Boletín UNAM-DGCS-464
Ciudad Universitaria
06:00 hrs. 2 de agosto de 2013.


Johan C. Cruz

           


INCLUIR A LOS SORDOS EN LA EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR Y SUPERIOR, PROBLEMA COMPLEJO

 

Al menos dos por ciento de la población mexicana sufre ese padecimiento; la mayoría vive en condiciones precarias, lo que acentúa la falta de acceso a la instrucción, indicó Johan C. Cruz, estudiante de la maestría en Historia de la FFyL de la UNAM

Al menos dos por ciento de la población mexicana es sorda y la mayoría vive en condiciones precarias, lo que acentúa la falta de acceso a la educación, pero su formación es un problema social complejo que va más allá, indicó Johan C. Cruz, estudiante de la maestría en Historia de la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la UNAM.

Desde que se institucionalizó la instrucción para este sector, la tarea está a cargo de la Dirección de Educación Especial de la Secretaría de Educación Pública (SEP), sin embargo, sólo se oferta hasta el nivel básico (secundaria) y al egresar no tienen opción para continuar.

Otro problema que enfrenta esta población se relaciona con las nociones de lengua escrita que reciben en el aula, que no les son suficientes para leer y escribir en forma adecuada, lo que entorpece la labor y obstaculiza su ingreso al nivel medio superior, dijo.

Cruz, que realiza su tesis Procesos educativos y pedagógicos vinculados con la conformación de la identidad del sordo en la Ciudad de México, 1867-1910, planteó que la simple idea de que constituyen una minoría con características lingüísticas, culturales y cognoscitivas particulares, debería conducir a un análisis diferente acerca de los problemas específicos de su instrucción.

Incluir a este sector en la educación media superior y superior constituye un reto, pues se tiene que desarrollar una estructura pedagógica y docente, así como las reformas curriculares para que puedan continuar con su formación.

Sin embargo, acotó, “la lengua representa un severo problema, pues no existe vocabulario científico ni técnico para explicar ciertos procesos a nivel preparatoria, por ejemplo”.

El desafío es crear las herramientas pedagógicas para que comprendan de manera adecuada conceptos que no conocen y tengan competencia educativa idónea en el idioma escrito.

Por otra parte, expuso que tanto el español hablado como escrito, y la lengua de señas, tienen una gramática completamente distinta, lo que obliga a los sordos a razonar en dos formas diferentes y ello también entorpece su aprendizaje.

En niños en esa condición, que provienen de familias en esa misma situación, el desarrollo es completamente diferente, pues la adquisición del lenguaje de señas como su primera lengua es un hecho; por tanto, la sociabilización y la adquisición de conocimientos les es más fácil, a diferencia de aquellos que provienen de familias normo oyentes, para quienes el proceso es difícil.

“Tenemos sordos que han egresado de secundaria, pero carecen de las nociones básicas en cuanto a competencia comunicativa en español y en su propia lengua”, añadió.

Muchos poseen competencias laborales en determinadas áreas, pero carecen de un papel oficial que lo compruebe, lo que los pone en desventaja con los oyentes. Además, son discriminados en el ámbito laboral, y los trabajos a los que aspiran son de limpieza, como vendedores en transporte público o en fábricas como obreros, para realizar tareas repetitivas sin margen de error, explicó.

“El punto es que independientemente del método que se emplee para brindarles instrucción –lengua de señas, implantes cocleares, prótesis o mediante un intérprete–, se les incluya en las aulas regulares”, concluyó.

—o0o—


Fotos

Johan C. Cruz, estudiante de la maestría en Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.