Con una idea original y una modificación en
el proceso para capturar partículas del aire dentro de
un dispositivo, un egresado de la Facultad de Ingeniería
(FI) de la UNAM logró innovar en la fabricación
de sistemas de aire acondicionado de alta calidad, crear una
empresa propia y entrar a un nicho de mercado dominado por compañías
extranjeras.
José Antonio Altamirano Toledo, ingeniero industrial
de 27 años, se unió a esta aventura con su padre,
de la misma profesión y vinculado durante una década
con la filtración automotriz y los sistemas de aire acondicionado.
“Al realizar mi estancia profesional él
me invitó a la empresa donde trabajaba; ahí usaban
un tipo de filtro que no se producía en México.
Luego entré a laborar a una compañía farmacéutica
y noté los requerimientos de alta calidad del aire que
necesitan en sus procesos. Así encontramos un nicho de
oportunidad”, narró Altamirano Toledo.
Incubada en InnovaUNAM
Con la innovación en mente, modificaron sistemas
de aire acondicionado y asesorados por la incubadora de empresas
de la Facultad de Ingeniería –una de las nueve
unidades que conforman InnovaUNAM–, se centraron en fortalecer
el bloque central del filtro, llamado “media filtrante”,
en un espacio determinado del dispositivo, para dar valor agregado
al producto final.
“Usamos el mismo modelo de los equipos actuales,
pero le colocamos un 15 por ciento más de material. Esto
se traduce en ahorro energético y mayor vida útil
del producto”, precisó. También hicieron
adaptaciones para fabricar en cualquier dimensión que
requiera el cliente.
Aire para cuartos limpios
La innovación está dirigida a lograr
la filtración absoluta de aire, necesaria en laboratorios
donde se realizan experimentos científicos, y en industrias
químicas que fabrican, por ejemplo, medicinas y material
quirúrgico.
“Son sitios que requieren de cuartos limpios
con grandes exigencias de control de calidad y usan estos equipos
en campanas de flujo laminar, gabinetes terminales y manejadoras
de aire”, señaló.
Desde la época de la Segunda Guerra Mundial,
tras el desarrollo de la bomba atómica, en Estados Unidos,
Alemania, Italia y China se manufacturan filtros absolutos con
microfibra de vidrio, que en México se importa de la
Unión Americana.
“Nosotros adquirimos ese material, fibroso, delgado
y delicado, y hacemos un plisado que va en secuencia con una
máquina que aplica cordones de resina para separarlo
y evitar que se colapse. Con ese proceso tenemos nuestro bloque
filtrante”, detalló.
En otras empresas esto se hace con separadores de aluminio
corrugado. “Ofrecemos un precio atractivo porque el proceso
es automatizado, nos ahorramos el separador corrugado de aluminio,
que es caro, y en vez de bobinas empleamos una resina que se
funde en un tanque de calentamiento y se pasa por boquillas
para aplicarla sobre la fibra de vidrio, que se plisa para formar
el bloque”, puntualizó.
El diseño original se ha traducido en procesos
rápidos, que reducen el costo final hasta 30 por ciento.
Además, pocas empresas del mundo fabrican bloques
filtrantes de 3.5 pulgadas. “En México solamente
lo hacen dos, además de nosotros”, enfatizó
Altamirano.
Actualmente, la empresa de Altamirano ofrece dos tipos
de filtro, ambos con una eficiencia del 99.9 por ciento: HEPA
(siglas de High Efficient Particle Air), dispositivo para retener
partículas de 0.3 micras o mayores, y ULPA (Ultra Low
Penetration Air), que capta las de 0.12 micras.
“Áreas como la farmacéutica requieren
eficiencias HEPA, pero si se trabaja con virus o cepas que puedan
dañar a un ser humano, se ocupan cabinas de bioseguridad
con filtraciones casi del 100 por ciento, que requieren del
filtro ULPA”, especificó.
Tres pruebas de calidad
Al instalar el filtro se hacen tres pruebas: se repite
la de integridad y se realizan una de velocidad y otra de conteo
de partículas. “Si no pasa alguna, es rechazado”,
aclaró Altamirano, quien constituyó su empresa
en noviembre de 2010, junto con su padre, un tío y un
socio; inició la incubación en enero de 2011 en
InnovaUNAM y un año después invirtió en
maquinaria.
Nueve meses más tarde, en noviembre de 2012,
comenzaron las ventas, que a la fecha suman casi 50 clientes.
“La incubadora de empresas de la UNAM nos apoyó
con asesores, desarrollo de planes de negocios, fuentes de financiamiento
y conocimiento sobre búsqueda de capitales privados y
públicos. La empresa estuvo incubada un año y
medio, pero no me he despegado, pues me invitan a cursos y pláticas
para nuevos emprendedores”, destacó el universitario,
cuyo proyecto quedó en quinto lugar de la categoría
Impacto Empresarial del VIII Premio Santander a la Innovación
Empresarial.
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