De acuerdo con Jeremy Bentham, filósofo inglés
que vivió entre 1748 y 1832, un ser puede considerarse
sujeto moral en la medida que es capaz de percibir placer y
dolor. Diversos avances científicos y tecnológicos
han sugerido que un feto puede ser capaz de sentir dolor, lo
que ha dado origen a una larga serie de discusiones en los terrenos
de la ciencia, la filosofía, la sociología y la
política.
A partir de ésta y otras ideas, María
Antonieta Flores Muñoz, del Posgrado de Humanidades en
Salud del programa de maestría y doctorado en Ciencias
Médicas, Odontológicas y de la Salud de la UNAM,
presentó su tesis “Implicaciones bioéticas
del dolor y el feto”.
Esas premisas “nos ponen en un nivel de duda,
pero desde el punto de vista ético no se justifica anteponer
consideraciones académicas que niegan el dolor en el
feto para no ofrecerle el máximo beneficio. De ahí
que sea esencial abordar primero, desde una perspectiva biológica
y positivista, si efectivamente es capaz de sentirlo y, en caso
afirmativo, a partir de qué etapas de su desarrollo”,
dijo la universitaria.
La Asociación Internacional para el Estudio
del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés), lo define
como una experiencia sensorial y emocional desagradable que
se asocia a una lesión tisular real o potencial, o que
se describe en términos de dicha afectación.
“Esta descripción podría prestarse
para afirmar que como el feto no tiene conciencia o ninguna
experiencia bio-psicológica o emocional, no podría
sentirlo, pero debemos recordar que en casi todos los seres
vivos se lleva a cabo un proceso neuronal conocido como nocicepción,
mediante el cual somos capaces de responder y retirarnos de
un estímulo nocivo y doloroso. Por este motivo es tan
importante el estudio de la posibilidad de que el feto lo sienta”,
consideró.
En su trabajo de doctorado en Bioética (dividido
en tres ejes: biológico, ético-filosófico
y jurídico), Flores Muñoz ha efectuado una revisión
del pensamiento que lo refiere a través de la historia
de la filosofía, desde Aristóteles, Platón,
el hedonismo de Epicuro, el estoicismo de Séneca y el
pensamiento de Schopenhauer y Nietzsche, hasta el utilitarismo
de Jeremy Bentham y John Stuart Mill y la ética práctica
de Peter Singer. El dilema bioético lo ha abordado desde
la confrontación del utilitarismo con el principialismo.
“Seguiré con el análisis, de manera
concienzuda, de los aspectos biológicos, filosóficos
y bioéticos que tengan que ver con el tema. El no dolor
es lo que busco; de hecho, mi actividad profesional se asocia
a este último en el neonato, el lactante, el escolar
y el adolescente”, añadió la universitaria,
que trabaja precisamente en la Clínica del Dolor, ubicada
dentro de las instalaciones del Hospital General de México.
Según información proporcionada por Flores
Muñoz, en Canadá se han realizado estudios clínicos
en los que se sigue a un grupo de pacientes a través
del tiempo y se ha visto que un buen número (no todos)
de los que estuvieron en terapias intensivas neonatales y recibieron
frecuentes estímulos dolorosos, tienden a tener más
conductas de aislamiento, autodestructivas y adictivas.
“Por ejemplo, en uno aplicado a 242 adultos que
cometieron suicidio (reportado por Jacobson B. y Bygdeman),
se observó que el riesgo fue cuatro veces mayor entre
los que tuvieron un nacimiento traumático”.
Y en otro de resonancia magnética funcional en niños
de 11 a 12 años (publicado por Hohmeister J. y colaboradores),
se formaron tres grupos: uno de infantes que nacieron al cabo
de nueve meses y estuvieron en terapia intensiva neonatal; otro
de pequeños que nacieron antes de tiempo y estuvieron
también en terapia intensiva neonatal y uno más
de niños normales.
“Lo interesante fue que los que estuvieron en
terapia intensiva neonatal eran más sensibles ante estímulos
térmicos; se observó un incremento en la respuesta
a estos últimos en la corteza somatosensorial insular
anterior”.
Sin duda, esa sensación forma parte de la vida.
Es más, para Sunny Anand, uno de los expertos en dolor
en recién nacidos a nivel mundial, constituye una cualidad
de vida.
Las especies han evolucionado porque hay dolor, estímulos
dolorosos, y saben que para subsistir deben alejarse de lo que
las amenaza. Por eso, la atención a éste es tan
importante para que las personas y otros seres tengan, en la
medida de lo posible, una mejor calidad de existencia, finalizó
la universitaria.
—o0o—