En México, los casos de aneurisma (dilatación
focal de una arteria) son cada vez más frecuentes, y
con el advenimiento de nuevos métodos de diagnóstico,
su detección va en aumento, afirmó Julio Serrano
Lozano, angiólogo y profesor de posgrado de la Facultad
de Medicina (FM) de la UNAM.
Se trata de un padecimiento silencioso, que no tiene
una sintomatología propia y no duele; su presencia no
se nota, sino hasta que el ensanchamiento alcanza un tamaño
considerable que comprime o desplaza órganos vecinos,
y se descubre accidentalmente al realizar otros estudios.
Tampoco se puede prevenir, lo único por hacer
es evitar factores de riesgo, como el tabaquismo, presión
arterial y colesterol altos; en contraste, llevar una vida sana,
y si se detecta, establecer un control médico estricto.
Para que se considere es necesario que exista, por
lo menos, un aumento del 50 por ciento del diámetro normal;
es decir, si una arteria mide dos centímetros, deberá
tener más de tres para recibir esa denominación.
El científico explicó que hay dos tipos
de dilataciones: la “verdadera”, si están
involucradas en su crecimiento las tres capas de la pared arterial,
y la “falsa”, o pseudo aneurisma, que involucra
a una sola de ellas.
Este problema, abundó el experto, puede presentarse
en cualquier parte del organismo, aunque los más comunes
son los de la aorta abdominal (AAA). Los hay intracraneales,
carotideos y aórticos torácicos. En casos aislados,
también se dan en brazos y piernas.
Se calcula que el aneurisma aórtico ocurre en
un porcentaje de población del dos al tres por ciento,
y alrededor de 75 por ciento de esos casos, se trata de AAA.
Los hombres lo padecen en mayor frecuencia que las mujeres.
Su origen puede ser diverso: congénito, por
procesos degenerativos como la ateroesclerosis, enfermedades
inflamatorias o infecciosas (tuberculosis o sífilis,
por ejemplo), y por traumatismos. Incluso, se desarrolla en
los sitios de sutura donde se ha colocado una prótesis
sintética en la arteria, a ésta se le llama aneurisma
anastomótico, indicó el médico.
Por su forma pueden ser tubulares, fusiformes y saculares,
deben identificarse con precisión, porque estos últimos
son verdaderos “globos” que terminan rompiéndose.
Serrano Lozano explicó que la capa íntima
de una arteria, que está formada por endotelio vascular,
debe ser completamente lisa para permitir que la sangre fluya
gentil y fácilmente, sin irregularidades, para evitar
la formación de coágulos (trombos) que produzcan
obstrucción y pongan en peligro la integridad del miembro
afectado.
En la capa media, formada por tejido muscular liso,
es importante la presencia de la llamada matriz extracelular
vascular, que contiene sustancias importantes como elastina
y colágeno, que confieren a la arteria la capacidad de
dilatarse y contraerse.
Si se degrada la elastina, por ejemplo, se produce
una dilatación aneurismática, y si eso ocurre
con el colágeno, encargado de conferir la resistencia
a la pared arterial, se favorece su rompimiento.
Diagnóstico
El diagnóstico, expuso el académico,
es relativamente fácil: en la carótida y otras
arterias superficiales se nota el abultamiento pulsátil,
y en la aorta abdominal, una hiperpulsatilidad soplo y thrill
(vibración palpable). Existen, además de
la arteriografía, métodos no invasivos como ultrasonido,
tomografía computarizada y resonancia magnética,
para confirmar su presencia.
El tratamiento depende de su origen, tiempo de crecimiento,
tamaño y zona anatómica; en los inicios, se adopta
una conducta conservadora, tendiente a evitar su crecimiento
y complicaciones. Es quirúrgico si el de la aorta abdominal
alcanza seis centímetros de diámetro.
Entonces, abundó Serrano Lozano, la parte de
la arteria enferma, dilatada, se sustituye con una prótesis
sintética y sutura término-terminal; de no ser
así, continuará su crecimiento y generación
de trombos, que expulsará hacia la circulación.
En casos graves, el saco aneurismático se puede
reventar con el aumento de la presión arterial, un traumatismo
o esfuerzo exagerado, y producir hemorragia abundante, que se
traduce en anemia aguda e hipotensión peligrosa.
Al momento de romperse, genera un dolor intenso y constituye
un cuadro grave para el paciente, pues la pérdida de
sangre afecta órganos importantes como corazón,
cerebro, riñón, pulmones, y la presión
arterial disminuye hasta, incluso, provocar la muerte.
El especialista señaló que existe un
método reciente de tratamiento llamado cirugía
endo vascular, que consiste en colocar una prótesis sintética
dentro de la arteria, a través de un acceso percutáneo
femoral bilateral y aislar el aneurisma para evitar su crecimiento.
Este es un procedimiento más benigno que una cirugía
abierta.
Pero no es adecuado utilizarlo en todos los casos,
pues tiene indicaciones precisas, alertó. Las complicaciones
inmediatas son sangrado, lesión arterial en el sitio
de acceso y trombosis; de no presentarse, el paciente puede
ser dado de alta del hospital en uno o dos días.
La complicación tardía más frecuente
es el aflojamiento en la unión de la prótesis
con la arteria, que permite la salida de sangre hacia el aneurisma
que fue aislado, y lo convierte en una endofuga que lo hace
crecer.
De ahí, la importancia de conocer el problema
a tiempo en una revisión de rutina para buscar signos
y síntomas, pues el constante crecimiento se puede controlar
y evitar la formación de trombos.
Entre las figuras famosas que han padecido esta enfermedad
y han fallecido por sus consecuencias letales, se encuentran
el estadista francés Charles de Gaulle y el científico
Albert Einsten.
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