alrededor de las semillas dentro de la pequeña masa del corazón.

“Con un instrumento de esas características se puede evaluar qué tanta energía se deposita dentro y fuera de una arteria, porque al esparcirse en el interior podría dañar tejido sano”, señaló Massillon.

Gel

Tras diversas pruebas de laboratorio en el National Institute of Standards and Technology (NIST) de Estados Unidos –reportadas en artículos publicados en revistas especializadas y en cuya elaboración participó la investigadora de la UNAM–, se pudo comprobar que, al interaccionar con la radiación ionizante, un aparato con esas características tiene un comportamiento más o menos similar al del agua.

“Sin experimentar en pacientes, se debía encontrar un medio lo más parecido al ser humano (es decir, equivalente al agua), de tamaño pequeño y con alta resolución espacial. Así se podría ver cómo se distribuye la dosis dentro de una dimensión pequeña”, apuntó.

Con esa línea de estudio, el grupo de investigadores del NIST utilizó un gel tridimensional (3D), constituido en un 70 por ciento de agua, 12 por ciento de gelatina, seis por ciento de ácido metacrílico y 12 por ciento de un componente de alta viscosidad, con el que fue posible determinar la distribución espacial de dosis de radiación ionizante alrededor de varias semillas radiactivas que se usan en la BTIV.

La ventaja que presenta este gel es que sirve como detector de radiación ionizante y, al mismo tiempo, como una figura que puede simular un corazón con una arteria. “Es como si se pusiera una semilla radiactiva en el corazón y se pudiera visualizar la distribución de la dosis alrededor de una coronaria”.

La prueba también ha permitido depurar los rangos de resolución espacial de los detectores utilizados en experimentos previos.

“Lo que se observa con los instrumentos habituales es que a cierta distancia de las arterias hay poca dosis, mientras que con el gel se precisa que aún hay una cantidad significativa, que puede ser de más de 20 por ciento a una distancia por debajo de dos milímetros del centro de la semilla radiactiva. Además, con este gel se ha podido detectar cierta contaminación de las semillas con otros radionúclidos durante la etapa de su producción, porque permite ver lo que sucede a cada 100 micrómetros de distancia desde el centro de aquéllas”, informó Massillon.

Medición de dosis

Luego de una estancia posdoctoral en el mismo NIST, la universitaria propuso usar este gel para verificar la distribución de dosis de radiación ionizante alrededor de las semillas radiactivas utilizadas en braquiterapia intravascular y no sólo para hacer cálculos teóricos por medio de la simulación de Monte Carlo, como se proponía en el protocolo de la Asociación Estadounidense de Físicos en Medicina (AAPM, por su siglas en inglés).

“Con un rayo láser con una longitud de onda de 635 nanomilímetros se mide la dispersión de la luz causada por la diferencia en la modificación del índice de refracción (cambio de densidad debido a la generación de nanopartículas) del gel después de ser expuesto a la radiación ionizante. Para ello, se utiliza un tomógrafo óptico que permite obtener una imagen en tres dimensiones (3D) y que, mediante un detector, mide la luz para saber con precisión la cantidad de radiación ionizante que absorbe el medio”, explicó.

El resultado que arroja la medición (tasa de dosis) es lo que se aprovecha para determinar el tiempo que debe permanecer una semilla radiactiva en el órgano vivo, según la dosis prescrita. Dicha técnica puede ser aplicada para las diferentes semillas que actualmente se usan en BTIV, como fósforo 32, estroncio 90, itrio 90 e iridio 192.

“Los resultados de este trabajo de laboratorio están a disposición de médicos y físicos en artículos publicados en revistas de circulación internacional”, comentó la investigadora.

La experimentación ha permitido afinar la técnica de BTIV y derivarla al tratamiento de cáncer de próstata, con el uso de la técnica de braquiterapia de baja tasa de dosis.

En este tipo de tratamiento se inyecta la semilla radiactiva en la próstata, donde permanece de manera permanente; el paciente puede realizar su vida normal.

Experimentos en México

Masillon ya probó este gel en semillas radiactivas para braquiterapia intravascular y braquiterapia, pero únicamente en Estados Unidos, no en México.

“De tener un equipo aquí, en el IF, podría verificar, por ejemplo, el tratamiento de tumores cerebrales. Hasta ahora, este gel es el único dosímetro tridimensional equivalente al agua, incluso para energías bajas”, concluyó.

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Fotos


Las arterias coronarias obstruidas por placas de colesterol o trombos se han convertido en una preocupación central de médicos, cirujanos y físicos.