Símbolos expresados en vasijas, petrograbados
y monumentos de las zonas arqueológicas de Paquimé
y Cueva de la Olla, en Casas Grandes, Chihuahua, revelan indicios
de que el estado más grande de México pudo ser
la última frontera de Mesoamérica.
Sobre esta tesis versa el trabajo de Jorge Villanueva
Villalpando, arqueólogo egresado de la Escuela Nacional
de Antropología e Historia (ENAH) y alumno del doctorado
en Estudios Mesoamericanos, que imparten, en conjunto, la Facultad
de Filosofía y Letras (FFyL) y el Instituto de Investigaciones
Filológicas (IIFL) de la UNAM.
Nuevo mapa cultural
Tradicionalmente se ubica al territorio mesoamericano
desde la parte central y sureste de México, hasta Guatemala,
Belice y Honduras, donde florecieron los olmecas, al sur de
Veracruz y Tabasco; los mayas, en la Península de Yucatán,
Chiapas, Guatemala, Belice y Honduras; los mixtecos-zapotecos,
en Oaxaca, y los toltecas y aztecas, en el altiplano de ese
territorio, que mantuvo una distribución cultural distinta
a la que impuso la Colonia y que más tarde modificó
el movimiento independentista, que definió la geografía
actual de esos países.
En sus indagaciones arqueológicas, Villanueva
busca un mapa cultural más extenso, con grupos ancestrales
que también migraron al norte.
“En los símbolos, en los mitos, en petrograbados
y textos orales de los sitios arqueológicos de Casas
Grandes, hay presencia de mayas y mexicas, mensajes de grupos
migrantes que llegaron del sur y se establecieron en esta zona
sin mezclarse entre ellos”, afirmó el universitario,
que para demostrar esa tesis y graduarse realiza un detallado
trabajo de campo en el sitio, bajo la tutoría de Mercedes
de la Garza, investigadora emérita del IIFL.
En su trabajo doctoral “La frontera norte mesoamericana:
el caso de la región noroeste de Chihuahua”, Villanueva
sostiene que las migraciones de las culturas originarias de
nuestro territorio se expandieron hasta lo que hoy es Casas
Grandes, un municipio donde el invierno enfría hasta
los 20 grados bajo cero, mientras el verano calienta por arriba
de los 40 grados Celsius.
“Para ese clima tan extremo, los grupos originarios
construyeron casas de adobe que se caracterizan por sus puertas
en forma de T. Creo que ese diseño favorece viviendas
térmicas”, consideró.
Frontera, región para cohabitar
Para el universitario, los diferentes grupos étnicos
originarios provienen de un ancestro común, aún
desconocido.
Es claro, precisó, que Chihuahua, desde Mesoamérica
hasta nuestros días, ha sido una frontera caracterizada
no sólo por una línea que divide a una región
de otra, sino por hacer de esa franja una zona donde han cohabitado
diversos grupos étnicos que se respetan, pero no se mezclan.
“En territorio chihuahuense cohabitaron los apaches,
que fueron exterminados hace más de 100 años por
el gobierno de Porfirio Díaz; los hopis, que tienen pequeñas
reservaciones en Nuevo México y Arizona; los zuni, ubicados
en Nuevo México, y los pima, que viven en ambos sitios
de Estados Unidos y en Sonora, México”, detalló.
En su investigación, trata de descifrar si algunos
de esos grupos fueron desertores de los chichimecas o forjadores
de una cultura fronteriza propia.
Evidencia del movimiento territorial de los distintos
grupos de Mesoamérica son el espiral, que representa
la migración; la serpiente, asociada con un clan, o el
coyote, que describe la presencia de otro clan, explicó.
Otros son el flautista jorobado, que ejemplifica a un guía,
y las figuras de uno o dos cuernos, aún por revelar.
Su investigación ha incluido una recopilación
de información de antecedentes, mitos, símbolos
y algunos rituales de la región de Casas Grandes, así
como de los mexicas (La Tira de la Peregrinación o Códice
Boturini) y de los mayas (El Libro Sagrado de los Quiché
del Popol Vuh).
“La recopilación de los textos orales
que hay en esta región de Chihuahua tiene que ver con
migraciones y creaciones del mundo”, dijo.
El universitario realiza una interpretación.
“Se trata de análisis hermenéutico, que
nos permite analizar los textos escritos, narraciones orales
y símbolos gráficos (varios son de grupos de cazadores-recolectores
que dejaron petrograbados), buscar cuál era la intención
al escribirlos y saber si realmente hay una conexión
con Mesoamérica, con base en la cosmovisión o
es una concepción diferente a la mesoamericana”,
finalizó.
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