• Derivado de uno de los antibióticos
más utilizados, llamado Anfotericina B, el medicamento tiene
una patente nacional y otra internacional, dijo Iván Ortega
Blake, director del Instituto de Ciencias Físicas de la UNAM
y coordinador del proyecto
• Participa un equipo multidisciplinario del ICF y la FES Zaragoza
de esta casa de estudios, así como grupos del CINVESTAV-IPN
y de la UAEM
Un nuevo medicamento antifúngico, que
combate infecciones causadas por hongos con eficiencia y menos efectos
secundarios que fármacos como la Anfotericina B, ha sido desarrollado
por un grupo multidisciplinario de científicos mexicanos.
En el proyecto, coordinado por Iván
Ortega Blake, director del Instituto de Ciencias Físicas (ICF)
de la UNAM, participan expertos de la Facultad de Estudios Superiores
(FES) Zaragoza de esta casa de estudios, del Centro de Investigación
y de Estudios Avanzados (CINVESTAV) del Instituto Politécnico
Nacional y de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).
“Las infecciones por hongos aumentan,
sobre todo en casos de inmunodepresión generada por edad avanzada,
por quimioterapia contra el cáncer y por VIH-Sida. Generalmente
son padecimientos oportunistas, por ello, es importante desarrollar
nuevos antibióticos”, afirmó el también biofísico
e investigador.
Todo inició hace 15 años, al abordar el estudio de los
polienos, compuestos generados por bacterias como antimicóticos
y entre los cuales se encuentra la Anfotericina B, uno de los antifúngicos
más utilizados en el mundo en los últimos 60 años,
por su potencia para tratar infecciones sistemáticas agudas.
El grupo del ICF ha profundizado en los mecanismos
de acción de la Anfotericina B –producto de una bacteria
llamada Streptomyces nodosus– y en el papel que tiene la estructura
de los polienos en mecanismos de acción.
“Inicialmente, hicimos ciencia básica
para entender cuál es el mecanismo molecular de acción
de los polienos. Hicimos experimentos para reproducir los canales que
forma el fármaco, conocer su electrofisiología y sus mecanismos
de selectividad, fundamentales para su eficiencia terapéutica”,
detalló.
Descifrar cómo funciona el medicamento
requirió avanzar hacia un análisis multidisciplinario,
que involucró a cinco grupos científicos de tres instituciones.
“En el ICF hicimos los estudios de electrofisiología; en
la Universidad Autónoma del Estado de Morelos realizaron la síntesis
química y pruebas de farmacología; en el CINVESTAV, llevaron
a cabo las simulaciones numéricas y en la FES Zaragoza, la ingeniería
química para el escalamiento de la producción”,
precisó.
Nueva molécula, dos patentes
La Anfotericina B es muy potente, pero también
tóxica y con efectos colaterales en las células de los
riñones y en los eritrocitos o glóbulos rojos, principalmente.
Por ello, ya conocidas las fortalezas e inconvenientes
de ese medicamento, el reto para los investigadores fue mejorarlo con
un derivado que mantuviera su eficiencia y redujera los efectos secundarios.
El derivado mexicano de la Anfotericina B
es una nueva molécula con un grupo sustituido, que no perjudica
la acción antimicótica, pero dificulta su actividad en
la membrana de células de los mamíferos. Tras probarlo
en simulaciones computacionales y en experimentos de electrofisiología
y microbiología, se realizaron pruebas con ratones, donde se
demostraron sus efectos positivos.
Tiene alta eficiencia contra los hongos, pero
poco efecto colateral en las células sanguíneas y en las
renales, por lo que la dosis letal 50 es siete veces mayor a la de Anfotericina,
resumió Ortega Blake.
Provisionalmente llamado A-21 por sus creadores,
el nuevo medicamento ya puede producirse en cantidades de hasta 10 gramos
en escalamiento piloto. Además, cuenta con dos patentes, una
nacional y otra internacional, que permitirán proteger esta aportación
mientras se transfiere. “Actualmente, la Coordinación de
Innovación y Desarrollo de la UNAM promueve su comercialización”,
finalizó.
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