Boletín UNAM-DGCS-553
Ciudad Universitaria
11:00 hrs. 15 de septiembre de 2013.


Rosalba Alonso Rodríguez

           


COMO UNA FORMA DE DEFENSA ANTE LA CONTAMINACIÓN DEL MAR, MICROALGAS PRODUCEN TOXINAS


Pyrodinium bahamense y Gymnodinium catenatum, dinoflagelados que crecen frente a costas del Pacífico mexicano, provocan envenenamiento paralizante por consumo de mariscos, uno de los síndromes más graves producidos por microalgas en nuestro país

Como respuesta a la contaminación del mar por aguas residuales y cambios en variables ambientales, las microalgas Pyrodinium bahamense y Gymnodinium catenatum, dinoflagelados que crecen frente a las costas del Pacífico mexicano, producen toxinas que se acumulan en moluscos y afectan a peces y otros organismos invertebrados. Además, provocan envenenamiento paralizante por consumo de mariscos, uno de los síndromes más graves por microalgas en México.

Las toxinas generadas por microalgas causan cinco tipos de envenenamiento o síndromes: paralizante, amnésico, diarreico, neurotóxico y el conocido como ciguatera, presentes en nuestro país, indicó Rosalba Alonso Rodríguez, del Laboratorio de Biotoxinas del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM, Unidad Académica Mazatlán.

“En el Laboratorio estudiamos principalmente el envenenamiento paralizante, uno de los más graves en la nación; en importancia le sigue el amnésico, que también analizamos, así como algunas cianotoxinas que de igual manera existen en nuestros lagos. Además, en las costas del Golfo de México, Caribe y algunas islas del Pacífico, iniciamos la exploración de las ciguatoxinas, causantes de la ciguatera”, dijo.

En el Pacífico mexicano están los dos dinoflagelados productores de las toxinas causantes del envenenamiento paralizante: Gymnodinium catenatum y P. bahamense var. Compressum. De esta especie se conocen dos variedades: la compressum, que se ha asociado a la producción de toxinas altamente potentes y la bahamense, considerada en el pasado como no tóxica, pero en años recientes se le han detectado toxinas; ambas son morfológica y morfométricamente difíciles de diferenciar, aclaró Alonso Rodríguez.

P. bahamense var. compressum es la más conocida porque su toxina puede causar la muerte humana; es muy frecuente en Guerrero, Oaxaca, Chiapas y en los últimos años se ha presentado en Michoacán, Jalisco y Colima.

La otra forma, P. bahamense var. bahamense, hace 10 años sólo se encontraba en el Golfo de México, “pero hoy también la tenemos en el Pacífico, sobre todo en las lagunas costeras del Golfo de California.”

P. bahamense es más dañina que G. catenatum, porque la mayor parte del contenido de la toxina está como saxitoxina y neosaxitoxina, los derivados más potentes, mientras G. catenatum produce una amplia variedad de derivados de alta, media y baja potencia.

Aunque se han presentado casos de intoxicación por G. catenatum, principalmente en Sinaloa, desde 1970 a la fecha son pocos los decesos, sólo tres en Mazatlán en 1979. El evento más reciente sin intoxicaciones ocurrió en marzo-abril de 2013. Caso contrario ocurre con P. bahamense, que de 1970 a la fecha ha provocado, en el sur del país, más de 600 intoxicaciones y 38 muertes humanas, con una tasa de mortalidad de 6.3 por ciento. El evento más reciente sucedió de diciembre de 2012 a marzo de 2013, refirió.

Las toxinas, defensa contra la agresión humana

Un factor importante en la aparición de estas toxinas son las descargas municipales de aguas no tratadas o parcialmente procesadas, que son fuente de nutrientes, en especial de nitrógeno y fósforo.

Los residuos industriales, sumados a los municipales, modifican el equilibrio natural marino, pues ante la alteración de su hábitat, las microalgas responden con la producción de toxinas como sustancias de desecho.

“Como una forma de defensa química, generan esas sustancias, principalmente las paralizantes que contienen, además de carbono e hidrógeno, nitrógeno, fósforo y azufre”, explicó la investigadora.

La solución es el tratamiento de las aguas residuales. Algunos países han dejado de arrojar esos líquidos a ríos, lagos y mares con buenos resultados, pero lo importante es tratarlas de manera integral, es decir, no sólo bajar la cantidad de fósforo, sino también de nitrógeno, acotó.

“Como es más costoso disminuir el nitrógeno que el fósforo, la mayor parte de las plantas de tratamiento sólo procesa este último y dejan pasar al primero”.

Otra recomendación es que el agua de lastre de los barcos –para lo que también hay normas–, se descargue en un radio de entre 12 ó 20 millas, según el país. Ello es importante porque las embarcaciones llevan agua de una región y la descargan en otra, y ese recurso natural contiene quistes, una forma resistente originada por varios de los dinoflagelados productores de toxinas.

“Existen dos tipos de quistes: temporal y resistente. El primero se forma por una variación en las condiciones ambientales desfavorable a la especie, que como respuesta forma una capa que la protege mientras las favorables son restablecidas.

El resistente se forma por reproducción sexual, por combinación del material genético de dos células. Ni los ácidos más potentes pueden destruirlo y permanece viable hasta 100 años en los sedimentos, en espera de condiciones y clima propicios para germinar, concluyó.

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Fotos

Como respuesta a la contaminación del mar por aguas residuales y cambios en variables ambientales, las microalgas Pyrodinium bahamense y Gymnodinium catenatum producen toxinas que se acumulan en moluscos y afectan a peces y otros organismos invertebrados.