• Los instrumentos censarán
los cuerpos localizados más allá de la órbita
de Neptuno, como parte del proyecto internacional TAOS-II
Dentro de dos semanas, en el llamado “cerro
de las antenas”, en el Observatorio Astronómico Nacional
de San Pedro Mártir (OANSPM), a cargo del Instituto de Astronomía
(IA) de la UNAM, comenzará la obra para instalar, en 2014, tres
telescopios robóticos, informó William Lee, director de
la entidad universitaria.
Se trata de instrumentos equipados con cámaras
de última tecnología para censar los cuerpos localizados
en la periferia del Sistema Solar, más allá de la órbita
de Neptuno, que forman parte del proyecto internacional TAOS-II (Transneptunian
Automated Occultation Survey), dedicado a obtener información
acerca del origen de los sistemas planetarios.
El proyecto se realizará en colaboración
con el Instituto de Astronomía y Astrofísica de la Academia
Sinica de Taiwán y el Observatorio Astrofísico Smithsoniano
de la Universidad de Harvard (SAO, por sus siglas en inglés).
Aportará conocimientos fundamentales
sobre la distribución de estos objetos, lo que tiene implicaciones
para entender la historia y evolución de los sistemas planetarios
en la galaxia. En el aspecto técnico y científico, plantea
la participación del personal del IA en el desarrollo de los
detectores, así como en el tratamiento y explotación científica
de los datos obtenidos.
Los equipos son construidos en Estados Unidos
y Taiwán y serán instalados en el OANSPM para iniciar
en 2014. México, a través de la UNAM, estará también
a cargo de la operación y mantenimiento de la instrumentación
y de los telescopios.
En su primera fase, TAOS fue realizado en el
Observatorio Lulin de Taiwán, con artefactos de 40 a 50 centímetros.
Después de comprobar la viabilidad técnica, se contempló
su segunda fase con equipos más potentes, instalados en un sitio
con mejor clima para aprovecharlos al máximo.
Tras evaluar las características de
distintos lugares, el Observatorio Astronómico Nacional en San
Pedro Mártir fue elegido para establecerlos, explicó Lee.
TAOS-II es el primer proyecto internacional
en colocar telescopios en el lugar. A través de esta colaboración,
se duplicará el número de éstos en sus instalaciones,
con el montaje de nuevas cúpulas, algo que no ocurría
en el sitio desde 1979.
En la primera visita de integrantes de la Junta
de Gobierno de la UNAM a este lugar, uno de los de mejor observación
astronómica del mundo -caracterizado por una bóveda celeste
oscura, baja nubosidad, atmósfera estable, transparente y con
poca turbulencia-, también se explicaron otros proyectos.
El OAN cuenta con un instrumento denominado
RATIR (Re-ionization and Transient InfraRed) para detectar estrellas
jóvenes, núcleos activos de galaxias, muerte estelar y
destellos de rayos gamma, los más energéticos del Universo.
Se forma de cuatro cámaras (dos ópticas
y dos infrarrojas) con las que los científicos detectan objetos
celestes en seis diferentes colores, que recorren el espectro electromagnético
del visible al infrarrojo cercano.
Instalado en el telescopio robótico
–uno de los más grandes de su tipo, con 1.5 metros de diámetro
en su óptica principal-, el RATIR forma parte de la modernización
e internacionalización de ese espacio universitario de investigación.
Fue financiado por el IA, el Centro Goddard de la NASA y las universidades
de California y Estatal de Arizona.
Los otros dos telescopios en el OAN son de
2.1 y 0.84 metros. La UNAM se instaló en la Sierra de San Pedro
Mártir con los dos más pequeños en 1971; en 1979
se inauguró el de 2.1 metros, que en 1995 se consideró
el primer y único telescopio clásico en el mundo, convertido
en activo mediante un juego de soportes neumáticos, además,
de ese tamaño es el que más instrumentos posee.
De igual manera, los integrantes de la Junta
conocieron la propuesta para el proyecto de telescopio de 6.5 metros,
SPMT (San Pedro Martir Telescope), donde podrían participar además
de la UNAM, el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica
y Electrónica (INAOE), la Universidad de Arizona y el SAO.
Al respecto, William Lee señaló
que para concretarlo hace falta que México tome la responsabilidad
de construir el edificio, el domo y la estructura del telescopio, con
un costo de 50 millones de dólares, aproximadamente, que correspondería
a sólo una fracción del total del proyecto, que podría
ascender a 200 millones de dólares.
“Es una buena oportunidad, buscamos que
la inversión que se haga se quede en México y aquí
se forme al personal”. Por ello, ya fue presentado un estudio
de ingeniería –hecho por empresas– a las autoridades
de la UNAM, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y de
la Coordinación de Ciencia, Tecnología e Innovación
de la Presidencia de la República.
Para este telescopio ya se cuenta con hardware,
espejos e instrumentos. “Pensamos que es un momento adecuado para
empujar este proyecto”, sostuvo el director.
Lo importante es que se comprometa un presupuesto
multianual. Y si se asignan los recursos, es factible que funcione en
cinco años. Para finales de 2017 podrá estar terminado
y operar en el verano de 2018.
Este instrumento será competitivo a
escala mundial y con el proyecto se desarrollarán estudios de
galaxias muy distantes o de objetos variables, como un cometa, el choque
de un meteoro o la variación del brillo de una estrella, fenómenos
poco estudiados en astronomía, finalizó.
Asistieron al recorrido, René Asomoza
Palacio, Jaime Humberto Urrutia Fucugauchi, Olga Elizabeth Hansberg
Torres, Luis Alberto Zarco Quintero, Eduardo Antonio Chávez Silva,
René Millán Valenzuela, Irene Cruz-González Espinosa
y Francisco Xavier Soberón Mainero, integrantes de la Junta.
Asimismo, el coordinador de la Investigación
Científica, Carlos Arámburo de la Hoz y el director del
Centro de Nanociencias y Nanotecnología, Sergio Fuentes Moyado.
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